Cuando un medicamento vale 2 millones de euros la dosis.
La pandemia ha originado dos millones y medio de muertos y una caída del 4,2% del PIB mundial, pero también en seis meses hemos avanzado cinco años en la investigación de aplicaciones biotecnológicas. En medio año se han desarrollado una nueva generación de terapias biológicas, hasta el punto de que el 30% de los fármacos son biológicos: algunas vacunas e insulina. Las aplicaciones tecnológicas facilitan los diagnósticos y la biología molecular y la genética están desarrollando nuevos fármacos.
Los laboratorios farmacéuticos han hecho su agosto y han aumentado su beneficios cuando estos solo estaban en los fármacos de uso diario que vendían en los países desarrollados. La cifra del negocio de los laboratorios españoles creció un 4,1 %, en el año de la covid. Algunos medicamentos, especialmente las novedades terapéuticas que curan la hepatitis C, tenían en 2016 un coste que representaba 100.000 euros por paciente, un montante no accesible para todos los países, especialmente los del tercer mundo.
De todos es sabido que se ha acusado a los laboratorios farmacéuticos de haber obtenido provecho de la pandemia. Las compañías farmacéuticas arrastran un gran número de juicios pendientes por actividades ilegales, y escándalos en los precios. Entre ellas las que han cosechado un buen éxito con las vacunas: Pfizer, Johnson & Johnson, Novartis, etc.
Un ejemplo reciente lo tenemos en el medicamento denominado Zolgensma de Novartis. Zolgensma con una sola inyección cura una enfermedad genética, la amiotrofia espinal, que provoca la muerte de los niños. Su precio es escandaloso: alrededor de 1,9 millones de euros por unidad… el tratamiento más caro del mundo. El problema de estos precios no afecta solamente a Zolgensma, sino a todos los denominados “medicamentos innovadores”, adecuados para la lucha contra VIH y hepatitis viral, cuyo precio se mueve entre 10.000 y 20.000 €, pero también algunos entre 100.000 y 300.000 €. Uno de estos medicamentos lanzado al mercado en el 2013 por los laboratorios Gilead Sciences, está indicado para la hepatitis C, pero su precios es de cerca de 50.000 € por paciente. Spinraza de laboratorios Biogen es también adecuado contra la amiotrofia espinal cuesta 70.000 € la dosis, pero esta otra fórmula hay que tomarlo toda la vida a razón de 4 dosis por año.
No nos debe extrañar que el sector farmacéutico haya movido 1,25 billones de dólares en 2019, una cantidad similar al PIB español. Si bien sabemos hoy que la salud depende mucho de la alimentación, el entorno en que vivimos, los productos industriales que nos rodean y el aire que respiramos. Los fármacos para combatir la enfermedad indeseada tienen que poder ser accesible a todos. La industria farmacéutica se defiende alegando que los precios de los medicamentos son altos debido a los costes de la investigación, desarrollo y producción, así como la complejidad de algunas terapias génicas que reparan el genoma de los pacientes. Algunos países europeos (Benelux, Austria e Irlanda) se organizan en estructuras, en las que se unen para negociar con los laboratorios.
Con las vacunas contra el covid, los laboratorios han querido mostrar un gesto de colaboración con los Gobiernos para que paguen menos y se han comprometido a vender la vacuna a precio de coste, por lo menos en la primera fase. Hoy por hoy se desconoce si el exceso de vacunas que están apareciendo obligará a los laboratorios a bajar el precio.
Esto nos lleva a plantearnos algunas reflexiones. ¿No deberían las personas estar por encima de los beneficios? ¿Cuál es valor de una vida humana? ¿Hasta cuándo la “colectividad” podrá pagar los medicamentos de algunos pacientes? ¿Hasta cuándo podrá pagar el Gobierno la sanidad pública con el dinero que abona mensualmente la colectividad? ¿Habrá que valorar los tratamientos en función de la edad de un paciente?
Todas estas cuestiones se pueden sintetizar en una sola pregunta ¿Cuál es el valor de una vida humana? Indudablemente en el tercer mundo, donde solo llegan gratuitamente algunas vacunas, la vida humana depende del azar, de las probabilidades, de la cultura de los habitantes, de la alimentación, el agua que se consume, la explotación laboral, la falta de higiene, los insectos transmisores y las guerras.