“Es de tu miedo de lo que yo tengo miedo” le decía Romeo a Julieta en la obra de Shakespeare.
El miedo es el arma de los que son incapaces de dialogar, de los que quieren mantener su poder por encima de todo, de los prepotentes y de los opresores. El miedo es el arma que utilizan los dictadores, las religiones intransigentes, los terroristas, los fanáticos y los fundamentalistas. En general todos aquellos que se creen en la posesión de la verdad.
Abordo este tema en unos momentos en que muchos ciudadanos intimidan a otros con el miedo a lo que pueda pasar. Lo hacen con el miedo, que es una forma solapada de amenazar. Insisto, el único miedo es desconocer.
Lo que mueve a algunas personas es el miedo a perder su estatus quo, una situación en la que ellos viven mejor cuando los demás están sometidos. La opulencia y el poder tienen un gran miedo a la singularidad y a la libertad. Los conservadores y algunos sistemas políticos nos amenazan con el miedo. Quieren que nos quedemos en casa, hipnotizados por la televisión que invade nuestros cerebros con el virus de la información que ellos manejan. No quieren que leamos, que nos informemos, les joroba Internet y las posibilidades de comunicación y aprendizaje que ofrece este medio. Internet, la lectura y escasos canales de televisión (Odisea, Historia, National Geographic, Discovery, etc.) nos abren a nuevos conocimientos, que no gustan al sistema. El sistema, tanto político como religioso, prefiere mantenernos en el oscurantismo, en el medioevo del conocimiento. En la época medieval, se vivía con el terror de la peste; hoy, algunos, vivimos con el miedo de volver a una época de oscurantismo e ignorancia; otros con el miedo de que comprendamos la verdad de nuestros ser, la existencia de nuestra consciencia…la verdad de nuestra historia.
Con el miedo no nos habríamos enfrentado a los dictadores, a la Inquisición de la Iglesia, a las mentiras que nos pretendían hacer tragar. No habríamos progresado y seguiríamos en oscuras cuevas pintando bisontes; nuestra medicina seguiría creyendo, para no caer en herejía, que la sangre no circulaba por las venas; no habríamos ido a la Luna ni explorado los fondos de mar.
Los que esparcen el miedo son los cretinos de siempre, los que quieren que todo quede igual para no encontrarse atenazados al miedo del progreso y lo nuevo. Lo hacen de ciudadano a ciudadano, alertando de lo que puede pasar si no seguimos con las mismas costumbres, las mismas creencias y la misma opresión.
Para finalizar recuerdo el dicho chamán que destaca: “Sila ersinarsinivdluge” (No tengas miedo del universo).