Se ha publicado uno de los mayores descubrimientos de la moderna neurobiomedicina, en la que han intervenido otras especialidades como la nanomedicina.
El descubrimiento es de una importancia vital y significa un avance sin precedentes en la curación de las enfermedades que afectan al cerebro. Quiero destacar que el descubrimiento ha corrido a cargo de Ernest Giralt y su equipo del Institut de Recerca Biomédica de Barcelona (IRB) a quienes ya felicite por su gran trabajo.
El problema es que la ciencia y la medicina se han especializado tanto y se han tecnificado de tal manera que, el ciudadano medio ya no llega a comprender los nuevos avances ni descifrar su complicado lenguaje al ser descritos.
Trataré de explicar el descubrimiento de la forma más accesible a todos, espero que sus descubridores no se disgusten conmigo si no aplicó el mismos rigor, a ellos les pasaría lo mismo si tuvieran que describir la importancia que tiene una partícula recién descubierta en el modelo estándar de la mecánica cuántica.
Empezaré por explicar que existe algo que se conoce como barrera hematoencefálica, una especie de impermeabilización que impide que el caudal sanguíneo inunde las neuronas del cerebro. Es una “aduana” que no deja traspasar a nadie.
Los investigadores del IRB han desarrollado una miniproteina (péptido) que atraviesa la barrera y resiste a las proteasas, unas enzimas que rompen una proteína cuando intenta atravesar. Es decir, hacen de celosos aduaneros que te destruyen si intentas pasar. Los miembros del IRB han hecho resistente a este péptido realizándole una serie de cambios, haciendo que llegue ligado a unas proteínas, las transferrinas que contienen hierro. Como el cerebro precisa hierro, el “aduanero” deja pasar esta carga entre los vasos sanguíneos y el cerebro. El aduanero ha sido burlado, el péptido atraviesa y entra en el parenquimia cerebral.
El experimento que se ha realizado con ratones precisaba una comprobación, y para ello se ha cargado la molécula “contrabandista” con una nanopartícula fluorescente, y por medio de neuroimágenes se ha comprobado que atravesaba la barrera hematoencefálica.
Con este logró se van a evitar muchas intervenciones quirúrgicas del cerebro, esas invasiones externas tan complicadas y delicadas. Ahora se puede cargar a nuestro contrabandista de fármacos para combatir tumores, actuar sobre diferentes partes del cerebro e incidir en enfermedades como el Alzheimer o Párkinson. De entrada se puede utilizar un anticuerpo monoclonal que se sabe que combate uno de los tumores cerebrales más malignos: el glioblastoma.
Se lleva años intentando solucionar el problema de la barrera hematoencefálica, ahora se ha conseguido. Es un gran descubrimiento que pasa inadvertido, pero en biomedicina es merecedor de un premio.
Os adjunto la nota de premsa (en catalán) del IRB.