¿Cree usted en los fantasmas?

octubre 21st, 2017

¿Cree usted en los fantasmas?

 

A la gente le cuesta, en mecánica cuántica, aceptar que un objeto pueda estar en dos sitios a la vez y en dos estados diferentes; sin embargo, cuándo les preguntas en una conversación íntima si creen en los fantasmas son categóricos con su respuesta: ¡Claro que sí!

No me cansaré de repetirlo, la gente siempre ha visto cosas, pero no las cuentan por pudor, por miedo a que los crean locos, por temor a que se les margine de un sistema racional que les da de vivir.

Quiero aclarar que me refiero a fantasmas del más allá, no a los que están incrustados en el sistema social con sus realidades obsoletas. Me refiero a aquellos fantasmas auténticos, que aparecen y desaparecen materializándose o volatizándose.

Esos fantasmas ya no se vislumbran en los castillos encantados, han dejado de aparecer y deleitarnos atravesando muros o recreándonos con el sonido de sus cadenas arrastradas por el suelo. Ya no abren ni cierran puertas violentamente, ni siquiera soplan las candelas que iluminan las oscuras estancias. Hemos dejado de oír sus rasgadas voces dándonos severas órdenes.

Sin embargo, Internet nos ofrece páginas y páginas de extrañas criaturas que aparecen y desaparecen, así como OVNIS que surcan los cielos y a veces, en la nocturnidad, descienden para abducir a algún ser terrestre que, por general, siempre es un corto de entendederas. En “El sueño de una noche de verano” un personaje de Shakespeare exclama acertadamente: “O por la noche, forjándose algún miedo ¡Con cuánta facilidad se toma un arbusto por un oso!”.

Ahora, en la época moderna los fantasmas conducen coches, esos coches que en las imágenes de Internet aparecen de la nada o se esfuman. Algunos llegan a provocar accidentes al materializarse delante de otros vehículos. Es como si surgiesen de un universo paralelo, no sé si estos hechos los contemplan las Compañías de Seguros. La realidad es que estamos rodeados de sucesos extraños que nunca se llegan a aclarar, y que según el cosmólogo S. Hawking, nos ocultan la verdad, ya que el Estado tiene un programa para tapar estos hechos, especialmente los OVNIS y los contactos con alienígenas. Un programa de ocultación de pruebas, intoxicación de falsedades, desacreditaciones, etc.

Volvamos a los fantasmas. A mí me gustaban aquellos que se aparecían a John Dee cuando estaba escribiendo y le inspiraban, ¡Ya me gustaría a mí uno de esos para los momentos oscuros en los que, a causa de que alguien me ha hinchado la cabeza, tengo espesor en la redacción de los textos!

Otro fantasma es el que describe Oscar Wilde en “El fantasma de Canterville” del que explica: “…evidentemente no había tiempo que perder, así que tomando rápidamente la Cuarta Dimensión del Espacio como medio de escape, él fantasma desapareció a través del entarimado y la casa se quedó tranquila”. O aquel fantasma que se le aparecía a Stanislas de Guaitas, al que le faltaba media pierna que había reemplazado por un pilar de madera, con el que producía un extraño ruido mientras erraba en torno a la mesa de trabajo de este alquimista del siglo XIX. O el que describe el faraón Nectanebos: “De repente surgió una aparición divina y terrible; un ser cuya estatura sobrepasaba la de un hombre, llevando vestidos resplandecientes, con un libro en la mano izquierda; examino el entorno varias veces…y luego  desapareció”.

En “El castillo de Otrante” H. Walpole nos explica: “El espectro se encaminó tranquilamente, aunque desanimado, hacia el fondo de la galería, y luego entró en una cámara. Manfred iba detrás  a corta distancia, preso de ansiedad y horror.  Cuando estaba a punto de traspasar el umbral, una mano invisible cerró la puerta con suma violencia”.

Finalmente este espectacular fragmento de “Twice-todl tales” de Q. Anderson: “Carecía de letras en el lomo y nadie sabía decir el título del libro. En cierta ocasión que una doncella se le ocurrió levantarlo, simplemente para quitarle el polvo, el  esqueleto castañeó dentro del armario, la joven del cuadro puso un pie en el suelo y varias espectrales caras asomaron en el espejo, mientras la cabeza de bronce de Hipócrates fruncía el ceño y decía:¡Reportaros!”.

