En mi último post hablaba de los jóvenes emprendedores, la mejor generación que hemos tenido desde 1980 hasta ahora, aunque también hay que destacar que no lo son todos. Pero estoy con ellos, su tecnología aplicada y su forma de pensar.
En un interesante artículo que me pasaron se destacaba que la peor generación que hemos tenido es la denominada T, generación de la “transición”. Son los que nacieron entre 1945 y 1965, los que han controlado la política, los medios de comunicación, los sindicatos, los bancos, las universidades y las industrias. Son también los que nos han arruinado. Son los que han enredado a la generación X, los nacidos entre 1965 y 1981, para que se hipotequen hasta el culo y luego se han quedado sus ahorros.
La generación T, ahora Tap es la que impide la renovación de ideas. Una estadística de los cargos ministeriales de nuestro país muestra como copan el poder. El 43% de ministros está entre los 60 y 69 años; otro 43% entre los 50 y 59 años; un 14% entre los 40 y 49 años; y entre los 30 y 39 no ha habido ninguno. Las ideas jóvenes no interesaban en el poder.
Soy de la generación T y me las hicieron pasar canutas con la educación. Me enseñaron una historia tergiversada, una religión para subnormales, unos valores cívicos tercer mundistas, una filosofía censurada, un sexo de monjitas, etc. Nos pretendían educar en un terrible conductismo, sujetos a las ideas behavioristas y pavlovianas, para quienes el hombre no era más que un conjunto de mecanismos. Los existencialistas aseguraban que el ser humano no era más que sus actos, y desde el punto de vista marxista todos éramos elementos dependientes de la economía. Aún perdura, entre algunos psicólogos anclados en el pasado, la teoría freudiana, según la cual no somos más que la pericia de nuestra libido. En realidad cualquier mujer con una mínima formación, tiene que haber roto con las ideas de Freud y su machismo.
Entre los condicionamientos que nos imponía estaba el más peligroso, el conductismo, una tendencia ultrapragmática estadounidense que condicionaba la educación. Para los conductistas los animales no sentían dolor, eran cajas negras. El conductismo aplicado a la educación rozó los límites de la coacción a la libertad humana. No es de extrañar que los ministros de la generación T sean autoritarios, demagogos y dictadores.
Nos revelamos en mayo de 1968. Los apedreamos, destruimos sus símbolos y los escandalizamos. ¡Esos eran los míos! Nos acusaron de hippys y fuimos demonizados por la Iglesia católica.
Para Toni Negri “el siglo XX no existió hasta Mayo del 68, fue una continuación del siglo XIX. Mayo del 68 supuso una ruptura tan salvaje con las ideologías del siglo pasado que ahí empezó el siglo XXI”. Julia Kristeva añade: “Nada de lo que se hace de nuevo hoy podría haber sido posible sin mayo del 68. Sin el 68 no se hubieran abierto paso los socialistas franceses y no se hubiera puesto en cuestión el totalitarismo comunista, ni hubieran nacido los movimientos feministas, la ecología, etc.”.
De Mayo del 68, Bernard-Henri Lévy aseguraba: “Era necesario el pensamiento del 68 para llegar, al final del final, al consenso democrático en el que, provisionalmente, comulgamos”. Y Louis Pauwels, autor junto a Jacques Bergier de El retorno de los brujos y la revista Planete; advertía desde la escalinatas del Odeón que “para cambiar los sistemas sociales primero había que cambiar las estructuras mentales”.
Lamentablemente la generación T pudo con nosotros, perdimos la batalla por creer que habíamos vencido y nos relajamos. Muchos fuimos comprados, manipulados nuevamente o marginados. Lo siento por todos aquellos de la generación X, que ahora sufren las consecuencias del fracaso y se encuentran hipotecados y sin trabajo.
Confío en la generación de los nuevos jóvenes emprendedores, estoy con ellos, me siento parte de ellos, los envidio por la edad, pero los admiro… le han echado cojones al sistema y lo están cambiando. Espero que no se relajen como hicimos nosotros.