Estamos rodeados de “sabelotodo”
Me hablaba ese amigo de tertulia de vermut que siempre cito de la gran ignorancia que existía en el mundo. Lo realizaba tras haber escuchado los dos a un sabelotodo que a gritos vino a darnos lecciones sobre el comportamiento de los perros, lo bien educado que estaba el suyo y no uno que le acababa de morder en la mano. Todo eso lo explicaba con gran agresividad, y por supuesto desconocimiento de la “psicología” canina y su adiestramiento.
La ignorancia de los temas lleva siempre a los “sabelotodo” a conclusiones equivocadas. Este sujeto que había sido agredido por un perro a cuya dueña califico de “horroroso Michelin”, achacaba lo sucedido a la fealdad e incapacidad de su dueña de impedir que su perro lo hubiera mordido. Afortunadamente, mi amigo y yo, nos fuimos antes de que el “sabelotodo” explicase su versión de los hechos, una versión que, por supuesto estaría condicionada a su visión de los acontecimientos y su inculpabilidad.
Los ignorantes no se dan cuenta de su ignorancia y, por supuesto, nunca llegarán a aceptar que siempre somos culpables de los hechos que no suceden. Tanto si contraemos un virus o nos muerde un perro, siempre somos culpables y responsables. En el caso del virus por no haber tomado precauciones, en el caso de perro por poner la mano dónde no debíamos.
La lección de aquel suceso y el encuentro con el “sabelotodo” me la dio mi amigo cuando destaco que la gente utilizaba los gritos y la voz alta, como el sujeto del perro, para autoconvencerse a sí mismo y convencer con su megafonía a los demás. También me indico mi amigo, muy acertadamente, que la gente utiliza la agresividad verbal para esconder su ignorancia.
La gente, para hacerse valer, necesita demostrar que son entendidos en una materia. El “sabelotodo” es entendido en todas las materias, desde Mecánica Cuántica, hasta cirugía neuro-cerebral. El “sabelotodo” sabe cuál es el mejor coche del mercado, el mejor extremos izquierda de futbol y hasta el más efectivo quitamanchas.
¿Qué hacer cuando uno se encuentra con un “sabelotodo” que vocifera su ignorancia con agresividad? ¿Vale la pena tratar de explicarle que sus argumentos están equivocados?
Personalmente no hablo de temas que desconozco, procuro escuchar y aprender sobre lo que me explica el interlocutor. Y aunque se me pueda tachar de ignorante, pregunto sobre lo que me explican, y sobre todo estoy atento a la actitud del narrador, su discreción, su humildad y su lenguaje.