Podría llenar páginas de estos deliciosos fragmentos de la literatura de todos los tiempos, incluso en la Biblia (Libro de Daniel del AT. 5), encontramos una misteriosa mano que aparece a través del muro de la estancia donde se celebra una cena que el rey de los caldeos, Baltasar, ofreció a sus dignatarios.

Encontramos narraciones de fantasmas desde los antiguos textos de Gilgamesh, hasta aquellos espíritus de marcianos que brillantemente hace aparecer Ray Bradbury en “Crónicas marcianas”; sin olvidar a autores como Plinio el Joven, Plutarco, Goethe, E.A. Poe, H. Walpole , G. Maupassant, Becquer y R.L. Stevenson, entre otros. Autores que recomiendo leer encarecidamente.

Arthur C. Clarke destaca que “Tras cada hombre viviente se encuentran treinta fantasmas, pues tal es la proporción numérica con que los muertos superan a los vivos”. Personalmente soy un defensor de los universos paralelos, ya que la mecánica cuántica postula que existe una probabilidad finita de que incluso los sucesos más extraños y poco probables sucedan realmente. Siempre que hablo con mis amigos de la existencia de los mundos paralelos, surgen especulaciones sobre los espíritus o fantasmas y su origen en otras dimensiones. ¿Estos seres que aparecen a lo largo de toda nuestra historia son cuánticos? Al fin y al cabo atraviesan paredes, ven a través de ellas, hacen cosas imposibles… sencillamente, estas apariciones, obedecen a un tipo de leyes diferentes a las nuestras, porque provienen de otros universos. Y en ocasiones se comportan cuánticamente como electrones.

¿Por qué han decaído estas apetitosas apariciones de fantasmas en la actualidad? A esta pregunta me han dado muchas respuestas en los coloquios de amigos. Pero una de las que me pareció más genial fue la de que los fantasmas se aburren con facilidad, y dejan de aparecer en aquellos mundos que les cansa la sencillez de sus civilizaciones, la falta de originalidad, su materialismo, su cretinez y su escaso espíritu de conocimiento. Se cumple el contenido del testamento de Adriano cuando advierte: “Una turba de gentes tan idiotas, es indigna de Arcanos tan inmensos”.

Algunos hemos atribuido realidad a los fantasmas y ahora lo vemos como seres reales que se estiran y se acortan como sombras. Seguimos sin temerlos porque sabemos que el único miedo está en desconocer. Seguimos manteniendo el esfuerzo de entender sus apariciones, conscientes de que difícilmente los comprenderemos desde una perspectiva racionalista.

Finalmente destacar que igual que las luces extrañas sienten predilección por ciertos lugares, los fantasmas tienen propensión por determinadas personas, por aquellos que utilizan una visión del mundo distinta a la ortodoxa, dogmática, materialista y radical.

 

El Poder

octubre 18th, 2017

El Poder

 

Los acontecimientos de estos días me han llevado a reflexionar sobre el Poder. He dejado un poco al margen la mecánica cuántica, la neurociencia y otras informaciones científicas, para preocuparme, madurar y deliberar sobre el momento histórico en que vivimos en Catalunya.

Y empiezo por reafirmar que siempre sucede cualquier cosa menos la que está prevista, nada termina  como se había programado. Puedes tener planes B, C y D, pero siempre surge un imprevisto. Puedes realizar un programa con algoritmos y faltar algo remotamente improbable.

En la crisis que vivimos en Catalunya nadie pensó que el Gobierno de España llegaría tan lejos. Me refiero a la violencia policial, a las presiones financieras y empresariales, y al encarcelamiento por ideologías opuestas. Solo la Inquisición se atrevió a tanto y más.

Ya sabemos que los políticos nos prometen el cielo y que luego no nos dan ni siquiera la Tierra. Siempre terminamos nuestras utopías conformándonos con el nuevo detergente y los electrodomésticos. Pero esta vez han utilizado los argumentos de la violencia, la coacción y el miedo.

La violencia es una de las fórmulas de tener al ciudadano asustado, y para ciertos estamentos no hay mejor ciudadano que aquel que tiene miedo, porque el miedo, como bien explico el psicólogo veneciano Assigoli, paraliza, impide pensar, nos convierte en estatuas de sal.

El Poder quiere tenernos quietos y desalentados, y para ello, crea miedos y odios incesantes, climas apocalípticos, terror. Una tensión que nos impida tener una visión clara del mundo que nos rodea.

