Existe una lucha feroz entre salud y economía.
He leído las presiones que realizaron los empresarios a diversos ministros del gobierno para que esté no decretase el estado de alarma por el Covid. Para los empresarios y la patronal la economía era más importante que la salud. Es lamentable pero es así, de ahí no nos debe extrañar esa venta de armas que prolifera en el mundo y que tan buenos beneficios produce en el sector armamentístico sin importar tantas muertes y destrucción en algunos países.
Entramos en la lucha contra la pandemia tarde, debíamos haber actuado antes, se tardó demasiado en autorizar pruebas en los casos de neumonías atípicas, se minimizaron los riesgos retrasando la adquisición con regateos en los precios. Cierto es que carecíamos de la información necesaria sobre ese enemigo letal que nos acosaba. Siempre he dicho que la información es poder, y que con ella podemos anticiparnos a muchos acontecimientos.
Tardamos en reaccionar contra la pandemia, por ejemplo creíamos que lo que estaba pasando en Italia no ocurría aquí, así que dejamos seguir comunicándonos con este país vía aérea con 200 vuelos diarios.
La pandemia nos cogió “en bragas”, sin una infraestructura sanitaria necesaria que, por otra parte, ya demandábamos hace años y cuya única respuesta eran nuevos recortes económicos. Nos pilló sin equipos de respiraderos, sin mascarillas, sin medicamentos adecuados, sin personal sanitario suficiente, sin programas de informática para obtener unas buenas estadísticas por lo que las notificaciones eran nefastas y los equipos informáticos inexistentes, y todo eso con unos empresarios y directivos políticos con la convicción de que no va iba a pasar nada. Era tal nuestra ignorancia que, en los primeros meses de pandemia, ni sabíamos que el virus se transmitía vía aérea. Como resultado miles de fallecidos entre la población y otro tanto entre los sanitarios que eran los que más riesgo corrían y más necesitábamos. Muchos arriesgaron y sacrificaron sus vidas por salvar otras.
Creo que esta pandemia ha enseñado muchas cosas a empresarios, políticos y a los propios médicos; creo que va a cambiar los conceptos sanitarios y, sobre todo llevarnos a una medicina biogenética y regenerativa. Y especialmente nos ha enseñado que la inversión en sanidad no debe ser solo con el objetivo de curar, sino también prevenir, y la previsión se consigue investigando.
El Gobierno ha tenido que tomar medidas restrictivas que no fueron bien vistas por una población que creía que era más importante sus negocios que la salud. Las medidas que se tomaron nos han mostrado lo precario que estaban los empleos, las cantidad de gente, sobre todo temporeros, que seguían careciendo de contratos, la debilidad de nuestros empresarios que carecían de reservas económicas y no podían aguantar cerrados más de una semana. Todo un mundo empresarial de portada.
También han aparecido los salvadores, los negacionistas, los antimascarillas, los adivinos del tarot, estos últimos han hecho el agosto. Los negacionistas presentaron una fuerte resistencia ante el cierre del ocio nocturno, discotecas y restaurantes, aunque la evidencia era patente que estos fueron los lugares de máximo contagio. Hasta la Iglesia cerró sus puertas a las misas, no sé si para que no se contagiasen los escasos feligreses que acuden o los sacerdotes. Lo cierto es que hay una cierta similitud entre los anticientíficos, antievolucionistas, los negacionistas del cambio climático (como Exxon) y los negacionistas de la covid. Un sentimiento de unidad con la derecha religiosa donde proliferan estos “anti”.
Ahora estamos superando, salvo una fuerte y más probable oleada tras semana santa, esta pandemia con las vacunas que han elaborado los laboratorios farmacéuticos. Espero que nos demos cuenta que la historia de la humanidad ha estado llena de pandemias, que estas pandemias siempre han existido, que este mundo no es nuestros es de las bacterias y los virus; que en el futuro habrán nuevas pandemias, que precisamos prever con una nueva medicina e higiene, que cada vez la gente se desplaza más convirtiéndose en porteadores de enfermedades de las que algunos somos inmunes y otros no. Debemos empezar a considerar mucho más los alimentos, prescindir de muchos de ellos (carnes, alcohol, dulces, sal, etc), debemos empezar a considerar una higiene y vacunación para los animales desde los que no saltan muchas parásitos, virus y bacterias.
Sospecho que en España una de las causas de los retrasos en la entrega de vacunas se está produciendo por intereses crematísticos, dado que varios laboratorios están preparando una vacuna «made in Spain», por lo que un retraso beneficiaría, en la compra, entrega o distribución, a la nueva vacuna.
El futuro de nuestra salud está en la calidad de la vida. Prescindir del tabaco y el alcohol, así como vencer el estrés crónico. Una inversión sin límites en sanidad, creación de un sistema de vigilancias epidemiológica global, adquisición de modernos equipos médicos, inversiones en investigación y en ensayos clínicos, y desarrollo de una medicina biogenética y regenerativa.
Espero que sepamos aprovechar ese lado de la pandemia que nos puede impulsar a la valoración política de una nueva sanidad, y a más inversiones en la ciencia que está demostrando que es el único camino para conocer el sentido de la vida.