Este planeta no es nuestro es de los virus
Vivimos en un astro que por la belleza que ofrece desde el espacio lo hemos llamado “El planeta azul”. Es nuestra casa, nuestro habitat y nos consideramos dueños y propietarios de la Tierra, así como el ser más inteligente y poderoso de su entorno.
Pero en realidad, no somos el centro de la creación, somos los invasores de un mundo que pertenece a los microbios, bacterias y virus. Estos pequeños organismos, que para algunos científicos son seres vivos (una forma de vida biológica acelular), aparecieron en la Tierra hace millones de años, teniendo un papel importante en la evolución temprana. Evolucionaron junto a las primeras células que aparecieron en nuestro planeta y ahora están en todos los ecosistemas de la Tierra, son la entidad biológica más abundante. Se han apoderado de las plantas donde se alimentan de su savia, se instalan en insectos (aracnidos y mosquitos), populan por la atmófera flotando en el aire, invaden animales mamiferos y, desde ellos, saltan a los seres humanos, su misión es infectar células y formar nuevos virus.
Los cientificos han catalogado más de cinco mil virus diferentes, y se calcula que existen millones.
Para darnos una idea, si apilamos cien mil virus uno sobre otro alcanzaremos el grosor de un cabello. Sepamos que cada centimetro cuadrado de la piel de nuestro cuerpo alberga 10.000 bacterias, y que una gota de saliva de un milimetro alberga 50.000 millones de bacterias. Somos un excelente portador y transmisor.
Los virus no han desaparecido con los grandes cataclismo que han asolado nuestro planeta. Han ocupado el nicho biológico de los anteriores virus, han mutado para adaptarse y se han preparado para penetrar en seres más complejos, en defintiva, han estado rearmándose para avanzar cuando las condiciones han sido más favorables.
Nuestra especie, objetivo de muchos de estos virus, les ofrece las ventajas de las aglomeraciones urbanas, un lugar ideal para extenderse. Una ley de la naturaleza destaca que las concetraciones de animales – granjas de pollos o cerdos- multiplican el riesgo de enfermedades. Y esta ley afecta también a las concentraciones humanas en las urbes.
Antes un virus, para saltar de un continente a otro, precisaba semanas o meses de navegación. Hoy un portador de un virus puede hallarse por la mañana en un recondito lugar de la selva de Brasil, y por la noche estar cenando en París.
Antes precisabas estar en un país asiático para probar determinados “manjares” gastronómicos como serpientes, algas, escorpiones, hormigas, peces exóticos… etc. Hoy dispones de todos estos especiemenes en los mercados europeos. En un muchos casos son portadores de enfermedades desconocidos. El mismo tráfico de animales para ser vendidos como mascotas, significa un gran peligro.
Hemos invadido el espacio de muchas especies salvajes, hemos depredado y hemos ingerido carnes de animales sin ninguna garantía y precaución.
Las granjas han multiplicado y concentrado los animales. Aves y porcinos se han revelado como portadores de muchas infecciones. Es a través de estos animales y vacunos, que hemos convertido en inoperantes nuestros antibioticos. Hemos transformado genéticamente muchos de estos animales convirtiéndolos en presas de microbios con los que antes se encontraban inmunizados.
Nuestros viajes turísticos a lugares donde hay animales salvajes se ha convertido en una moda peligrosa, ya que la presencia humana en estos lugares favorece el salto de agentes patógenos de animales a personas. La intrusión de carreteras, industrias, etc., en bosque y selvas, lleva a nuevos contactos con animales que buscan alimentación entre las nuevas construcciones y, lamentablemente, también traen nuevos microbios y virus, como son los casos del Sida, Hendra, Nipah, Marburg….
Los coronavirus se convierten en una familia muy peligrosa, ya que saltan a los humanos via una proteina (AE2c).Todos los virus tienen hoy condiciones favorables para su aparición.
Lo vergonzoso de nuestros políticos se remonta a 2015, año en el que los investigadores de la Universidad de Marsella solicitan a la Comisión Europe una dotación económica para identificar nueve familias de coronavirus. La dotación fue denegada y en 2016 aparece Zika en Brasil, en 1019 SARS-CoV-2 y en China el coronavirus COVID-19. Solo en plena pandemia la Comisión Europea estuvo dispuesta a otorgar recursos…pero ya era demasiado tarde.
La crisis actual, la pandemia del COVID-19, ha estado advertida desde hace años. Yo mismo, en mis artículos y libros, he advertido del peligro de un virus como este, de la misma manera que advierto sobre la necesidad de prepararse para otras crisis atmosféricas, geológicas y astronómicas.
Los políticos no se toman en serio las advertencias que les hacen los científicos. No leen sus artículos en miles de revistas. No subasanan los fallos que se denuncian en los sistemas de alerta. Ocultan los peligros para que no se les califique de pesimistas y se les fuerze a invertir dinero en sucesos que, posiblemente no acaeceran en sus mandatos. Sus alarmas siempre se producen a destiempo, con retraso, porque siempre esperan ver si los acotecimientos arreglan las cosas por si mismas.
¿Por qué aparecen estas pandemias? Los virus que las componen han existido siempre, pero ahora les hemos ofrecido más facilidades para que lleguen a nosotros. El planeta Tierra no es de los humanos, es de los microbios.
Tras millones de contagiados, y cientos de miles de muertos, el COVID-19 será vencido. Conseguiremos un tratamiento y una vacuna, pero precisamos un cambio de estrategia, un rearme sanitario prioritario en los presupuestos de todos los países. Un proyecto común, algo que una a todos los países de la Tierra sin egoismos, competencias o secretismos. Necesitamos almacenes de materiales de protección, igual como los ejércitos almacenan sus municiones. Necesitamos equipos de observación por todo el mundo en unas maniobras constantes como las que pratican los ejércitos.