El Papa Benedicto XVI destaca pocos días antes de Navidad, que en el Belén no había ni mulas ni bueyes y que la estrella, con casi toda probabilidad, fue una supernova.
Vayamos por partes. En la enciclopedia de Los grandes enigmas del cristianismo, que publiqué en el año 2000, ya hago referencia a estos míticos temas. Cuando toque este tema casi se me tacho de hereje, ahora Joseph Ratzinger confirma lo que escribí.
Sobre el tema de Belén, y otros asuntos del Nuevo Testamento, los evangelistas no coinciden, no se ponen de acuerdo. Para Lucas no hay visita de Reyes Magos ni estrella de Belén. La aparición de asnos, bueyes y un establo data de textos que la Iglesia romana no canonizó hasta el siglo V o VI. En realidad el pesebre fue inventado por san Francisco de Asís, quién se basó en el Evangelio según Lucas en el que el evangelista habla que el niño Jesús fue colocado en un pesebre, y por tanto, si había un pesebre tenían que haber animales.
El buey y el asno son alegorías según la tradición de Isaías: “El buey ha conocido a su dueño y el asno el establo del Señor”.
Según Mateos hace referencia a la visita de adivinos y magos, y de ahí, san Francisco sigue montando el “belén” y piense, ¡como no!, en Reyes Magos. Luego se basó en Lucas que menciona pastores…y con esos datos, en el siglo V o VI montó el Belén.
No voy hablar hoy de la estrella, que merece más espacio, pero si decir sobre los Reyes Magos que no está escrito en el Nuevo Testamento que fueran reyes, ni magos, ni que eran tres, ni que uno era negro, ni que se llamasen Melchor, Gaspar y Baltasar. Su primera mención data del siglo VII. Por otra parte, sus presuntas reliquias, huesos, descansan en la catedral de Colonia, pero cuando se abrió el sarcófago sólo contenía los esqueletos de tres niños.
Con calma hablaré otro día de la estrella de Belén y su posible relación con una supernova.