Estoy investigando sobre un tema para un posible libro y me encuentro que los lugares donde tengo que recabar información son “restringidos”, información “no accesible” o “reservada”, que no estoy en la “bigotlist” (lista restringida de personas que tiene acceso a una clase de información altamente sensible), “no autorizado”, “confidencial”. etc. Cuando se oculta algo quiere decir que vas por buen camino.

Sólo trato de entrar, por ejemplo, en proyectos de la Agencia de Investigaciones de Proyectos Avanzados de Defensa (DARPA), o en la Oficina Nacional de Reconocimiento (ONR), adscrita al Departamento de Defensa, o en laboratorios donde se están realizando experimentos “sensibles” en nanotecnología, bioterrorismo, etc. Pero son “sólo para sus ojos”.

De pronto descubres que la DARPA financia el proyecto HAARP, esas antenas gigantes que hacen experimentos geomagnéticos con las nubes y que, según un informador y confidente, fueron las responsables de la magnitud exagerada del huracán Katerina en Nueva Orleans.

Uno se siente sobrecogido por el ínfimo papel que representamos en esta civilización. Nos creemos que estamos al corriente de lo que está sucediendo, de lo que se está descubriendo, de lo que se está cociendo y no sabemos nada. Somos títeres de un escenario que ni siquiera sabemos que decorado nos colocaran. En algunos aspectos uno se siente desolado, se siente mero espectador de una función en la que te engañan, te manipulan y aun te hacen pagar la entrada.

No nos dicen la verdad, no nos explican los peligros que corremos y dicen que es para no crear alarma social. El pueblo en la ignorancia es más manejable. ¡No hemos cambiado mucho desde el oscurantismo del medioevo!