Se está produciendo en nuestro país una fuga de cerebros en el mundo de la investigación científica, como consecuencia de los recortes en I+D, y las pocas esperanzas de contratación entre los jóvenes doctores.
Lo más grave es que nuestras instituciones científicas envejecen, el personal de plantilla supera los 55 años, no hay jóvenes becarios, doctores recientes, sabia nueva con talento capaz de aportar nuevos descubrimientos. Sépase que existe una edad para los grandes descubrimientos. Las grandes teorías, las grandes ideas y descubrimientos, fueron aportadas por los científicos cuando sus edades no superaban los cuarenta años. Es entre los 25 y 35 años cuando se desarrolla la mejor creatividad entre los científicos, es el período de los grandes descubrimientos. Por lo que son los jóvenes los que impulsan la ciencia, aportan originalidad y nuevas ideas. Y esos jóvenes, hoy, huyen despavoridos al extranjero ante el panorama asolador de la ciencia en España.
Ya he explicado, en otras ocasiones, que los recortes en I+D tendrán unos efectos nefastos en nuestro país a corto y largo plazo. Efectos que se traducirán en disminución de las patentes, carencia de progresos farmacéuticos, industriales y desarrollo de nuevas tecnologías.
Al parecer el Gobierno, a quién este tema no le preocupa mucho y sigue pensando en que “inventen otros”, ha preparado un borrador denominado Avance de Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación 2013-2020. He leído por encima este borrador, me ha sorprendido que no disponga de un presupuesto, fuentes de financiación y previsiones en la contratación de personal. Sólo admite que en 2011 hubo un recorte de 2,8%, y omite a cuanto asciende el recorte de 2012. Por ahora sabemos que en las Universidades los recortes en investigación llegan al 80% en los presupuestos del 2013. El borrador de Avance de Estrategia Española de Ciencia, Tecnología e Innovación, promete ser más conflictivo que el borrador de la LOMCE.
Mientras tanto los cerebros se marchan al extranjero donde, afortunadamente, tienen buena acogida, especialmente en Estados Unidos, Alemania, Reino Unido o Australia. Y en nuestro país las instituciones científicas envejecen y los buenos científicos que aguantan se encuentran sin jóvenes doctores a quién orientar y dirigir en sus innovadores proyectos.