Jeff Atwood, informático de California, publica en su blog (codinghorror) un excelente artículo contra las famosas “listas de cosas o tareas para hacer” de las que muchas personas son asiduos consumidores. Atwood defiende la espontaneidad y la intuición. Y explica que las listas de tareas no funcionaron para él. Ni funcionan para ninguna persona inteligente con mente abierta, ya que son conductistas.
Como Atwood estoy en contra de estas ridículas listas en las que se añaden puerilidades como “tener ilusión”, “culpabilidades por omisiones”, “objetivos a largo plazo”. Son como las lista que se hacen el 31 de diciembre con buenas intenciones para el año entrante (dejar de fumar, ser más amable, madrugar más, etc.) Estas listas nos transportan a un comportamiento robótico. Nos hacen vivir con una lista en el bolsillo, una variación del desmemoriado que va a la ferretería cantando: “…una libra de clavos y un formón…”.
Estas listas van contra de la espontaneidad, la creatividad, el desarrollo de la intuición. Recordemos que a lo largo de miles de años nuestra adaptabilidad nos ha permitido evolucionar, sin listas de cosas para hacer. Adaptándonos a las circunstancias cambiantes y utilizando, al principio el instinto y cada vez más la intuición.
Las planificaciones nos robotizan, soslayan la capacidad de nuestro cerebro, nos convierten en seres programados. ¿De que sirve planificar en un mundo de novedades emergentes donde los acontecimientos se transforman cada segundo, y lo que hace décimas de segundo era prioritario, deja de serlo?
Las “listas de tareas” nos robotizan, nos convierten en espíritus encerrados en listados obligatorios contrarios a nuestros impulsos que viven, perciben y sienten otra realidad. Nuestro cerebro es intuitivo, selectivo y capaz de tomar decisiones en circunstancias que no han sido planificadas, una actividad cerebral que, por otra parte, ayuda a desarrollar conexiones mentales. Nuestro cerebro opera conforme a las influencias externas – acontecimientos, emociones, sucesos, información, etc. – y todos estos hechos cambian cada instante, convirtiendo las listas de tareas en papel mojado.
Lo importante es estar presente en el aquí y ahora, darnos cuenta de los cambios que se originan y escoger las mejores decisiones. Esto se consigue sin listas de tarea, prestando atención al flujo de los acontecimientos y, considerando que para cada suceso mental, existe un nuevo estado cerebral.
Jeff Atwood finaliza dando una serie de consejos para deshacerse de las listas de tareas… ¡Y termina los consejos dándose cuenta que está haciendo un lista!