Es evidente que la política, en casi todos los lugares del mundo, ha sufrido un gran descrédito, especialmente los partidos que la representan. El sistema democrático tiene sus fallos, pero los autoritarismos y los sistemas oligárquicos son peores ya que se convierten en déspotas.
La era de la democracia de los partidos parece llegar a su fin, por los menos en credibilidad entre los votantes. La corrupción, la falta de ideología, el incumplimiento de los programas, los intereses partidistas por encima de los intereses de los ciudadanos, el incontrolable manejo de dinero oscuro, el aferramiento al escaño y al poder por encima de todo, el amiguismo, etc., son toda una serie de factores que no se han podido solventar, ni aquí ni en otros países. Hechos que han conseguido que el electorado sea cada vez menos fiel y más volátil.
Ante la crisis de los partidos se presentan varias alternativas. Una de ellas es mantener el sistema actual con cambios obligatorios: elecciones primarias en todos los partidos con participación de los movimientos sociales; desaparición de la disciplina de voto; listas abiertas; validez del voto en blanco y escaño vacío correspondiente a la proporcionalidad de papeletas en blanco; más referéndums vinculantes de consulta ciudadana, tipo Suiza; cumplimiento del programa electoral.
Otros sistemas preconizan la necesidad de que los políticos tienen que convertirse en un servicio al país, por lo que no pueden perpetuarse más de un tiempo determinado, luego deben volver a su trabajo normal. Sus emolumentos estarían determinados por la ley, y tras haber desarrollado su servicio tendrían un retiro de dos años como el resto de los ciudadanos.
Otros abogan por el fin de los monopolios por parte de los partidos, con una presencia y participación de los ciudadanos. Internet puede ser un elemento importante de conexión instantánea, incluso de votación en referéndum o muestras de lo que desean los ciudadanos, una herramienta de una verdadera democracia con la opinión de todos instantáneamente.
Algunos politólogos ven el futuro de los partidos acabado y sustituidos por nuevas fórmulas. Las tecnocracias en donde los especialistas en diferentes materias toman decisiones técnicas; pero en este sistema no podemos olvidar la presencia de los humanistas. Otro sistema son los consejos de sabios que permanentemente aconsejen a los políticos sobre las decisiones que han de tomar y sus consecuencias, es de decir, la creación de unas Think Tank permanentes que estén asesorando. Los más futuristas ven la gobernabilidad en manos de la cibercracia, el asesoramiento por potentes ordenadores que calculen las probabilidades de las decisiones y los riesgos estadísticamente. Este último sistema terminaría por eliminar a los partidos y a los políticos, un riesgo que también puede tener sus circunstancias en contra.
En cualquier caso el sistema hoy no funciona, y requiere un cambio inmediato con el fin de eliminar la corrupción, los monopolios y que la política termine cayendo en manos de las multinacionales… si no lo está ahora.