La informática será esencial en el estudio del cerebro. Tanto Europa como Estados Unidos, en dos proyectos distintos, se han lanzado a la conquista del cerebro: Flagship y Brain Map, respectivamente.
Estamos explorando el espacio, en el fondo de los mares, en selvas profundas y habíamos olvidado nuestro cerebro, uno de los órganos más complejos y desconocidos del universo.
El emperador Marco Aurelio escribió que hay un dios dentro de cada uno de nosotros. Pero también hay selvas más ingentes que las del Amazonas, abismos como los del espacio profundo, hay lugares donde dormitan seres terribles y paraísos de esplendor sin límites, infiernos hostiles, terrores abominables. Lugares donde conectamos con otras realidades y otros universos. Profundidades donde el futuro y el pasado no tienen significado. Un sin fin de lugares que se abren en el mundo onírico.
Hay descargas eléctricas que, de neurona a neurona, nos transmiten emociones y pasiones con el solo hecho de transformarse en moléculas químicas de adrenalina, dopamina, endovalium, testosterona, etc. Un lugar donde las reacciones de la física y la química cuántica se transforman en pensamientos.
El cerebro es un lugar del que apenas sabemos nada de su funcionamiento. Un lugar en el que puede estar la respuesta a muchas de nuestras angustiantes preguntas sobre lo que somos y de dónde venimos.
El proyecto Flagship invertirá 1.000 millones de euros en los próximos diez años. Con métodos de supercomputación creará modelos de simulaciones de millones de conexiones neuronales. Por su parte, Brain Map, con 300 millones de dólares anuales (3.000 millones en 10 años), buscará principios básicos del fundamento neuronal. Los métodos de Brain Map serán la nanotecnología y gestión de información a nivel molecular, utilizará una disciplina nueva conocida como nanoinformática.
Ambos proyectos, el americano con mayor subvención, tienen como objetivo obtener mapas detallados del funcionamiento del cerebro, ese lugar tras el que se agolpa una muchedumbre de sueños.