El poder se niega a dialogar con aquellos que propugnan cambios en el sistema, en las relaciones de poder. El Poder se niega a aceptar la existencia de problemas, aun sabiendo, que es el primer paso para evitar catástrofes prematuras. Consecuencia, el poder duplica el problema existente.

En realidad cuando los que ostentan el poder toman una decisión equivocada, les cuesta muchos reconocer su error y cambiar de opinión, lo que les fuerzas a insistir con más fuerza en el mismo camino.

El Poder sabe que la gente asustada es infeliz, que está confundida e indefensa, que vive momentos críticos. E inculca la idea de impotencia, de sentirse que no eres nada y que no puedes hacer nada. Y todo esto lleva al desencanto y la desacralización de lo político.

Parte de la responsabilidad de esta situación a la que hemos llegado hoy, la tienen los medios de comunicación manipulados y “financiados” por el Poder. Los medios de comunicación son, si se lo proponen, subliminales. Consiguen que las ideas de unos pocos se infiltren en la mente de todos. Prensa, radios y televisión se han dirigido al hombre de la calle para “ordenarle” que no salga a ella, y programan  sus espacios, especialmente algunas televisiones, para alejarnos del problema que nos afecta, para atarnos en casa… para hábilmente producirnos temor. Incluso restringiendo el flujo de información, cortando nuestro contacto con la realidad de la calle: es lo que podríamos llamar “soberanía informativa”.

Otra forma del Poder y sus retorcidas mentes, lo hemos palpado estos días con el bulo, la desinformación a través de Internet, a través del boca a boca, a través de los panfletos periodísticos, a través de ciertos tertulianos de televisión, de las radios fantasmas. Ante esto solo nos queda cuestionar toda la información, venga de donde venga. Porque, especialmente en los momentos de crisis, tenemos una avalancha de información y, la mayor parte de la gente, no sabe distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo certero y falso.

El Poder (Estado), no tiene ninguna justicia, ya que antes de perder su estatus, admite todas las injusticias. El Poder no quiere cambios, quiere tenerlo todo controlado, ya que así defienden sus propios intereses y los de sus lacayos. Con la ley no persigue la igualdad de todos, sino el mayor beneficio económico de algunos.

Quieren que nos acostumbremos a lo que hay, a vivir con el temor de que hacer cambios es peor. Y que nuestra libertad este, sobre todo privada de poder. El Poder cultiva ciudadanos ignorantes, sumisos, ofreciéndoles una falsa felicidad. Hecho que me recuerda a Robert Burton en “Anatomía de la melancolía” cuando explica: “Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero si os falta la primera, estáis perdidos”.

 

 

Confesiones aparentemente inocentes

septiembre 4th, 2017

 

Confesiones aparentemente inocentes

Hace una semana coincidí con un personaje que lee asiduamente mi bloc y algunos de mis libros. Tener una conversación con él fue y es interesante por el repertorio de sus conocimientos y reflexiones sobre nuestra existencia, nuestro ser y nuestras inquietudes.

Me pregunto: “¿No encuentras que cada día es más difícil descubrir personas con las que poder hablar de temas que no sean banales?”

Este fin de semana en “El País Semanal”, Javier Marías se realizaba un interrogante parecido y destacaba: “… porque tengo la sensación de que la gente (con excepciones) ha perdido sustancia”.

Más concreto en este tema es Michel Houellebecq cuando admite clara y valientemente: “Es irritante vivir en una época de mediocres, sobre todo cuando uno se siente incapaz de subir el nivel”.

El personaje con quién hablaba, llegó, en sus reflexiones, a preguntarme o auto-preguntarse “¿Qué hacer cuando estás con un grupo de gente cuya conversación es mundana, carente de interés, trivial, banal, llena de aspectos de negatividad y superficial?”.

Le contesté: “Yo aplico la cuarta regla de las Once Reglas Naqshbandis de los sufíes, que se titula Soledad en Compañía, y te enseña el arte y la habilidad de apartarse, de estar y no estar, de regresar a tu propia consciencia y a tú mundo”.

Sé que es una actitud egoísta, incluso dentro de las normas sociales es carente de diplomacia y educación. A mí me da la impresión que los contertulios no se dan cuenta, a lo sumo te reprochan que estás muy callado. ¿Qué vas a contestarles? ¿Qué no tienes ni puta idea del tema que hablan, que ese deporte por el que se apasionan, a ti ni fu, ni fa; que no te importa la vida del personaje que están hablando, que el tema de la conversación es mundano y de portada de Hola? Casi casi es mejor hacerse el ignorante y, contestar con humildad que desconoces sobre lo que hablan o sobre quién hablan.

