Los presidentes de Estados Unidos se han rodeado siempre de «consejeros» que han representado una «elite» especial. Nixón se rodeó de «fontaneros» bastante chapuceros con el affaire Watergate; Reagan de vaqueros, videntes y tiradores de cartas de Tarot; Carter de buena gente, perdedores natos, incapaes de jugar sucio como sus opositores; Bush se rodeo de «trepas» y halcones que sólo buscaban beneficios privados montando guerras y engañando al mundo; Clinton de becarias; Obama de soñadores e intelectuales y Trump de multimillonarios. Hay casos peores, como España, donde Rajoy y Aznar se rodearon de corruptos e incompetentes. Y Felipe Gonzalez también se lucio con el nombramiento del director de la Guardia Civil, y la directora del BOE, por citar algunos.
El gran arte de Donald Trum ha estado conseguir el voto populista para instalar un gobierno de multimillonarios y militares halcones. Un gobierno capitalista votado por los pobres (¡Manda huevos!) Ahora los populistas tienen un nacionalismo patriótico y machista. Tras pasar por la iglesia episcopaliana, Trump juró su cargo de presidente y largo un discurso del que sólo voy a citar dos párrafos, uno malo y otro bueno. Destacó el Trump:» Estaremos protegidos por los grandes hombres y mujeres de nuestro Ejército, por las fuerzas de seguridad y, lo más importantes, estaremos protegidos por Dios». Me recordó a Napoleón cuando en una arenga dijo: «Dios está al favor del que tiene más cañones».
En el párrafo bueno vino a decir: «Estamos ante el nacimiento de un nuevo milenio, listos para descifrar los misterios del espacio, para liberar a la Tierra de las miserias y las enfermedades y aprovechar la industria y la tecnología del mañana». Creo que solo es un párrafo de buenas intenciones que se contradice con su proyectos que ponen fin a la sanidad para todos, la derogación de las leyes anticontaminación, la construcción de muros para acabar con la inmigración, el desprecio a la Unión Europea y a la OTAN, etc.
Para realizar su proyecto de «América first», Trump se ha rodeado de un núcleo duro. El vicepresidente, Pence, es cristiano, conservador y republicano. Mattis, el secretario de Defensa es conocido como «perro furioso». Tillerson, secretario de Estado, carece de experiencia política y es amigo de Putin. Pompeo, director de la CIA, es miembro del movimiento ultraderechista Tea Party y partidario de la pena capital. Kushner, asesor presidencial, carece de experiencia política pero es el marido de la hija primogénita de Trump. Steven Mnuchin, secretario del Tesoro, es un tiburón de Wall Street. Estos y muchos más, sobre todo halcones entre los militares, son los que forman el gobierno «populista» del hombre que a partir de ayer posee el botón nuclear.
Me preocupa lo que pueda pasar, me preocupa las consecuencias del Brexit en los proyectos conjuntos de investigación en Europa, me preocupa el ascenso de la ultraderecha en Francia, me preocupa este extraño populismo de derechas que que tiene el voto de la izquierda. Aunque en realidad no creo en derechas ni izquierdas. Me preocupa como los sistemas democráticos manipulan a la gente y permiten que cualquier incompetente suba al poder. Seguimos eligiendo gobiernos carentes de ideología, seguimos sin que los intelectuales se suban al carro de gobernar, seguimos sin gente con carisma y seguimos en sistemas que son auténticas oligarquías de familias millonarias. Ayer, en la toma de posesión de Trump, vi en la terraza del Capitolio todas esas familias oligarcas, multimillonarias, saludando a la plebe cada vez más empobrecida como lo hacían los romanos desde sus palcos en los circos. Empiezo a sospechar que en cuestión de clases sociales no ha cambiado nada.