Si no fuera porque las decisiones de Donald Trump afectan a todo el mundo, no me embarcaría a hablar de un personaje tan peculiar. Es un multimillonario acostumbrado a hacer todo lo que se le antoja en su vida, ahora con la vida de los demás. Como la vieja guardia de los millonarios, los jóvenes millonarios de Silicon Valley son diferentes, es prepotente y demagogo. Pero, además, Donald Trump tiene una gran habilidad en hacer encabronar a la gente, lo que producirá que todos los que lo rodean terminen con úlcera de estómago. No puedo opinar sobre el porque no lo conozco personalmente, solo tengo la información de los demás que insisten en que su comportamiento debería haber sido, hace mucho tiempo, tema de estudio de la psiquiatría.
En apenas un mes de mandato ha hecho estragos en la administración del país más poderoso del mundo. Ha destituido al fiscal general, ha hecho dimitir al Consejero de seguridad Nacional; mantiene una bronca de competencias con los poderosos servicios de inteligencia; a ordenado la construcción de un muro o barrera con México, ha roto los acuerdos comerciales con Europa de la que ha dicho que le da igual que se hunda; tiene broncas con Google, Apple, Facebook, a los que limitaría su libertad si pudiera; con su carácter prepotente ha ofendido a China, México y Australia; ha prohibido la entrada de ciertos musulmanes de algunos países de Oriente Medio; tiene broncas diarias con la Prensa y TV de su país. Solo mima a Wall Street, anunciando desregulaciones que harán a los ricos más ricos y a los pobres más pobres; y a los bancos cuya principal seducción es el dinero. A pesar que no ha hecho el servicio militar, Trump tiene simpatía por las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, cuyo presupuesto es de unos 600.000 millones de dólares (China 216.000 millones; Rusia 84.000 millones; Francia 62.000 millones).
El panorama no es muy alentador. Temo que Trump no respete los compromisos medioambientales, tampoco parece que le interese muchos el progreso científico. Por sus comentarios Europa no le importa mucho, tal vez porque es la cuna de la cultura y la filosofía. No se sabe que piensa sobre los proyectos de la NASA, donde le mundo se juega salir del oscurantismo que aún colea.
¿Como ha conseguido ganar las elecciones Trump? Destacan los expertos que ha sido con un populismo de derechas que le ha otorgado su voto. Creo que Trump se ha presentado como un salvador a los olvidados ciudadanos de la América profunda. Aquellos que creen que la fuerza es mejor que la inteligencia, aquellos que disparan primero y preguntan después, aquellos que no están dispuestos a dialogar porque las cosas se arreglan con los puños. Desengañémonos a Trump le han votado los vaqueros, los cowboys, los poderosos rancheros, los rangers y los marines, los machistas y todos los que se creen poseedores de la verdad y están convencidos que tienen respuestas acertadas para todo. Generalmente personas que aún se encuentran en el oscurantismo medieval con sus supersticiones, ritos, mitos y leyendas.
Cuando interesado por saber quién había votado a Mariano Rajoy y el PP, descubrí en las estadísticas del INE que había salido con el voto de la España profunda, el centro del país, que lo habían votado mayoritariamente la gente entrada en años y sin apenas estudios. Una población conservadora, con miedos, con supersticiones, con profundas creencias religiosas, con una moral desfasada, muy temerosa de los cambios, y con la idea de que el progreso lo «carga el diablo». Sirva la similitud con la América profunda. El populismo, aquí y en América, de izquierdas o drechas, vota a su imagen y semejanza.
Existe un punto de interés que nos afecta a todos, es la actitud y formas que Trump emplee en la lucha, más bien diría guerra, que se mantiene con el yihadismo. Me preocupa las actitudes bravuconas y amenazantes de Trump, ya que esta no es una lucha que se ganará aireando los triunfos, es una lucha que realiza en silencio, sin propaganda, sin palmarés…aspectos muy difíciles de controlar en una personalidad como la de Trump. Es una guerra en la que priva la labor de los Servicios de Inteligencia, con los que Trump no se lleva muy bien.
Una web de mi amigo Gabriel Jaraba, profesor de Ciencias de la Información en la Universidad de Barcelona, insistía en la necesidad de seguir estudiando después de la jubilación, de hacer cosas interesantes, de seguir transmitiendo nuestros conocimientos y aprender nuevos. Tenemos ese doble deber de seguir inculcando conocimientos, de abrir los ojos a todo el mundo que podamos para que vean otro mundo diferente al que nos quieren condicionar, para que desarrollen un pensamiento singular, para que creen sus propios escenarios hipotéticos del mundo que viene.
El lema de que cada generación sería más prospera que la anterior se ha convertido en una utopía que comenzó un 11 de septiembre con la destrucción de las Torres Gemelas de Nueva York. Ahí se inició el error del nuevo orden mundial, de la invasión de Irak por supuesta posesión de armas de destrucción masiva, de los engaños a los ciudadanos, del fraude de los políticos, de la recesión económica, de los bancos despojados, etc. Cada día la población está más confusa, más sumida en la ignorancia, así vota lo que vota. Tenemos la obligación de seguir luchando para que la gente tengan ideas claras, y para ello hay que convertir esas idea en lo más interesantes posibles. No solo hay que dialogar con los que quieren aprender y conocer, sino con los que disienten y comprender sus razones.