Terminamos el año con un gran avance en la medicina en su objetivo de paliar las discapacidades motrices en los parapléjicos y tetrapléjicos. Este avance es una muestra revelante de la interacción entre diferentes disciplinas de la ciencia, ya que han intervenido médicos (especialmente neurólogos y neurocirujanos), ingenieros en robótica y micro electrónica y, especialmente informáticos.
Todos esos investigadores de la Universidad de Pittsburgh, han participado en la creación de un brazo robótico manejado con la mente. Un brazo que permite a la tetrapléjica Jan Scheuermann, manejarlo con el pensamiento y alimentarse.
Es uno de los más espectaculares interfaces conseguidos, hasta el momento. Hasta ahora sólo hemos visto cyborgs en películas como El hombre de los seis millones de dólares, ahora hablamos de realidad.
Jan posee dos sensores, de 4×4 milímetros, implantados en la corteza motora del cerebro. Los sensores contienen dispositivos, microelectrodos, que recogen la actividad cerebral, reproduciendo los movimientos que la persona desea realizar, de forma que captan los impulsos eléctricos neuronales y los envían al procesador.
Este avance se ha desarrollado a través de un algoritmo informático que permite imitar la forma en la que un cerebro sano controla los movimientos de los brazos.
Sin duda han sido los informáticos los que han resuelto los problemas más complejos, ya que lo más complicado consiste en traducir las señales y trasladarlas al brazo mecánico. Para ello un programa informático desarrollado (modelo de algoritmos) es el responsable de este avance. Sepamos que en computación, un algoritmo, es un conjunto de instrucciones, bien definidas, ordenadas e infinitas que permiten realizar una actividad.
Ha sido un triunfo de neurocirujanos, especialista en robótica e informáticos.