Ha ganado Obama, creo que es más sensato en política exterior, más solidario en política social y sobre todo mantiene una Casa Blanca dentro de la laicidad, y esto es crucial. No quiero ni imaginarme a Mitt Romney en el poder rodeado por sus amigos del Tea Party – ultraconservadores, antievolucionistas, fundamentalistas, antigay, fanáticos del principio antrópico, en contra de la investigación con células madre, etc. –, y siguiendo, a la vez, los dictados de los mormones que Joseph Smith canalizó a través de un ángel que le hablaba y se llamaba Morani. Ya estuvimos al punto del caos con Bush Jr., evangélico renacido y sus ideas mesiánicas que nos llevaron a dos guerras apoyadas por una camarilla de asesores que sólo les interesaba los beneficios de las contiendas. No puedo dejar de recordad, con vergüenza ajena, a Bush en sus discursos bélicos citando a Dios como referencia de sus decisiones. Hubiera sido mejor que hubiera seguido bebiendo que no convertirse en renacido abstemio y evangélico.
Cuando las religiones empiezan inmiscuyéndose en política y libertades terminan autorizando que un criminal de guerra desfile bajo palio y que las monedas lleven inscripciones que lo hacen bendito por la gracia de Dios. Si existe Dios estará escandalizado.
Siempre que las religiones han estado junto al poder se ha producido un retroceso social importante, hoy tenemos los ejemplos de las teocracias musulmanas que han sumido a sus países en feudos de la Edad Media pero con misiles y armas contemporáneas.
Las religiones no perdonan nunca el progresismo porque saben que en la oscuridad se manipula mejor a las personas y a los pueblos.
Las religiones se vuelven agresivas y reclaman, no solo una presencia en el espacio publico, sino también un derecho al veto (anticonceptivos, matrimonio gay, células madres, etc.); quieren intervenir en la vida privada y tener un peso político, quieren que los estados sean confesionales, y manipular como en los tiempos del cardenal Richelieu.
Miedo me dan las teocracias. Ya se que este artículo es una crítica a las religiones pero si no podemos criticar a las religiones las democracias se hunden.