Me han comentado algunos lectores de mi blog, especialmente Jordi y Tina, que la reflexión que hice el otro día, “Universo, caos y ambición humana”, ha sido muy fatalista. Es la realidad, no me invento nada.
En contraposición explicaré que de la misma forma que existe destrucción y caos, hay creación y vida. Una estrella nova explota pero con el tiempo se van creando nuevos planetas a su alrededor… y tal vez vida.
En los lugares más inesperados de nuestro planeta surge la vida. Hay bacterias en las aguas ácidas y sulfurosas de las minas de Rio Tinto; hay vida en las profundidades del mar que se ha adaptado al frío, a la oscuridad y la presión; hay vida bajo las tórridas arenas de los áridos desiertos donde el agua es salada o inexistente; en los pantanos cenagosos y en cuevas cargadas de gases letales; en las zonas árticas y antárticas bajo las capas de hielo en temperaturas casi criogénicas; ahora se han descubierto microorganismo en la estratósfera, a 27 kilómetros de altura, tal vez una vida procedente de otros lugares del espacio.
La vida – vegetal o animal – surge imperiosamente y se adapta a las circunstancias. Puede arder un bosque y ser arrasado por las llamas, puede explotar un volcán e inundar sus laderas con ríos de lava, puede helarse una isla… y tarde o temprano la vida reaparecerá. Lugares donde se han realizado experiencias nucleares hoy están repletos de escarabajos o escorpiones inmunes a la radioactividad que se han adaptado a estos letales lugares. Podemos abandonar una ciudad y, por mucho cemento que exista, la vegetación terminará invadiéndola y penetrando en sus estructuras de acero.
Hace más de 3.800 millones de años, en el período Precámbrico, tuvo lugar la aparición de los primeros seres vivos con células procariotas. Desde ese momento hasta nuestros días se han producido cinco extinciones, en algunas desapareció el 95% de las especies de seres vivos. Pero la vida reapareció y se adaptó al nuevo clima, con formas distintas que competían ferozmente para transmitir sus genes egoístas y sobrevivir.
La vida parece ser una ley constante, una norma aquí en la Tierra y pienso que en otros muchos lugares del universo. Y el segundo paso es que esa vida sea inteligente, después que alcance una consciencia, para poder darse cuenta que forma parte del Universo.
Somos seres vivos que llevamos moléculas del Sol y de los orígenes del universo. Y aunque un día nuestras moléculas se des conexionen, seguirán llevando nuestra información, porque hoy sabemos que, igual que la energía, la información no se destruye.