Hace seis meses, realizando unas medidas rutinarias, los detectores CMS y Atlas del LHC, registraron una irregularidad, una señal anómala. Destacaré que las irregularidades son frecuentes y que, en ocasiones, son fluctuaciones estadísticas. Por este motivo se crearon unos protocolos estrictos para demostrar que el registro de estas irregularidades tiene una probabilidad de diez mil millones de ser efecto del azar. Por otra parte, los detectores CMS y Atlas del LHC, funcionan en paralelo respetando una regla primordial: que sus equipos se queden enmudecidos sobre eventuales detecciones para poder confrontar sus resultados con el tiempo necesario.
Como he destacado, hace seis meses se registro la anomalía citada que podría significar la presencia de una nueva partícula que transformaría el llamado modelo estándar de la física cuántica, o «algo» completamente nuevo, ya que esta anomalía no corresponde, por ahora, a nada conocido.
Sobre esta supuesta partícula X , se sabe que su masa es de 750 GeV , y se desconoce si su spin es cero o dos. El spin es una propiedad de las partículas subatómicas que revela las reglas sorprendentes de la física cuántica, sin equivalente en el mundo clásico. El spin describe la forma que una partícula gira sobre sí misma.
La nueva partícula X solo se ha visto desintegrarse de una sola manera, en un par de fotones. Las leyes de la mecánica cuántica recogen que otros elementos podrían igualmente formarse de su desintegración. Esto sin contar que se desconoce si se trata de una partícula elemental o de un estado ligado a varias partículas.
¿Qué es lo que se ha registrado? La realidad es que se desconoce pero existen varias hipótesis inquietantes, sorprendentes y fantásticas. Así, la partícula X, podría ser el indicio de una cuarta dimensión. Sus características son compatibles a las de un gravitón (un bosón asociado a la gravedad), aunque no tiene la masa que se había previsto de 750 GeV, ya que el gravitón que está previsto en el modelo estándar carece de masa. Por tanto sería un graviton más pesado, de un modelo de física más global. Este gravitón se propagaría en una dimensión suplementaria y minúscula del espacio. Microscópicamente enrollada en sí misma esta cuarta dimensión sería difícil de captar con nuestros sentidos, es decir, sería inaccesible a nuestros sentidos. Este gravitón más ligero previsto en el modelo estándar sería un «eco» en las tres otras dimensiones.
Otra hipótesis es que la partícula X pueda ser la manifestación de una quinta fuerza del universos. Es decir, que este asociada a una fuerza que desconocemos. La partícula X es un bosón, por tanto una partícula mediadora de fuerza. Recordemos que existen cuatro interacciones: electromagnetismo, interacción débil, interacción fuerte y gravedad. Así cabe la posibilidad de que la partícula X (el nuevo bosón) podría ser mediador de una nueva fuerza que desconocemos completamente, una misteriosa fuerza que estuvo presente en los primeros momentos de la creación del universo.
Para algunos físicos cuánticos la nueva partícula X podría se trazas de la materia oscura, una señal indirecta de la presencia de esa materia oscura en los primeros instantes del universo.
Finalmente también podría ser el indicio de un mundo espejo del nuestro, la prueba de una relación con la simetría fundamental, especialmente al desintegrarse en dos fotones. De hecho cada partícula tiene una compañera como su imagen en un espejo. El fotón tendría como doble el fotino, el gluón el gluino…
Por ahora la partícula X sigue siendo un misterio que va a requerir una búsqueda voraz. Sea lo que sea, demuestra que el universo es inquietante y desconocido, que existen nuevas partículas y fuerzas que nos abren las puertas a un cosmos sorprendente, a nuevas dimensiones, a energías desconocidas. Un panorama más asombroso e increíble de lo que nuestro cerebro es capaz de imaginar.