No me sorprende el hecho que cada vez que llega un momento señalado en el proceso independentista de Catalunya, explote una operación de la Fiscalía Anticorrupción y los agentes de investigación de la Guardia Civil, se pongan a realizar registros, buscar pruebas, proceder a detenciones de líderes políticos, etc. Siempre ocurre justo antes de elecciones, antes de movimientos ciudadanos, juicios, etc. Esta vez, en la operación PIKA, han venido de Madrid 250 agentes para hacer sus detenciones y mostrar en un escenario lo presuntamente corruptos que son nuestros políticos. No hay que ser muy corto de entendederas para relacionar «causa y efecto» y buscar un responsable rastreando y encontrándolo en las respuesta a las clásicas preguntas: ¿A quién beneficia? ¿Quienes deseaban que estallase este escándalo ahora?
Está claro que lo sucedido ha sido una operación de los Servicios de Inteligencia hábilmente planificada con las fechas oportunas, en la que han intervenido algunos de esos siete Servicios de Inteligencia que rivalizan entre ellos y que son comandados por Soraya Saénz Santamaria. Todo parece indicar que ha habido un uso partidista y del Gobierno de los Servicios de Inteligencia que pagamos entre todos, y de los que en los estatutos del CNI (entraron en vigor en octubre de 2015) se habla de tener una justa utilización de los fondos reservados.
Seamos sinceros, los servicios de inteligencia españoles, están al servicio del Gobierno de Turno, en el caso actual del PP, por lo que los fondos reservados se utilizan para los encargos políticos del partido que está en el poder. Un problema que solo se resolvería si Catalunya tuviese su propio servicio de inteligencia, tal como Alemania donde en cada Länder tiene su Servicio de Inteligencia, 16 en total. Un hecho al que aspira el Conseller de Interior con una especie de SICAT (Servicio de Inteligencia de Catalunya), pero dejemos este tema para el final.
El CNI, antiguo CESIT, opera siempre indirectamente, a través de otros, cuando se ha tratado de espiar a los rivales políticos, en el caso actual, los políticos independentista de Catalunya. Han habido partidismos que tenían y tienen el objetivo de «neutralizar» (eufemismo de la CIA equivalente a liquidar) el proyecto separatista de Catalunya. Se han comprado o sobornado periodistas, tertulianos de las TV, medios de comunicación, se ha investigado la vida privada de los políticos separatista hasta nueve meses antes de su nacimiento, se ha creado una lucha mediática en la que se ha llegado a subcontratar a Agencias de detectives privados. Toda una operación que tenía el nombre en clave de «Proyecto Horizonte». Todo subvencionado con el dinero de todos los contribuyentes, una estrategia que creaba hasta falsas historias que se había inventado una «policía patriótica» (falsas cuentas de Trias en Suiza). Se sabe que esa «policía patriótica» proveniente de Madrid, se instaló en dos pisos francos de Barcelona para espiar, con el dinero de todos, a los políticos catalanes. Algo que tenía antecedentes históricos en 1995, cuando el CESID había espiado las actividades mercantiles del «León», nombre clave de Jordi Pujol.
Más que espiar se ha difamado, es más barato, y se sabe que las calumnias quedan, mientras los desmentidos pasan desapercibidos. Los Servicios de Inteligencia han actuado como los «fontaneros» del Watergate. Han trabajado con auténticos «trepas» que, al tener informaciones sensibles en su poder – grabaciones ministeriales en las que se conspiraba contra los políticos independentistas – se han sentido poderosos y capaces de amenazar a sus superiores si no se les concedía sus privilegios. Algo característico de los trastornos mentales, especialmente en los paranoicos. En otras ocasiones han utilizado a sujetos como el pequeño Nicolás, ególatra, pico de oro, vendedor de alfombras; y otros agentes e intermediarios que no se habían enterado que las viejas convicciones, sistemas de fe o ideologías no son mas que pequeños engaños e ilusiones.
Finalizo con la preocupación del CNI por la insistencia de crear en Catalunya un servicio de inteligencia catalán dependiente del Conseller de Interior y, del futuro, Major de los Mossos d´Esquadra. Se intento en 2010 con el nacimiento del CESICAT para velar por las comunicaciones de la Generalitat, un servicio que según el CNI derivó y se convirtió en una agencia de inteligencia catalana que realizaba actividades ajenas a su misión. ¡Una «agencia» con 12 agentes informáticos y un millón de euros al año de presupuesto! ¡Anda ya! Los catalanes somos ahorrativos pero no hacemos milagros con el dinero. Un verdadera agencia precisaría unos 300 millones de euros anuales y unos 150 agentes. Por prohibirnos se nos prohíbe todo, como la base de datos imprescindibles para disponer de información para investigar, que se obliga a gestionar las peticiones al Ministerio del Interior. Peticiones de DNI, NIE, Licencia de Armas, propiedad de embarcaciones, registro de vehículos.