Bidones radiactivos emergen en el Canal de la Mancha. Ya en mayo del 1968 se incluyó en las protestas lo que se consideraba una barbaridad, lanzar al fondo del mar bidones con residuos nucleares radiactivos. Decíamos estonces los estudiantes de aquella época que tarde o temprano se oxidarían, se agrietarían y sus residuos escaparían contaminando el mar. Pues bien ha sucedido, varios bidones radiactivos han aparecido a 124 metros de profundidad en el Canal de la Mancha, dejando escapar su radiactividad letal.

Las autoridades están tratando de saber cuanto de letal es esa contaminación radiactiva, y de cuantos bidones se trata. Quiero recordar que entre 1950 y 1963 se utilizó  estúpidamente el mar de almacén de residuos nucleares, que se lanzaron más de 17 toneladas en barriles, y que los responsables de convertir el fondo marino en un cementerio nuclear, siempre aseguraron que esos bidones aguantarían siempre y que no había ningún peligro. Pues no han aguantado y se ha registrado radiactividad en el Canal de la Mancha.

Es momento de recordar que, además de la amenaza de los bidones, hay un gran número de submarinos nucleares soviéticos obsoletos fuera de servicio en Ucrania, amarrados en astilleros con sus reactores nucleares que no se pueden desmontar. Eso sin contar con los que habrán perdido durante la guerra fría y no han dicho nada. Que sepamos el Kursk se hundió en el mar de Barents y no se sabe si se ha recuperado su reactor nuclear. Y los Estados Unidos perdieron el Thresher en 1963 frente al Cabo Cod, y ahí está hundido con su reactor nuclear supurando.

Lanzar bidones con residuos nucleares ha sido una de las mayores estupideces que se ha podido realizar. Nada, absolutamente nada, resiste la oxidación del fondo del mar. Tarde o temprano termina por agrietarse y presenta fugas. Lo que no esperaban los “técnicos” es que esto sucediese tan pronto. Estas son las consecuencias de no pensar en el futuro, de endosar los problemas a las generaciones de mañana…a nuestros nietos.