La cuarta regla Naqshbandis, tiene sus peligros, uno de ellos es que mi compañera sentimental ya ha descubierto cuando la estoy aplicando, y con razón se enfurece pese a que yo trato de explicarle que mi mundo es complejo, que yo no atosigo a la gente con  mecánica cuántica, neurofísica o cosmología.

Javier Marías decía en uno de sus escritos que “al hacerse uno mayor ve cada vez más ajeno el mundo nuevo”, también al hacerse mayor uno adquiere más licencia para decir lo que le da la gana y escuchar lo que quiera. Así como reunirse con los amigos y amigas con los que tienes conversaciones interesantes, normales, ya no pido que sean metafísicas, pero que por lo menos contengan algo de sensatez, y carezcan de negatividad.

Desde el momento que alternamos quedamos expuestos al riesgo de que un mediocre fije sus ojos en nosotros e intente colocarnos las virtudes de su yo, su mundo, sus aventuras o los sinsabores de su vida, cuando no son sus enfermedades o sus sabios conocimientos en política partidista.

Decía Zuckerberg que “Si hay algo peligroso en la vida, eso es no asumir ningún riesgo”. Y alternar o llevar una vida social es asumir el riesgo de que la velada pueda convertirse en algo pasajero y frío como el viento.

¡Claro que me gusta hablar de ciencia! Pero no impongo esta conversación si mis contertulios no tienen interés… y casi nadie tiene interés, y  menos si el tema se convierte en transcendental sobre el ser, la vida y nuestra existencia… son temas amargan la noche a muchos porque, como dijo uno una vez: “No he dormido en toda la noche pensando en lo que explicabas”. Por supuesto no le dije que era lo que pretendía.

He querido abordar este tema porque algunas personas te califican de raro, de “profesor chiflado”, por el hecho de que tú mente sea más consecuente con temas científicos y filosóficos que con temas mundanos. Para algunos la ciencia y la filosofía es algo que se debe tratar en los Institutos y Universidades. Yo creo que la ciencia y la tecnología, más que nunca, deben ser explicadas al ciudadano en general, para que comprendan el sistema en que viven y destierren los falsos valores que tienen. Solo cambiaremos el sistema si cambiamos nuestras estructuras mentales. En cuanto a la filosofía, no hay que enseñar filosofía, sino enseñar a filosofar. El mejor modo de impartir una enseñanza es que la descubran los alumnos, que experimente. No hay que describirles una “neurona” por ejemplo, sino que ellos investiguen que es. Que forme equipos y que hagan un trabajo de descripción de lo que se les pide.

Cada uno nos hemos creado en un caldo de cultivo diferente, hemos tenido experiencias diferente, situaciones a veces inconfesables, hechos en general que han marcados nuestras vidas, han condicionados nuestros yoes, nos han llegado a crear traumas y bloqueos. A veces, con la carga de los años, uno se desahoga con comentarios como este que leerán mis amigos y comprenderán, porque son mis amigos. Seguirán preguntándome curiosidades o actualidades científicas y yo seguiré contestándoles con entusiasmo, sin atosigarles, sin soltarles “tesis doctorales” de horas de duración. También espero que me comprendan si alguna vez me sumerjo en el cuarta regla de los sufíes, porque me ha venido una idea o una reflexión a la mente que me ha impactado.

Y debo confesar que me gustan los buenos ágapes, la conversación inteligente entre vapores de Baco, las sobremesas interesantes, los acontecimientos del  mundo vistos y explicados por las mentes de los demás con sus ironías, sarcasmos y socarronerías.

Uno de mis personajes preferidos, que lamentablemente no llegue a conocer personalmente, fue el Nobel de Física, Richard Feynman, era como el profesor Dolinoff que me enseñaba cryogenia en París. Ambos originales explicando, ambos singulares, ambos aplicando la ciencia en todos los aspectos de la vida, ambos juerguista, bebedores, rebeldes a las normas establecidas y libertinos tarambanas. Ambos amaban la vida y sabían que había que aprovecharla para saber todo sobre ella; ambos estaban sumergidos en la ciencia y en el placer de vivirla y aplicarla. Doniloff me decía: “no pierdas tiempo con los que decaen, porque como ellos puedes decaer más y más”.

