En un par de horas de una noche estrellada he llegado a observar el paso de hasta ocho satélites artificiales, en algunas ocasiones incluso la deslumbrante ISS. Referente a estos satélites algunos son meteorológicos y otros espías.
Algunos de estos satélites espías, los KH-11, disponen de telescopios más potentes que Hubble, es decir, espejos de más de seis metros de diámetro y una resolución superior al famoso telescopio astronómico. Estos satélites espías, de los que hay una quincena (como el Hubble), pueden leer los números de la matrícula de un coche y fotografiar un objeto de varios centímetros, de día y de noche.
Se trata de satélites dotados con visión infrarroja y otros sensores que permiten definir un almacén ubicado a varias docenas de metros de profundidad, submarinos en el fondo del mar, conversaciones telefónicas y todo tipo de comunicaciones. En resumen, no hay nada que escape a estos espías del cielo que, además, no tienen órbitas fijas, sino que son susceptibles de cambiar su órbita, detenerse o circunvolar un lugar. En una ocasión observe un satélite que realizó un cambio de órbita espectacular.
Los hemos visto actuar en el asalto al refugio de Bin Laden, transmitiendo las imágenes en directo al presidente de Estados Unidos. Ni el futuro telescopio astronómico James Webb, que sustituirá al Hubble en el 2015, es tan potente y tiene tanta resolución como estos 15 satélites KH-11 que nos orbitan y vigilan. Ya se ha terminado aquella rivalidad silenciosa entre Karla, jefe de la KGB, y George Smiley de “circus” en las novelas de John Le Carré. Hoy las maquina superan a los románticos encuentros de los espías en el Chek Point de Berlín.
Estos satélites espías, de la era “orwellana del espacio”, grandes hermanos que nos observan, pertenecen a la Oficina Nacional de Reconocimiento (ONR), organismo del Departamento de Defensa de Estados Unidos, y está oficina puede lanzar estos grandes telescopios mejores que los científicos porque tiene un presupuesto 37 veces superior al de la NASA. Un presupuesto que supera toda la investigación espacia y que tiene como finalidad espiar.
Pero al parecer estos instrumentos de gran resolución para vigilar a los ciudadanos de la Tierra ya se han quedado obsoletos, de ahí que la ONR regale dos de estos satélites espías, que les sobran, a la NASA, dos instrumentos más potentes que el Hubble. ¿Qué nuevos métodos de observación tendrán? ¿Qué instrumentos de gran resolución llevarán sus nuevos satélites? Tal vez, esa tecnología se ha sustituido por “Drones” del tamaño de una libélula, con nanotecnología en cámaras de observación minúsculas que entran por todos los lugares y nos observan. El nuevo “gran hermano” es minúsculo y revolotea alrededor nuestro como una pegajosa mosca observándonos y escuchándonos con sus miles de ojos y antenas.