El peligroso encontronazo craneal en el fútbol
Si, voy a hablar de fútbol, aunque todos conocen mi desapasionamiento por este deporte del que solo he jugado en un futbolín, lo mío fue el judo, la espeleología y la aviación. El deporte es algo necesario, pero su práctica implica riesgos, y una de las partes más expuestas es el cerebro, siempre sometido al peligro de la conmoción cerebral.
Muchos deportes incluyen la incorporación del casco protector, como son las carreras de coches, motos, ciclismo, fútbol americano, etc. Otras prescinde del casco, entre ellas el fútbol del que voy a hablar, no sin antes destacar la brutalidad que significan los golpes del boxeo cuyas consecuencias dejan “tocados” a todos los boxeadores en lo que profesionalmente se denomina “demencia pugilística”, y que genera enfermedades neurodegenerativas.
Parte de los jóvenes de la familia que me rodea, tanto mujeres como hombres, juegan profesionalmente al fútbol, motivo que me ha llevado a escribir este artículo que no pretende otros objetivos que mostrar que pasa en el cerebro cuando la cabeza de un jugador impacta contra la del otro, y que debemos de tener en cuenta.
Cuando se produce el choque de cabezas el cerebro se ve proyectado contra la parte delantera de la caja craneal, y seguidamente contra la parte trasera de esta misma caja, en lo que se denomina contra-golpe. Estos violentos movimientos perjudican a las neuronas perturbando su funcionamiento. Debido al golpe los iones de calcio o potasio que activan los núcleos de las neuronas para realizar actividades (pensar, hablar, moverse, etc.) invaden las neuronas y producen un desequilibrio químico. Los iones de potasio se escapan de las neuronas. Se produce la conmoción.
Los jugadores parecen recuperarse en unos pocos minutos, pero esto no es así, como explica el neuro-psicólogo Dave Ellemberg de la Universidad de Montreal. Por pequeño que sea el golpe, el cerebro precisara un mínimo de diez días para volver a la normalidad. Estamos hablando de golpes en los que el jugador cae aturdido al suelo y no pierde la consciencia. Estos pequeños encontronazos afectan más a los jugadores adolescentes, ya que su cerebro está en plena maduración.
Los jugadores no dan importancia a estos golpes, y los entrenadores o asistentes sanitarios, si no hay pérdida de conocimiento tampoco. La realidad es que siempre se debería realizar un examen de neuroimagen, como demuestran las estadísticas. Cifras comparativas llevan a calcular que entre un 5% y un 10% de los deportistas sufren una conmoción cerebral en su vida. En el fútbol el riesgo es de un 16%. La mitad de los encontronazos se producen entre adolescentes menores de 15 años; un 29% entre los que tienen más de 16 años y menos de 19.
Se sabe que de cada diez jugadores que sufren este tipo de choque solo un pierde el conocimiento, el resto no se da cuenta que ha sufrido una conmoción cerebral y continuará, con gran riesgo, jugando el partido, por lo que se exponen a sufrir un desmayo o consecuencias traumáticas que pueden afectar a su vida social en el futuro.
Los tratamientos es algo que se debe dejar en manos de los profesionales en este tipo de especialidad de la medicina, ya que dependerán de la zona del cerebro afectada y que se detectará a través de neuroimagen (imagen por resonancia magnética, IRM), capaz de revelar el grado de desorganización de fibras de la sustancia blanca. No nos engañemos los daños pueden ser irreversibles y entrañar enfermedades neurodegenerativas análogas al Parkinson o a la de Creutzfeldt-Jacob.