Se juzga al soldado Manning, analista de espionaje, que filtró al grupo de Julian Assange 700.000 documentos clasificados. Hoy los espías, gracia a las nuevas tecnologías, no pasan un microfilm, sino cientos de miles.
El soldado Bradley Mannig es un héroe para unos y un traidor para otros. Hizo que se convirtiese en público miles de correos diplomáticos en los que se ponía al descubierto el cinismo de embajadores, cónsules y agregados a Embajadas. También filtró un video en el que un helicóptero Apache militar de EE.UU. mataba a varios civiles en Irak y dos periodistas de Reuters en 2007.
Manning creyó que si el público tenía acceso a esta información, podía hacer del mundo un lugar mejor. El mundo ha tenido acceso a la información y no es mejor, incluso diría que debido a la persecución de la organización Vikileaks, es peor en cuanto a transparencia de muchos hechos internacionales.
Hoy se le juzga con restricciones de libertad a la prensa en la sala del tribunal. Hoy Julian Assange sigue recluido en la embajada de Ecuador en Londres para evitar ser extraditado a Suecia, por presuntos cargos de abusos sexuales; también se expone a que desde Suecia se le extradite a Estados Unidos donde los cargos serían de espionaje.
Hoy el mundo sigue viviendo en la caverna de Platón, viendo las sombras que nos dejan ver. Sombras que en ocasiones son falsas y sólo aparentan ser lo que interesa que sepamos.
El juicio del soldado Manning aun durará días. Mientras los activistas del Centro de Derechos Constitucionales intentan que el juicio sea transparente, que se permita entrar a todos los medios y que la juez no bloquee el sonido en la sala de prensa cuando considere que algo es secreto y pone en peligro la seguridad nacional.
Evidentemente no tendremos parte de la información y no se podrá cumplir el deseo de Manning de “hacer del mundo un lugar mejor”.