Feynman destacaba: “A nadie inspira nuestra actual imagen del universo este valor de la ciencia; sigue sin ser cantado por los cantores. Uno está reducido a oír no una canción o un poema, sino una conferencia en la noche”.

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El cenáculo de los ateos (II): Santos de Psiquiátrico

julio 31st, 2017

 

El cenáculo de los ateos (II): Santos de Psiquiátrico

 

Destaca el etnopsiquiatra George Dvereux, que “…desde el punto de vista de la vida corriente, el santo es un perturbado social”.

En su sentido más profesional, psiquiátricamente hablando, un perturbado es una persona trastornada, desequilibrada, loca…vamos un chiflado.

La Iglesia tiene una extensa plantilla de santos perturbados, dando la impresión que Dios solo se ha revelado a personas analfabetas, mentalmente tocadas y con historiales dudosos. Por otra parte estas revelaciones han tenido lugar, casi siempre, en estados de altas fiebres.

Hoy se considera devotas a aquellas personas que hablan con Dios, pero ¡hay!, si estas personas escuchan hablar a Dios dejan de ser devotas y se diagnostican como dementes. Terminan frente a un psiquiatra que amablemente les pregunta ¿Desde cuándo oye usted voces?

Parece que, mientras tengamos religiones, tendremos revelaciones y delirios; también necesitaremos psiquiatras para decidir dónde acaba el delirio y donde empieza la revelación. En cualquier caso hoy, más que nunca, estos estados pueden terminar en fanatismos y como consecuencia de la intolerancia que comportan, desembocarían en acciones violentas.

Los santos y santas de los que brevemente hablaré son solo la punta del iceberg de un colectivo que hoy serían los que asegurarían, en las farmacias, el consumo de benzodiacepinas (Valium) y gran número de ansiolíticos.

Lo primero que nos tenemos que preguntar es ¿de dónde salieron los santos? Para muchos historiadores los antiguos dioses fueron sustituidos por los santos cristianos, tal como explica Robert Graves en La diosa blanca. Así santa Águeda de Sicilia suplantó a Vulcano o Hefesto; san Eloy suplantó a Vulcano como patrón de los herreros; san Nicolás suplantó a Poseidón (Neptuno) de los marinos; san Humberto suplantó a la diosa Artemisa como patrón de la caza; san Miguel a Ares (Marte); san Jorge mató al dragón como el dios pagano Marduk a la serpiente marina Tiamat; y san Cristóbal suplantó a Hércules, recordemos que este santo transportó al niño Jesús a través del Río, igual que Hércules hizo con el dios Dionisio cuando era niño.

Muchos de estos “santos”, que vamos a recorrer brevemente, hoy estarían entre rejas y tendría un dossier de antecedentes que dejarían efímero al del “El Vaquilla”.

Una de las santas que más me alucina es Teresa de Ávila. La imagino ahí flotando en medio del coro como un astronauta en la Estación Espacial. Y no quiero comentar sus estados de éxtasis que darían para un tratado freudiano de cientos de páginas. Solo destacaré que Teresa de Ávila tuvo la salud frágil desde los 22 años, y sufrió los efectos de las altas fiebres en múltiples ocasiones.

Pues sépase que hay testimonios de sus levitaciones, eso sí, testigos de “toda solvencia”: el obispo Álvaro de Mendoza y el obispo de Yepes. Neurológicamente, las levitaciones de Teresa se deben a una sobre actividad de la frontera entre el lóbulo temporal y parietal, que produce la sensación de salir del cuerpo. También se produce esta sensación si se ingiere determinados enteógenos, no quiero decir con esto que Teresa de Ávila le diese a los porros, pero involuntariamente podría consumir determinas hierbas o setas de efectos alucinógenos.

En cuanto a las voces que oía, característica común con  otros santos, pueden deberse a una mala coordinación de las áreas de Broca y Wernicke en el cerebro.

Una de las conversiones más espectaculares de un santo es la de Pablo. La descripción del suceso ha determinado, psiquiátricamente, que era  una persona epiléptica. Facultativamente su conversión fue consecuencia de un ataque de epilepsia que tuvo camino de Damasco, cuando llevaba prisioneros cristianos. Le envolvió un resplandor del cielo, y cayó de su caballo para, seguidamente, empezar a oír voces que le hablaban. Según Pablo era Jesús que le preguntaba por qué le perseguía. En un estado lamentable se lo llevaron a Damasco. Tras tres días cegado y sin comer ni beber nada se recobró. La experiencia o el susto que tuvo lo llevaron a su conversión.

