Vivimos ajenos a la actividad del Sol siendo esta importantísima para la vida en la Tierra. Una explosión solar con eyecciones de masa coronal, no sólo puede producir auroras boreales, sino que puede poner en peligro las comunicaciones y las redes eléctricas produciendo apagones como los acaecidos en Canadá en 1989. Un estallido de clase X, de gran potencia de eyección de masa coronaria, orientado hacia la Tierra podría ser letal.
El Sol tiene ciclos de máxima actividad con sus manchas y eyecciones, ciclos de 11,5 años, y este año estamos atravesando uno de estos ciclos. Los astrónomos, a través de telescopios solares y el satélite Soho, han registrado manchas en la fotósfera solar y protuberancias en la cromósfera, a lo largo de este año, pero se esperaba más.
Los astrónomos esperaban en este 2013, más actividad solar que la que han registrado hasta ahora. El Sol está inquietantemente tranquilo y los expertos solares no saben que decir ante esta anormalidad en pleno ciclo solar de máxima actividad.
En sus últimos ciclos hemos tenido tormentas geomagnéticas, apagones por sobre carga de centrales eléctricas, pérdida de comunicaciones en satélites y aviones, apagones de los GPS, etc. Y ahora que esperábamos una gran y peligrosa actividad, tenemos esa inquietante calma.
El Sol es una inmensa bola de fuego demoledora, con una temperatura en la superficie de 5.000ºC y 15.600.000ºC en su núcleo. Los 150 millones de kilómetros que nos separan, nuestra atmósfera y nuestro campo magnético nos protegen de esta descomunal antorcha que, de tanto en tanto, eructa una lengua de llamas que alcanzan 200.000 kilómetros de longitud acompañada de rayos ultravioleta, rayos X, y millones de partículas.
Este monstruo del espacio que nos da vida, tiene sus ciclos peligrosos y, pese a que estamos atravesando uno de ellos, se está comportando con una calma relativa… pero sospechosa y turbadora para los astrónomos.