A veces me da la impresión de que estamos viviendo en el medioevo, ese periodo de oscurantismo en el que abundaban las profecías sobre el fin del mundo. Ahora de pleno en la era de los avances tecnológicos y de la conquista del espacio, no hay año en que no salga por ahí un visionario anunciando el fin del mundo. Son profetas que actúan solos o representan a grupos o sociedades para-científicas que nos anuncian el fin de nuestro mundo basándose en teorías aparentemente rigurosas. Sus vaticinios se basan en misteriosos planetas que giran alrededor del Sol y se aproximan a la Tierra, en asteroides que se acercan velozmente en rumbo de colisión con nuestro planeta, en extraños paralajes que invertirán la Tierra, etc. Toda una serie de augurios que consiguen endilgar por Internet o vocear por alguna cadena de televisión amiga de morbo y del sensacionalismo. Últimamente, algunos de estos profetas,han anunciado fechas concretas y aconsejado a sus seguidores que se ocultasen en sótanos y refugios ante el final eminente. Luego, lo de siempre, nada de nada, como diría la canción «la vida sigue igual». El vocero del fin del mundo siempre encuentra argumentos que justifican su desacertado pronóstico, debido a las difíciles interpretaciones de textos hebreos o retruécanos misteriosos. En realidad, al margen de cuatro ingenuos, ya no los cree nadie, y cuando anuncian otros fin del mundo, la gente, que ya pasado por tantos fallidos, se lo toma a chunga.
Desde que se formó la Tierra ha estado en peligro constantemente. Circunstancias de todo tipo han producido gran número de extinciones totales y locales. Han caído asteroides, han explotado mega-volcanes que han ocasionado inviernos nucleares, han habido glaciaciones, y otros fenómenos destructores de la vida que desconocemos. Pese a este tortuoso camino las especies han logrado sobrevivir y llegar hasta dónde estamos. Como acertadamente dice un personaje de la película «Jurasic Park»: la vida siempre encuentra un camino.
El azar ha permitido que desde hace unos 25.000 años ningún fenómeno geofísico o astronómico se produjera en nuestros planeta, hecho que ha permitido, por azar, que se desarrollase una civilización y llegásemos hasta la actualidad. Vivimos por un capricho del azar, suerte, hemos salido premiados en la rueda de la fortuna del Universo, no con dinero, sino con supervivencia. Este acontecimiento tan importante tendría que hacer reflexionar a los habitantes de la Tierra de lo importante que es la vida, de que tendríamos que venerarla y no desperdiciarla con enfrentamientos bélicos o comportamientos mundanos.
El fin del mundo es algo particular. Es el fin del mundo para aquel que muere en este planeta, para el que deja de existir….ese si que atraviesa un fin del mundo. Pero también están en el fin del mundo los que viven de los chismes, los cotilleos, los cotorreos y las banalidades sin ser conscientes de lo importante que ha sido haber llegado hasta aquí.