El día 21 es el fin del mundo, tenemos todo el día 20 para reflexionar hasta las 12 de la noche, o hacer aquello que no nos hemos atrevido a hacer nunca. A este respecto sugiero varias cosas:
- Bebernos de un tirón aquellas botellas de Whisky o vodka reserva que teníamos guardadas para celebrar un cumpleaños o cualquier tontería.
- Entrar en el despacho de nuestro jefe y, bajándonos los pantalones, soltarle una o varias flatulencias, hacerle una butifarra y decirle: que te la pique un pollo.
- Ir al banco y decirle por donde se pueden meter la hipoteca con vaselina o sin ella, sacar todo el dinero de la cuenta y hacerle un corte de mangas al director.
- Irse a cenar a aquel restaurante en el que el maitre es un estirado que nos trata con aire de compasión y, tras degustar el vino que nos ha decantado, soltar un sonoro eructo que resuene por todo el comedor, mientras nos secamos las manos en su chaqueta.
- Decirle al vecino palizas que su vida es una mentecatez y que nos importa un gran rábano todos sus problemas de mierda, y que además es un cornudo.
- Montar una orgía en casa y si vienen los mossos, a causa de las denuncias de los vecinos, recibirlos disparando pelotas de goma.
- Llamar por teléfono a todos aquellos plastas que aguantamos diariamente con estoicismo y decirles lo gilipuertas que son.
También uno se puede incorporar a uno de esos grupos de “davidianos” que esperarán el día 21, en Bugarach o Montserrat, a que venga una nave extraterrestre a rescatarlos y trasladarlos a un nuevo planeta. Lo malo es que te ves expuesto a compartir el posible nuevo mundo con una pandilla de supervivientes grillados.
Puede ocurrir, que sea lo más normal, que al día siguiente el mundo no se acabe, que tengamos una reseca de órdago, que tengamos que buscarnos otro trabajo, que el del banco nos suba la hipoteca, que tengamos que buscar otro restaurante, que nos veamos obligados a bajar la vista cuando nos cruzamos con el vecino en el ascensor o aguantar de nuevo sus palizas, y que recibamos una citación del juez por agresión a los mossos.
Total que lo mejor que podemos hacer es meternos en la cama antes de las 12 de la noche, y en caso que llegue el fin del mundo que nos pille dormido y ni enterarnos. Lo más probable es que todo siga igual, y tengamos que seguir aguantando en esta vida de mierda.