Explicaba el otro día lo que leía Michio Kaku cuando era adolescente, que en lo que respecta a Flash Gordon e Isaac Asimov, coincidíamos.
He estado reflexionando sobre mis comics preferidos en la adolescencia. Habían varios que me encantaban: Flash Gordon y sus aventuras en el planeta Mongo luchando contra su emperador Ming; El fantasma y sus proverbios de la selva; Las aventuras del FBI, con sus personajes Jack, Sam y Bill; Mandrake el Mago, atravesando espejos que le llevaban a otros universos; y también Diego Valor y sus sillas voladoras que funcionaban con la mente. No podía soportar, es más los tiraba por la ventana, los de Roberto Alcazar y Pedrín, así como El guerrero del Antifaz. Más adelante me gustaba Tintín, Asterix y Corto Maltés, así como el genial Harúnn el Pusán y el malvado visir Iznogud. Había pasado por mis manos el Capitán Trueno, el Coyote y otros pero sin gran interés, solo me gustaban los dibujos que copiaba, especialmente los de Hazañas Bélicas de Boixcar que enseñó a todos los amantes del dibujo a representar los objetos metálicos utilizando la plumilla.
Pronto deje los comics para entrar en la lectura, y mis primeros autores fueron Julio Verne y las aventuras de Emili Salgari. Hasta que descubrí a H. G. Wells (El hombre invisible, La isla del Dr. Moreau, Cuando el durmiente despierta, etc.). De ahí pase a Isaac Asimov, Arthur C. Clark, Ray Bradbury y sus impresionantes Crónicas Marcianas, así como otros autores de ciencia-ficción. En el bachillerato descubrí a Nietzsche, Schopenhauer, Russell y otros pensadores que me suministraba el profesor de filosofía discretamente ya que eran autores prohibidos en aquella época.
Si la lectura de la adolescencia marca la idiosincrasia del adulto, a mi me marcaron estos principios literarios. Incluso llegue a conocer, una parte de la mentalidad de mis amigos, por el tipo de lectura que realizaban. Mis mejores amigos leían lo mismo que yo, añadiendo entre los comics a Rip Kirby, Superman y Tarzán, y entre los libros novelas del Coyote. Otros, los meapilas, leían la familia Cebolleta del TBO y Roberto Alcazar y Pedrín.