Satélites espías: saben hasta que papel higiénico usamos.

diciembre 28th, 2017

Satélites espías: saben hasta que papel higiénico usamos

 

En septiembre de 2012 se presentó en la NASA un miembro de los servicio de inteligencia que pertenecía a la Oficina Nacional  de Reconocimiento (ONR), organismo del Departamento de Defensa. Quería hablar con los responsables de proyecto James Weeb, telescopio de 6,5 metros de diámetro que en estas fechas aún está sin lanzar y ha pasado de un presupuesto de 6.700 millones de $ a 10.000 millones de $. El citado personaje ofreció a la Agencia espacial dos telescopios que no habían lanzado y tenían almacenados. Se trataba de telescopios que van integrados en los satélites espías tipo KH-11, con espejos de 6 metros de diámetro. Eran sobrantes de los que ya existía unos 15 en órbita enfocados a la Tierra, capaces de leer una matrícula de coche y fotografiar con gran resolución una moneda de día o de noche. Los KH-11, ya anticuados disponen de visión infrarroja y otros sensores que les permiten descubrir almacenes ubicados a varias docenas de metros de profundidad, submarinos y captar todo tipo de ondas de radio, información instantánea que remite encriptada  al Centro de Operaciones. Estos dos telescopios los regalaban por ya tenían las nuevas generaciones.

Este suceso sorprendente ha vuelto a repetirse el 15 de febrero de 2017, ahora el regalo han sido dos satélites espías con sus potentes telescopios. Dos satélites de la serie NSTP-sat que nadie sabía que existían, al parecer hay generaciones más modernas. Los satélites carecen de sus equipos electrónicos y antenas, es decir de los sofisticados medios de detección por espectrografía de minerales y capacidad de diferenciación, de espectrómetro que detecta las diferentes temperaturas de lugares, capacidad volumétrica para sortear los falsos sensores de calor, alta resolución fotográfica de las cámaras de telescopio (¡mil millones de pixeles!), ordenadores, batería de litio, control variable de orientación, retransmisión instantánea. Toda una serie de complementos que han sido desmontados, menos los espejos y el diseño que la NASA se queda y lanzará al espacio en 2021.

Sépase que un satélite espía como el citado, viene a valer unos 2.500 millones de $. El precio del lanzamiento dependerá de si es lanzado solo o se aprovecha el cohete para transportar otros satélites o carga para la ISS.  En el primer caso asciende a 100 millones de $, en el segundo unos 80 millones de $ a través de la NASA, y unos 60 a través de una empresa privada como SpaceX.

A finales de 2016 había en el espacio 1459 satélites de todos los países, el 59% en misiones comerciales, el 23% civil y un 5% militares; orbitando todos ellos entre 160 y 2.400 Km de altura. Ahora su número se dispara con los CubeSat y microsatélites, que pueden lanzarse hasta 50 de golpe, lo que  significa que, si son de diferentes empresas, el costo del lanzamiento pude salir a 5 millones de $.

El post este viene a que han descubierto un palacio, fortaleza o castillo en Afganistán a través de las imágenes aéreas o un satélite espía.

El espacio orbital lo siguen dominando los satélites espías y una de sus funciones es captar información sobre recursos mineros bajo tierra y bajo el mar. Si en esa búsqueda encuentran restos arqueológicos informan, secretamente, a los científicos de sus universidades, por lo que los arqueólogos van seguros a los yacimientos dónde saben que debajo hay restos. ¡Premio y popularidad a todos los arqueólogos norteamericanos! El resto de arqueólogos del mundo tienen que explorar y patear montes y desiertos, como herramienta detectores de metales de los que hay que decir que hay muy sofisticados.

Los satélites espías llevan sensores que detectan metales, tipos de piedra, radares, espectrógrafos y espectrómetros. Saben dónde hay enterradas ciudades, caravanas perdidas en los desiertos, pecios marinos. Así se realizan los descubrimientos, barriendo extensas zonas de los bosques, de las selvas, de los desiertos, de las zonas polares, de los fondos marinos. Antes, lo máximo que se conseguía eran fotos aéreas de sembrados, en los que se apreciaban las sombras que producían las espigas de diferentes tamaños cuando sus raíces topaban con murallas o construcciones subterráneas.

Recientemente la sonda japonesa Kaguya desde su órbita detectó en las montañas Marius de la Luna, una cueva con una entrada de 65 metros de diámetro, una anchura interior de un kilómetro, y 50 kilómetros de largo. Unas dimensiones que podrían albergar una ciudad, tal vez en el futuro se convertirán en una protegida colonia lunar. Incluso cabe la posibilidad que contenga agua.

Volviendo a los satélites espías sepan que desde ahí arriba tenemos un “gran hermano” que nos vigila, que puede seguirnos vayamos a pie o en coches, y que capta todas nuestra conversaciones. Vivimos espiados y controlados… y en Facebook tienen nuestro perfil y también lo saben todo… incluso la clase de papel higiénico que usamos.

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