Hacia tiempo que en las encuestas un político no obtenía una puntuación tan alta: 5,88 sobre 10. Oriol Junqueras encabeza la lista del político más valorado, con una puntuación mayor que la de los políticos del resto de Catalunya y España.
Seamos sinceros, Oriol Junqueras carece de carisma físico, incluso viste con descuido. Pero este hecho indiferente para algunos, está compensado por su carisma en sus discursos, su calidad de lenguaje y sus explicaciones pedagógicas como buen doctor en Historia que es.
El atractivo de este hombre entre los que le escuchan está en el hecho de que, con sus palabras, no está vendiendo un partido al votante, sino promocionando una ideología. Es la primera vez, en muchos años en España, que un político lanza un mensaje ideológico, algo que nuestra política carecía: ideología.
Oriol Junqueras tiene un historial limpio y está demostrando que no se vale de una estrategia oportunista, sino de ideología, ilusiones y esperanzas. El electorado quiere un futuro distinto, necesita soñar con algo nuevo.
Oriol Junqueras no se repite como un autómata, es el profesor de historia que en cada intervención ejecuta una lección nueva, aun corriendo el riesgo que muchos no hayan asistido a la última. Sabe que su electorado es original, que quieren proyectos nuevos, una Catalunya independiente en la que han depositado toda su ilusión.
Por este motivo tiene una dosis de provocación, pero sin insulto y desprecio por sus contrincantes, porque sabe que atacar a sus oponentes no es inteligente, es lo más sencillo y cretino que se puede realizar. Consciente de este hecho ofrece soluciones a los problemas de Catalunya prescindiendo de sus contrincantes. Sabe que atacar a los demás es demostrar que no tienes más alternativas.
Sus contrincantes, algunos en su misma coalición, no se han dado cuenta que el mundo ha cambiado, que vivimos en un nuevo paradigma en el que los valores de antes sólo sirven para la gente de antes.
Los jóvenes escuchan a Oriol Junqueras porque es una mente brillante, con un lenguaje accesible, sin chistes fáciles y palabrería innecesaria, con ideas, programas, proyectos, propósitos, intenciones, salidas, ilusiones…sueños. Escuchan a un político-historiador con imaginación y razonamientos. No políticos con mensajes de miedo y Apocalipsis. Y sobre todo con una política ideológica que tanto faltaba.
El futuro no será partidista, ni personalista, el futuro será de aquellos que mejor transmitan una ideología de la vida, la sociedad y el conocimiento.