La clase política que nos gobierna forma parte de una generación obsoleta, con unos valores desfasados y un mensaje de mediados del siglo pasado. Todavía no se han percatado que el sistema en que vivimos ya no tiene validez, y que la única salida es aceptar el cambio que viene, un cambio con nuevos valores en los sistemas productivos, financieros y políticos. Los políticos nos aseguran que están luchando para restablecer la situación que teníamos antes y esto, significa, que no han entendido que ya nunca nada será como antes. No queremos volver al pasado, queremos un nuevo futuro.
Son políticos que no están buscando un nuevo futuro, sino restablecer un viejo pasado. Y como excusa siguen buscando culpables de la situación actual, sin aceptar, que ellos son los responsables, y sin esforzarse en crear nuevas ideas. Sus prioridades en política no nos convencen.
No han entendido que las Instituciones políticas, financieras, económicas y religiosas forman parte de un viejo paradigma que, quieran o no quieran los continuistas, se ira diluyendo tarde o temprano en la nada como en la Historia Interminable.
El sistema actual de votación no es democrático, carece de legitimidad, sólo es un engaño para que algunos políticos se puedan perpetuar en sus cómodos sillones. Queremos listas abiertas, ese sistema que no quieren los políticos, porque muchos tienen miedo a que nadie les vote. Queremos que el voto en blanco este representado por tantos escaños vacíos como correspondan, para que sepan que no los aceptamos. Queremos que un partido que incumpla su programa electoral sea juzgado por engaño y fraude a la Constitución.
En cuanto a la duración de los cargos políticos que sean de cuatro años (ocho si se les renueva el cargo en las urnas). Tras este período de tiempo todo candidato debe renunciar a la pretensión de continuar. Los cargos políticos deben de ser un servicio altruista al País, sólo con un sueldo razonable y un retiro de dos años. Nadie debe perpetuarse, hecho que evitaría muchas corrupciones.
Debemos tender a crear consejos de sabios, de todas las disciplinas, que asesoren a los políticos, y que, tal vez, algún día los sustituyan. Recordemos que los ranking que valoran a los profesionales sitúan a los políticos en las escalas más bajas, junto a los banqueros y sacerdotes. Y que, las escalas superiores están encabezadas por los científicos, los médicos y profesionales técnicos, personas en los que la gente aún tiene confianza. Son sectores que el sistema quiere dominar porque teme lo nuevo, lo emprendedor, lo creativo, la inteligencia… En resumen, teme todo lo que carecen.
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