Este artículo está dedicado a Xavi Mocholi del Pub2000, con su flamante título de piloto privado de Aviación. Para los profanos un “airmiss” en el argot de la aviación es un incidente en el que dos aviones se cruzan demasiado cerca. Es decir, apunto de colisionar.
Mi primer airmiss tuvo lugar en un vuelo desde Vitoria a Sabadell, volábamos dos en una Beechcraft monomotor de cuatro plazas. Como ha transcurrido el tiempo seré sincero, nos habíamos bebido tres gin-tonics cada uno en el recién estrenado aeropuerto de Vitoria cuyo director técnico era también amigo nuestro y nos había estado haciendo demostraciones del “látigo” de pista. Lucía un día soleado y decidimos hacer un vuelo visual, nada de instrumental, volando siempre sobre el margen derecho del Ebro, así nos ahorrábamos formulismos en el plan de vuelo. Llegamos a las cercanías de Zaragoza y por radio anuncie a la torre de control del aeropuerto: “Eco Charli, Bravo Eco Papa (EC-BEP), volando en su espacio aéreo, espero instrucciones”. El controlador de Zaragoza me indicó: “los tengo en pantalla, colóquense en zulu-zulu”. Mire desconcertado a mi compañero de vuelo que llevaba los “cuernos”, a quién lo de zulu-zulu le sonaba a un cómic de Tin Tin. Ojee el libro de “petete”, coloquialmente libro donde están todos los aeropuertos de España, y no me aparecía zulu-zulu, también consulte las cartas de navegación y, finalmente, insistí: “Torre, he entendido bien zulu-zulu”, a lo que la torre contestó: “correctamente, ha entendido bien zulu-zulu”. Nos pasamos los “cuernos” y mi compañero de vuelo buscó afanosamente en libros y cartas de navegación. Al final tuvimos que llamar a la torre de control y explicar con embarazo y vergüenza: “Torre, lamentamos desconocer la ubicación zulu-zulu”. Al otro lado de la radio se oyó una orden tajante y estridente: “¡Sitúense, inmediatamente, al margen izquierdo del Ebro!”. Justo cuando iniciábamos la maniobra de “evasión”, despegaba un Boeing de la British Airway cuyas turbulencias nos empujaban más que nuestros esfuerzos de maniobra evasiva. Siempre lo recordaré, el piloto de la British era rubio y con bigote, y nos miraba con la boca abierta y los ojos desorbitados.
Ese fue mi primer airmiss, todavía no sé donde coño está la zona zulu-zulu, si lo entendimos mal o si el controlador de Zaragoza estaba más cocido que nosotros. La moraleja es no bebas nunca tres gin-tonics si pilotas… que sean cuatro o cinco.
El segundo airmiss fueron dos Phantons del E.A. que nos hicieron la gracia de un picado rasante, vinieron por las seis y desde arriba, aún siento el ruido y las turbulencias en mi estómago. No les vi las caras porque llevaban los cascos de la “guerra de las galaxias”, pero seguro que se reían al verme con la boca abierta y los ojos desorbitados.