Se cumplen 50 años de las primeras películas de James Bond que se estrenaban en el cine Tívoli de Barcelona. Películas cuyas novelas de Ian Fleming interpretó magistralmente Sean Connery, el mejor 007, y leí con deleite. Recuerdo especialmente sus villanos: el doctor No (Josep Wiseman) y su mano ortopédica; Rosa Klebb (Lotte Lenya) con sus zapatos con cuchillas retráctiles en “Desde Rusia con amor”; el magnate del oro Goldfinger (Gert Frobe), con Oddjob (Harold Sakate) y su mortífero sombrero; “Tiburón” (Richard Kiel) y su mandíbula de acero; Blofeld (Donald Pleasence), jefe de Espectra y su gato blanco; Y Scaramanga (Cristopher Lee) y su pistola de oro desmontable.
No quiero omitir las chicas Bond, especialmente la primera, Ursula Andress, saliendo espectacularmente de las aguas del Caribe; y H. Blackman, la piloto de Goldfinger; y Jane Seynour y sus cartas de Tarot en el mundo del Vudú, sin olvidar a Miss Moneypenny.
De sus gadgets, al margen de aquel rifle desmontable, recuerdo el maletín con sus monedas de oro, su cuchillo incorporado y su cierre explosivo. Quiero recordar que 007 plasmó en “Desde Rusia con amor” la primera pelea cinematográfica en el interior de un compartimento de un vagón de tren.
Finalmente quiero transcribir algunas de mis frases favoritas de unas pocas películas. Las más conocidas de cualquiera de sus películas son: “Mi nombre es Bond, James Bond”, y “Un Martini con Vodka, mezclado pero sin agitar”.
En “El mañana nunca muere” M le dice a 007: “Quiero que proteja a esa mujer, conviértase en su sombra, pero recuerde que la sombra siempre va delante o detrás, nunca está encima”.
En esa misma película el magnate de la Prensa le explica a 007: “Las palabras, señor Bond, ésas son las nuevas armas. César tenía sus legiones, Napoleón su Gran Armada. Yo tengo mis divisiones: televisión, informaciones, revistas… De aquí a media noche, habré alcanzado más personas que nadie en la historia”.
En Casino Royale la chica Bond le advierte a 007: “Tu ego y yo no cabemos en el ascensor”. Y en esa misma película M exclama: “¡Echo de menos la guerra fría!”.