Así nos venden la carne
Es importante que nos detengamos en un escándalo de la carne del Brasil en 2016, porque afectó a 29 Compañías entre las que estaban dos multinacionales que exportaban al resto del mundo[1]. No se trata de un escándalo por productos que no cumpliesen las normas exigidas, sino una estafa sin escrúpulos planeada que vendía carne caducada y podrida obteniendo beneficios sin considerar la salud de los consumidores. Se sustituía carne por ingredientes más económicos, como la soja y el pollo, y se inyectaban sustancias potencialmente cancerígenas para disimular el mal estado de la carne. Un escándalo en el que estuvieron y están involucrados políticos, inspectores de sanidad, policías y funcionarios. Todos recibieron dinero a cambio de ignorar que se estaban dando casos de salmonela, vómitos y diarreas entre los consumidores. Sabían que esa carne emponzoñada también se destinaba a almuerzos escolares y que se exportaba a otros países del continente americano y europeo.
El brote de listeriosis que se produjo en Sevilla recientemente fue debido al consumo de carne cruda mal manipulada, o mal envasada. Se trató de una cuestión de higiene que los inspectores de sanidad no vieron o pasaron por alto en la empresa que vendía esta carne cruda. Y cuando digo “pasaron por alto” me refiero a muchos casos en que los inspectores de sanidad hacen la vista gorda a cambio de prebendas de empresas o mataderos.
Como siempre los políticos realizan declaraciones con expresiones como “la población brasileña puede estar absolutamente tranquila”, “son casos aislados que no ponen en riesgo la salud pública de la población brasileña”. Cuando escucho declaraciones de esta clase es cuando me intranquilizo; igual que cuando los políticos españoles anunciaban: “…no hay riesgo para la salud pública con el aceite de colza”, “…son unos escasos hilillos de plastilina”, “…las armas de destrucción masiva de Irak saldrán”, “… se trata de casos aislados”. No recuerdan ustedes a Felipe González quitándose responsabilidades sobre casos de corrupción que salpicaron al PSOE diciendo: “Sobre este asunto me he enterado por los periódicos” o a Alfonso Guerra refiriéndose a las oscuras operaciones que realizaba su hermano decir: “¡Me deja usted pasmado!”.
Ante el escándalo de la carne de Brasil, el secretario ejecutivo del Ministerio de Agricultura de Brasil anunció que ya se había retirado la carne afectada y añadió: “Voy a comprar carne este fin de semana”. Una actitud que me recordaba a Fraga Iribarne bañándose en las playas de Almería, donde un accidente aéreo había estrellado varios ingenios nucleares, y anunciando que todas las zonas radiactivas habían sido limpiadas. Hoy aún están recogiendo arena radiactiva. Y transcurrido el tiempo todos sabemos que Fraga no se bañó en las playas afectadas. ¡Así nos venden la moto!
Quiero recordar que uno de las mayores intoxicaciones que ha habido con alimentos se produjo aquí en España. No fue un descuido, fue el egoísmo fraudulento de querer obtener beneficios que llevo a unos impresentables a adulterar, en 1981, el aceite de Colza. Como consecuencia hubo 20.000 persona afectadas y 600 muertos, entre ellas, mi amigo, escritor y locutor, Andreas Faber Kaiser.
Aún recuerdo la última intoxicación que recorrió el litoral de España. Se trataba de un pescado fresco, el atún rojo que se encontraba contaminado con la presencia de histamina y que se había retirado de la venta en todas las pescaderías tras producir un buen número de personas intoxicadas. La histamina es una sustancia que se produce debido a un alto crecimiento de bacterias que, a su vez se producen por una mala conservación del pescado en neveras o en transporte. Las autoridades prohibieron su consumo desde el 25 de abril al 5 de mayo de 2017. Pero me pregunto si se tuvo en cuenta el atún que, anteriormente a estas fechas, fue a industrias de envasado. ¿Creen que estas industrias procederían a retirar todos los envases ya preparados?
Políticos: ¡Qué duro es engañar!
Un pequeño inciso para hablar de los políticos, que al fin y al cabo son responsables, en parte, de la alimentación que ingerimos. Da la impresión que a algunos de los políticos los eligen por su capacidad teatral delante de las cámaras de televisión, su frialdad, su indiferencia su tono templado y convincente para anunciar unas mentiras sin que su rostro muestre la menor señal, no de arrepentimiento, sino nerviosa. Estoy seguro se eligen por su capacidad de cinismo y engaño, así como su desparpajo para salir a los estrados y vendernos con sus rostros impenetrables y charlatanerías, como Cagliostro, sus falsos polvos mágicos que solo compran los ancianos o los cortos de entenderás, estos últimos abundantes.
