Daniel Goleman se equivoca cuando dice que debemos dominar los sentimientos y las emociones. Lo que debemos controlar es la química que, a través de los neurotransmisores cerebrales, produce esos sentimientos y esas emociones. José Antonio Marina en «La inteligencia fracasada» destaca que «las emociones se vuelven irracionales cuando se adueñan, no solo del corazón, sino de toda la mente humana, La inteligencia – continua Marina -, nuestro gran recurso, resulta zarandeado por los sentimientos que no sabe manejar». Insisto, lo que no sabemos manejar es la química que produce esos sentimientos y emociones. Por otra parte, es también esa química (neurotransmisores cerebrales) la que se adueña del corazón que es, como le dice el monje al Corto Maltés en «La balada del Mar salado», «un músculo que bombea sangre, no sentimientos».
Relataré una muestra de la química del amor. Imagínense que usted, lector (también podría ser al revés y sería una mujer en vez de un hombre), está sentado en un taburete y apoyado en la barra de un bar, con un taburete vació al lado suyo, ninguno más. En el otro extremo de la barra dos hombres hablan sentados en otro par de taburetes. Usted está apoyado en la barra, más bien recostado. De pronto se abre la puerta del bar y aparece una mujer, es su mujer diez, su tipo, el arquetipo con el que ha soñado toda la vida. Ella mira el taburete vacío que está junto a usted y avanza hacía él, solo tardará diez segundos en llegar. Diez segundo en los que su cerebro activará un centenar de neurotransmisores que enviará a diferentes lugares de su cuerpo.
El primero la adrenalina que le hará ponerse en una posición más erguida, sacando pecho. Si usted fuera un pavo real abriría su cola para mostrar toda su variedad de colores, pero no es un pavo real y tiene que conformarse con una postura más varonil. La adrenalina reducirá también sus ganas de orinar: ¡no es el momento!, así como dilatara sus ojos, porque el cerebro sabe que la primera mirada con ella será crucial.
El segundo neurotransmisor que el cerebro activa es la «feniletilamina», que es la responsable de que, sin saber porque, aparezca en su cara una sonrisa tonta. El cerebro no activará una sola molécula de feniletilamina, sino varias para que esa sonrisa tonta perdure en su rostro. También se activará la noreadrenalina para que sus pensamientos sean más ágiles, para que sus respuestas sean ingeniosas.
Ella ya está a pocos metros del taburete y el cerebro nos lanza una descarga de oxitocina, la molécula del amor, que hará que , aunque usted este apoyado en la barra más pringosa que se ha encontrado en su vida, aunque el local sea lo más hortera de la ciudad, aunque huela a refritos, la oxitocina le hará creer que está en el lugar más maravilloso del mundo con la princesa de sus sueños que se acerca hacia usted. Y, tras la oxiticina, una descarga de endovalium que provocará que su imaginación se dispare y se vea abrazado y besándose con la recién llegada.
Ya está a su lado preguntando si el taburete está ocupado, y usted, con la sonrisa tonta acuestas, diciéndole que está libre. Mientras el cerebro desprende nuevos neurotransmisores como la testosterona y las feronomas que nos dan ese olor al tigre que llevamos dentro. Ahora el cerebro nos lanza una carga de profundidad, 400 miligramos de dopamina que hacen nuestro corazón lata apresuradamente, y nosotros sentimos esos latidos y decimos: ¡Estoy enamorado de esta mujer! Puse bien, nada de eso, el cerebro nos ha lanzado esta descarga de dopamina para que el corazón bombee más sangre a los órganos sexuales que tienen que estar preparados, igual que la ganadotropina los estimulara activada por el hipotálamo, un órgano que tenemos en el interior del cerebro profundo desde los tiempos reptilianos. Al mismo tiempo cuatro cientos millones de espermatozoides se moverán inquietos, contentos de salir y alcanzar el ovulo, pero también temerosos de ir a parar a las página centrales de Play Boy.
Bien, querido lector, eso es el amor…pura química que nos maneja y nos utiliza con la función de reproducirnos y sobrevivir. ¿Sabremos algún día manejarla? Por ahora solo sabemos tomar algún nootrópico y alguna dosis de dopamina.