¿Por qué hemos realizado este gran esfuerzo en depositar en Marte al Curiosity? Principalmente era un momento oportuno técnicamente hablando. Marte tiene una órbita que lo aproxima a nosotros y lo aleja. Estas oscilaciones van desde 55 millones de kilómetros, en oposición a la Tierra, y a 400 millones de kilómetros, ahora el planeta rojo se encontraba en relativamente cerca, una posición que tardará mucho tiempo en repetirse. Su situación ha permitido un viaje más corto y, en consecuencia, menos riesgos y gasto de combustible.
Marte se popularizo en la imaginación de todos a través de las observaciones de Percival Lowell (1855-1916) que creyó ver “canales” en su superficie, lo que se interpretó como obras de ingeniería de los marcianos. También llevó a Orson Wells a realizar un programa radiofónico que simulaba una invasión de marcianos a la Tierra, una emisión tan real que sembró el pánico entre los ciudadanos de Estados Unidos.
Marte ha servido de inspiración a muchos escritores de ciencia-ficción, pero nadie realizó un relato tan profundo como el fallecido Ray Bradbury en sus Crónicas Marcianas, con sus agonizantes y frágiles marcianos entre las brumas de sus consumadas ciudades.
Marte es el planeta más parecido a la Tierra. Cuando veo sus desiertos me da la impresión que estoy contemplando las mesetas del Sahara, incluso sus cañones tienen cierto parecido a las montañas basálticas de Tassili.
Ahora, el Curiosity recogerá datos concretos sobre su atmósfera y sus temperaturas y que condiciones tendrán que soportar los futuros astronautas que pisen este planeta. También conoceremos la intensidad de sus tormentas de arena. La cantidad de agua disponible. Por ahora sabemos que su débil atmósfera es insuficiente para nosotros, que la radiación en la superficie es peligrosa, y que la temperatura oscila entre un mínimo de -133º C y un máximo de 27º C.
También sabemos que es un mundo geológicamente monstruoso con el que no podemos competir. Tiene cañones (Vallis Marineris) de 4.000 kilómetros de largo y profundidades que oscilan entre 2 y 7 kilómetros. Un cráter (Hellas Planitia) de 2.000 kilómetros de diámetro. O un monte-volcán (Olimpo) de 24 kilómetros de altura y 500 de diámetro. Tres veces el monte Everest. Por otra parte los futuros astronautas disfrutaran de la visión de dos lunas: Fobos y Deimos, de 11 y 6 kilómetros de diámetros respectivamente.
Cabe destacar que entre las primeras imágenes que ha enviado el Curiosity aparece una pared estratificada que puede significar la oportunidad de encontrar fósiles – si alguna vez hubo vida – de diferentes épocas de la vida geológica de Marte.
No ha sido fácil llegar a Marte y aterrizar o “martirizar” sin ningún problema. Viking 1 y Viking 2, se posaron en 1976; Mars Observer desapareció en 1993 tres días antes de llegar al planeta rojo. Mars Polar Lander se perdió por un fallo del software; Mars Climate Orbiter se estrelló por un fallo en el cálculo de las distancias, se dieron erróneamente en dos sistemas distintos; Rusia lanzó 17 sondas sin éxito; Mars Oddisey llegó en 2001 y detectó agua en los polos; Mars Express de la AEU llegó en 2003, el robot que transportaba, el Beagle-2, se estrelló en la superficie; en el 2004 aterrizó el Opportunity, posteriormente el Spirit que se quedó atascado en las arenas de Marte; en 2006 la Mars Reconnaisance Orbiter entró en órbita; finalmente hay que destacar que los japoneses lanzaron la sonda Nozomi que se acercó a 1.000 kilómetros y terminó perdiéndose en el sistema solar.