El nuevo paradigma están transformando las fuentes de financiación de la investigación en Estados Unidos. Son los filántropos los que impulsan las investigaciones más audaces y avanzadas, que en muchos casos el Estado no se atreve a impulsar. Son las empresas privadas las que compiten con sus cohetes y módulos espaciales con la NASA.
Hace años los filántropos donaban parte de sus fortunas a obras benéficas, a ayudas al tercer mundo. Hoy donan millones de dólares a la ciencia. Se manifiesta una preocupación por querer acelerar los avances y proyectos científicos que, en manos del Estado, están muy burocratizados y se desarrollan con lentitud.
Los magnates cubren todas las ramas de la investigación. Recientemente Google, eBay y Facebook, colaboraron en construir un telescopio para detectar posibles asteroides que amenazasen con impactar con la Tierra. También Google, el magnate ruso Dmitry Itskov, el MIT y la Universidad de la Singularidad de Kurzweil, se han lanzado a la aventura millonaria de transferir los cerebros humanos a avatares, una búsqueda de la inmortalidad.
Los mecenazgos abarcan todos los campos, desde la biomedicina a la bioingeniería, de la conquista de los fondos marinos a la llegada del hombre a Marte. Son inversiones millonarias, en las que sólo Bill Gates ha dedicado más de 10.000 millones de dólares en investigaciones en los campos de la salud pública.
Estos mecenazgos están contribuyendo a que se avance muchos más rápidamente de los previsto en solucionar enfermedades relacionadas con el cáncer, diabetes, Alzheimer, Parkinson y las fibrosis quísticas.
Algunos gobernantes no ven con buenos ojos estos mecenazgos por el hecho de que sus filántropos deciden en que campos quieren donar sus dineros y en que investigaciones. Por lo que crean sus propios centros de investigación, sus fundaciones, sus laboratorios, sus bases de cohetes interplanetarios, etc. Toda una serie de instalaciones que quedan al margen del Estado. Querrían algunos gobernantes que las donaciones fueran directamente al Estado y esté ser quién decidiese en que investigaciones invertirlas. Pero ya no es así, los filántropos quieren tener la seguridad que la totalidad de su dinero donado se dedicará a la investigación sin que la mitad se pierda manteniendo administraciones y personal del Estado.
Los multimillonarios de hoy prefieren invertir en ciencia que pagar impuestos para crear ejércitos que combaten por intereses desconocidos o agencias que controlan los teléfonos los e-mail y se dedican a espiar a los ciudadanos.
Los nuevos altruistas no son todos los multimillonarios, pero si los más jóvenes y emprendedores, especialmente de las tecnologías emergentes. Sépase que Bill Gates y su esposa Melinda y Warren Buffet, anunciaron la campaña “Giving Pledge” (Promesa de dar) solicitando a 500 multimillonarios de EE.UU, que donasen parte de sus fortunas para la medicina, la ciencia y la ayuda a los necesitados. De los 500 multimillonarios sólo se comprometieron un centenar. Aún quedan supericos que se llevarán sus fortunas.