En unas declaraciones recientes del Presidente de los Estados Unidos Barak Obama, según mi criterio el mejor presidente que ha tenido esta nación en los últimos 50 o 60 años, destacaba los hechos más peligrosos para nuestra civilización, y esta lista la encabezaba el cambio climático, seguido del terrorismo de EI y otros factores. Fueron unas declaraciones sensatas que han levantado ampollas, ya que también ha tenido el valor de decir que no se fiaba de Arabai Saudi y Pakistán, y que los miembros de la Unión Europea eran unos interesados.
Volvamos a la fragilidad de este Planeta advirtiendo al lector que tiene que empezar a considerar que está de suerte cuando se levanta vivo cada mañana. Personalmente lo celebro y me repito a mi mismo: «Mira estoy vivo, tengo un día más para adquirir nuevos conocimientos y cambiar impresiones con mis amigos sobre sus y mis inquietudes».
Estamos de suerte cuando despertamos vivos, no lo estuvieron los habitantes de Pompeya, ni los que fueron sorprendidos por Tsunamis en la costa de Oceanía, ni los que sólo sintieron la primera sacudida del temblor de tierra que sacudió San Francisco y otras muchas ciudades, o los que fueron sacados de la cama y obligados a abandonar todo por que la centran nuclear de Chernobil estaba apunto de sufrir el «síndrome de China».
Creo que el cambio climático es motivo de preocupación, pero hay otros peligros inconmensurables que amenazan con acabar con nuestra civilización. Tenemos por ejemplo, la caída de un asteroide, un peligro real en el que vivimos bajo la amenaza de tres o cuatro rocas del juicio final en ruta de colisión hacia nosotros, entre las conocidas una prevista para impactar en 2036. Un solo pedrusco de 10 km de diámetro que cayese sobre una zona continental sería suficiente para crear una extinción de nuestra especie, tan importante como la acaecida hace 63 millones de años.
¿Qué otros peligros nos amenazan? Por orden de importancia creo que el tercero es la explosión de un mega volcán como, por ejemplo del de Yellowstone. Todo Yellowstone es la inmensa boca de una gran caldera volcánica con un grandioso depósito magmático que, pronto o tarde, entrará en erupción y será capaz de crear una nube de cenizas que afectará a todo el planeta, especialmente el hemisferio norte.
Otro gran peligro está en las manos del hombre, y es el poder que tiene de desencadenar una guerra nuclear. Somos la primera civilización capaz de autodestruirse. Un conflicto entre naciones que lleve a la utilización de armas nucleares, puede derivar en la destrucción de la centrales nucleares con ojivas atómicas. Las nubes radiactivas recorrerían el mundo y aniquilarían toda posibilidad de vida. Recuerden que la nube radiactiva de Chernobil llegó hasta los Pirineos españoles, contaminando la hierva que consumían las vacas que luego llegó al ser humano a través de la carne de vaca y la leche, y también afectaron a las setas, en ninguno de los dos casos los cab…… del gobierno de turno puso sobre aviso a la población.
El final de este frágil planeta puede llegar por una radiación solar o por rayos gamma procedentes de una estrella que explote cerca de la nuestra. También estamos expuestos a un virus que no podamos dominar, al movimiento inesperado del eje de la Tierra, etc.
Somos un frágil planeta y nos creemos los reyes del mambo. Algunos incluso utilizan sus regias coronas para creerse algo, pero ante el poder amenazador del Cosmos o de la Naturaleza no somos nada. Por eso cada día que nos despertamos y seguimos vivos, es un triunfo más, como aquel primero que conseguimos por la llegada al ovulo, contra 400 millones de espermatozoides, a los que vencimos, ¡Aquello si que fue una carrera y no la Cursa del Corte Ingles o la carrera de New York, ambas con menos de un millón de participantes. Somos unos triunfadores y, además, seguimos vivos.