Cuando salen a minimizar y desmentir unos hechos evidentes, me recuerdan a Jack Lemon, en aquella genial escena cinematográfica, negando a su mujer la evidencia de haber sido sorprendido en pleno adulterio, mientras él y su amante se visten tranquilamente, la amante se marcha en silencio y la mujer opta por dudar de sus sentidos y termina yendo a la cocina a preparar la cena. Los ciudadanos también optan por dudar de sus sentidos tras las intervenciones de algunos políticos.
Recuerdan la cara beatificadora y feliz de Rodrigo Rato ruñendo la campana que daba la salida a la gran estafa de Bankia; recuerdan a Ruiz Mateos con los ojos entornados hablando de sus pobres trabajadores víctimas de la estafa piramidal que él mismo había ideado en Rumasa 2. Me permitirá el lector que le refresque la memoria, recordándoles algunas estafas sonadas como las torres Kio con los Albertos y sus gabardinas de inspectores Gadget ganando millones y pagando solo 50 para librarse de la cárcel; el Forum Filatélico con 200.000 estafados que solo les quedaron unos sellos sin valor de los que tan solo tenían el consuelo de poder chupar el pegamento; el caso Gescartera y el dudoso destino[2] en que fue a parar el dinero invertido; Viajes Marsan cuyo protagonista fue Gerardo Díaz Ferrán presidente de la CEOE, un matón al que conocí y me olio a prepotencia; el icono de la industria alimenticia, Pescanova, falseando sus cuentas entre las bodegas de sus pesqueros; o las Preferente de las Cajas de Ahorro que representaron 60.000 empleados sin trabajo, 20.000 oficinas clausuradas y una deuda de 600.000 millones. Y no quiero hablar de Mario Conde tal vez víctima de un complot por no respetar el dicho de “zapatero a tus zapatos”, ni de la Corona cuyas secuelas durarán años.
El veneno está servido.
Tal vez no exista la muerte y su consecuencia es debida a que nos envenenamos con el aire que respiramos, los alimentos que ingerimos, el agua que bebemos, y toda un serie de factores que no podemos evitar y que nos rodean peligrosamente. Minan nuestra salud, perturban nuestra psiquis, nos oxidan, nos envejecen…
Las epidemias y enfermedades contagiosas se producen en aquellos países que están en conflicto bélico, en los que existen carencias de agua potable y alimentos, en los que no hay una vigilancia epidémica, en los que faltan infraestructuras sanitarias, en los que viven en la pobreza con hambre y una alimentación deficitaria.
Por otra parte cada vez es mayor el contacto del hombre con los animales del gran continente africano. Contacto que se produce para criarlos, protegerlos, domesticarlos o alimentarse de ellos. Lamentablemente aun somos terriblemente ignorantes de las enfermedades de la fauna africana o de las selvas amazónicas. Esto representara nuevas enfermedades algunas epidémicas como el ébola que ya ha causado 11.000 muertos y miles de infectados.
Empezamos a descubrir nuevas dolencias contagiosas de un cariz peligroso y desconocido, como la ceguera de los ríos, la enfermedad del sueño, el paludismo, la elefantíasis, etc.
Peligrosamente Europa es el continente más sensible en cuanto a ser víctima de nuevas enfermedades virológicas importadas del continente africano. Primero por la gran emigración que sufrimos, segundo por el cambio climático que permitirá la aparición de plantas nuevas, insectos desconocidos en Europa y peligrosos mosquitos con enfermedades contagiosas.
Si queremos evitar que epidemias desconocidas nos arrasen tenemos que activar nuestros cordones sanitarios con los emigrantes procedentes de estos países africanos y lugares donde la miseria se ha cebado. Tenemos que invertir en sanidad en esos países, ofrecerles recursos y medicamentos. Es decir, igual que tenemos presupuestos para armarnos, tenemos que invertir en sanidad, donde sigue funcionando el antiguo dicho que más vale prever que curar.
En el futuro existirá una cartilla sanitaria ineludible para todos los ciudadanos que se desplacen, una especie de pasaporte obligatorio, un chip incorporado que llevará nuestro historial médico y lugares a los que se ha viajado. Va ser algo irremediable, va ser uno de los controles más que padecerá el ser humano en un futuro que lidiará para sobrevivir.
La OMS debería explicar claramente los peligros virológicos a los que estamos expuestos, tiene que crear un “ejército” de profesionales en la medicina que estén dispuestos a combatir cualquier foco epidémico que aparezca in situ. Crear cordones sanitarios que controlen a los viajeros que provengan de esos países. Incluso proceder a la desinfección de las cabinas de los aviones procedentes de países en los que existan peligrosos insectos susceptibles de viajar en esos medios y reproducirse a la llegada de Europa.
