Creo que no tenemos políticos capaces de entender el nuevo paradigma en el que ya estamos, ni tampoco creo que tengan interés en comprenderlo, sus intereses tienen otros objetivos más mezquinos y mediocres, por no decir rancios y anacrónicos. Viven en conceptos pretéritos y trasnochados.
No se han dado cuenta que estamos en pleno cambio de civilización. De repente nos encontramos con grandes cambios tecnológicos que transforman nuestra forma de enfocar la vida y movernos por el mundo; esos cambios, especialmente en el campo de la informática, han variado nuestros valores y creencias, ha transformado nuestras vidas y nuestros objetivos e intereses. Se trata de un cambio aceptado por los más jóvenes y también aquellos adultos que no quieren quedarse atrás en el nuevo paradigma, donde los cambios tecnológicos son rapidísimos.
Nuestros políticos, una inmensa mayoría de todos los partidos no se han percatado del cambio y siguen anclados con sus discursos apolillados año tras año carentes de interés, genialidad y nuevas ideas, en fin un discurso con valores de mediados del siglo pasado. Son incapaces de adaptarse al cambio por falta de imaginación. Son como la Iglesia, que ahora descubre con asombro que el 50% de los jóvenes no creen en Dios (según datos del Dtº de Juventud en la CEE), sin darse cuenta que ellos son los únicos culpables por la imagen que han dado de su Institución y su mensaje infantilizado.
La juventud de hoy, y los adultos que les apoyamos, quieren democracia, libertad, derechos humanos, relaciones sociales, bienestar, salud, trabajo y especialmente acceso al conocimiento. Saben que cuanto más preparados estén tendrán más capacidad de multiempleo, también saben que la formación ya no es cosas de unos años, sino de toda la vida. El nuevo paradigma no implica ganar mucho dinero, sino realizar el trabajo que uno desea; no implica competir, sino colaborar; no implica vegetar sino desarrollar la mente y un conocimiento más elevado; implica cuestionar los modelos imperantes.
Nuestros gobernantes siguen en el viejo paradigma de “que inventen otros”, y así el Gobierno deja de contratar científicos a través del programa Ramón y Cajal. La investigación tendrá un año en blanco, un año más de retraso.
Lo importante es que cada vez seamos más los conectados al nuevo paradigma, porque significará que todo será mejor para los individuos siguientes que vienen detrás y más vergonzoso para los políticos que se quedan anclados.