Aquí va mi primera reflexión del año, pero es que me están hinchando. He dicho muchas veces que leyendo los periódicos, escuchando la radio o viendo la televisión tengo la impresión que se nos esconde lo esencial.
Últimamente leer la prensa es descubrir nuevos casos de corrupción, de cohecho y de unto que copan todas las páginas. Si lees “internacional” sólo están las guerras y los escándalos ministeriales en otros países, y no hablo de Berlusconi ya que ese ejemplar de “homo prepotentis” no merece ni dos líneas. Si lees “nacional” te crece una toga en el cerebro por la cantidad de juicios de corrupción que aparecen donde pringan los segundones, los bufones, los fontaneros del Watergate, etc. Algunos juicios se remontan al mesozoico con acusados ya convertidos en fósiles de grandes lagartos. Si lees las noticias locales de Catalunya te da la impresión que estamos en un aula de parvularios donde los niños (léase políticos) hacen zancadillas a todo aquel que se mueve entre los pupitres. Luego están las páginas de economía, donde se descubre que no hay prosperidad inocente ni milagros económicos si no es a costa de terceros. Es en estas páginas donde se intuye que los bancos poseen cuentas más negras que la conciencia de un asesino y que nuestro dinero lo administran auténticos “australopithecus financierus”. Ya casi finalizando están los deportes, con sus dopajes y sus cuentas y fichajes millonarios. Apenas hay información cultural, científica, instructiva y tecnológica. Los estamentos religiosos, que ante la corrupción y las injusticias callan y ocultan la cabeza bajo tierra como un avestruz, sólo son noticia en casos de proxenetismo.
Total que sólo nos queda, como novedoso, los anuncios de contactos, las tiras cómicas, los crucigramas y sudoku, la cartelera y las necrológicas. Todo lo demás se repite como la Historia interminable, haciendo avanzar “la nada” inexorablemente.