Estamos rodeados de productos que tienen una repercusión negativa en nuestra calidad de vida, que nos llevan a la enfermedad, que no permiten que los niños crezcan en unas condiciones óptimas; productos que nos amenazan y siguen viviendo con nosotros, como fue el caso del amianto durante años hasta que los especialista se dieron cuenta del brutal efecto que tenía en la salud. El amianto es el responsable del 100% de los mesoteliomas (cáncer de pleura) y el entre el 8% y el 15 % de los tumores de pulmón.
En 2017 apareció un informe del Departamento de Enseñanza que reveló que en Catalunya había 291 colegios que tenían amianto en sus instalaciones, debido a su utilización en la industria de la construcción hasta que no fue prohibido en 2002 en España.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay unos 125 millones de habitantes en el mundo expuestas al amianto en su lugar de trabajo. Pero como el amianto hoy tenemos el plomo, mercurio, PCB, PBDE, pesticidas, HAP, y perturbadores endocrinos.
El plomo lo encontramos en algunos pescados, pero su mayor concentración está en el agua debido a su circulación por viejas cañerías de este material, cañerías que perviven en los edificios antiguos y en muchos conductos. El agua también se contamina de plomo a través de las pinturas en la que abunda este elemento. Sus consecuencias son importantes en los niños, ya que su consumo influirá en el aprendizaje y en el fracaso escolar. El plomo produce una homeostasis de calcio, alteraciones en la mielina y modificación de la actividad neurotransmisora (dopamina y acetilcolina). Principalmente afecta al Coeficiente de Inteligencia (IQ) de los niños.
Sepamos que la inteligencia depende de la velocidad con que se transmite la información entre millones de neuronas en nuestro cerebro. A mayor velocidad mejor capacidad de respuesta a una situación dada. Diríamos, de una forma sencilla, que la Inteligencia es esa capacidad que tenemos de buscar una solución rápida cuando estamos implicados en un problema o una situación embarazosa o peligrosa.
Siguiendo con estos perturbadores endocrinos, el mercurio ha dejado de estar peligrosamente en los termómetros, pero sigue en las pilas eléctricas y en la fabricación de cloro. El mercurio en cantidad es letal, basta con una simple cucharita de café para matar a una persona. En dosis pequeñas aumenta el estrés oxidativo, afecta a la modulación de la actividad de los neurotransmisores (glutamato) y las hormonas tiroides, por lo que tendrá efectos en el crecimiento y también en QI de los niños.
Las minas de arsénico de las montañas que rodean algunos pueblos, especialmente de los Pirineos como Setcases, obligan a depurar el agua que llega por sus pendientes o se junta al río. La OMS ha marcado unas tasas de tolerancia que no pueden ser sobrepasadas y que en caso de que llegasen a niveles superiores hay que dejar de consumir (beber, cocinar o ducharse) con esas aguas contaminadas. Sin embargo, lo que no se explica es que la contaminación por arsénico es acumulativa, y aunque las dosis sean aptas, se acumula en el cuerpo.
Solo una breve mención sobre el agua, con unas pocas cifras que nos deben hacer reflexionar. El agua salada en la Tierra representa el 96,5% y el 80% de las aguas residuales se vierten en ríos y en el mar. Existen 663 millones de personas con carencia de acceso adecuado al agua. Cada día mueren 800 niños menores de 5 años por diarreas debido a beber aguas contaminadas. Y el 70% del agua se gasta en granjas y agricultura intensiva.
Podría confeccionar una larga lista de productos que nos rodean y que son terriblemente fatales para salud, y de los que se sospecha que son responsables de enfermedades que desconocemos como se desencadenan.
El PCB (Policlorbifenilio) es un aditivo de pinturas, plásticos y productos lubrificantes. El PCB modifica la actividad neurotransmisora (glutamato) y las hormonas tiroides. Afecta QI de los niños. El PBDE (Polibromodifenilether) tiene su origen en los plásticos textiles, equipos electrónicos. Perturba las hormonas del tiroides. También afecta QI niños. Los pesticidas se extienden en los cultivos y sus consecuencias son la modificación de la actividad neurotransmisora (acetilcolina) perturbación de las hormonas del tiroides y el QI de los niños. El HAP tiene su origen en los residuos de combustión industrial. Provoca estrés oxidativo, perturbación endocrina alteración del ADN. En mi próximo Post hablaré de los perturbadores endocrinos y del cerebro.
[1] JBS y BRFoods.
[2] Se ha hablado que se financiaron compras de armas para revenderlas con grandes beneficios.
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