Una reciente teoría alude a la posibilidad de que Pablo fuese sorprendido por la caída de un asteroide. El resplandor sería el estallido en el aíre, la caída de Pablo se debería a la onda expansiva, y la voz que le habla fue la explosión.

Juana de Arco es la santa que más incógnitas plantea. Casi, casi, uno cae en la herejía cuándo se pregunta: ¿Era una mujer o un hombre? ¿Fue de verdad una hereje? ¿Practicaba la brujería? ¿Tenía visiones? ¿Fue Juana de Arco la que quemaron en el mercado viejo de Ruán? ¿Dónde está enterrada?

Al margen de todas estas incógnitas, sólo destacaré que Juana de Arco confesó, a los trece años, haber visto a san Miguel, a santa Catalina y a santa Margarita, y oír voces que la exhortaban a una misión divina. ¡Un comienzo interesante para los psicólogos!

Ramón Llull,  místico cristiano, aventurero, militar, alquimista son algunos de los títulos que se podrían otorgar a este peculiar personaje que alcanzó la iluminación con tan solo subir a lo alto del monte Randa (Mallorca).

Aquí tenemos un peculiar personaje con unos antecedentes que se suponen no tener importancia en su curriculum para hacerlo santo. Al margen de que el libertinaje es algo frecuente en su vida, Llull llega a entrar montado en su caballo en una iglesia para saludar a una dama casada a la que pretendía.

Pero su vida sufre un cambio repentino, y comenzó a manifestar tener visiones místicas, alcanzando su iluminación cuando subió a lo alto del monte Randa en Palma de Mallorca. Debió ser un golpe de Sol que chamuscó algunas de sus neuronas, y le dota de un fanatismo cristiano feroz con la idea de conseguir la conversión de los árabes, gracias a las virtudes mágicas de un lenguaje universal que había creado.

 

La aventura de Jonás dentro de un pez es recreada modernamente por Pinocho. El caso de Jonás es bien conocido por todos los náufragos. Una alucinación causada por la sed, el Sol, el mareo y el hambre. Una situación que lleva a Jonás a relatar la historia de su estancia en la tripa de un pez. Asegura  el santo que tras ser arrojado al mar desde el barco que lo transporta, es tragado por un pez – nunca se habla de una ballena o cetáceo, sino de un pez -, luego este pez lo vomita cerca de Nínive, donde realiza sus profecías.

Sobre la historia del pez se ha especulado abundantemente. Suponiendo que se lo tragase un gran cetáceo, científicamente es imposible resistir tres días en su interior. Hay argumentos como las presiones, la falta de oxígeno, el agua que penetra, etc. Pero el más científico de todos hace referencia a los jugos estomacales, el fuerte olor asfixiante que se genera en su interior y es capaz de hacer perder el sentido. Los ictiólogos que abren tiburones muertos para estudiar sus hábitos alimenticios tienen que utilizar máscaras para poder resistir el olor.

Jonás pudo sobrevivir sobre alguna barca y tener un sueño, circunstancia que han padecido muchos navegantes solitarios que han tenido visiones fantásticas a causa de sus largas travesía marítimas.  Jonás se dejó llevar por su imaginación delirante, y explicó que estuvo en el interior de un gigantesco pez.

 

¿Cómo pudo ser derrotado Goliat por David pese a la diferencia de tamaño? Según el profesor Vladimir Berguiner, neurólogo del departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad de Ben-Gurión del Néguev, en Israel, Goliat no veía bien. Para este neurólogo un exceso de crecimiento produce excesivas hormonas, y estas tienen que afectar irremediablemente a la vista. Así es posible que Goliat no llegase a ver con claridad los movimientos de la onda de David y sus intenciones.

Debo advertir que el libro de Samuel, nunca dice que Goliat fuese un gigante, solo enumera las dimensiones de su armamento, entre el cual hay una coraza que pesaba sesenta kilos.

Otro santo que se las trae es el pendenciero san Ignacio de Loyola. El fundador de la polémica Compañía de Jesús, nació en Azpeitia y se integró de joven en la carrera militar. Sus biógrafos le ven como un pendenciero que tuvo varios duelos, hasta que fue herido de gravedad en una pierna. La intervención en ese miembro ya significó una dolorosa operación y mucho tiempo con fiebre. Pero los médicos tuvieron que romperle nuevamente la pierna para ajustar los huesos, hecho que originó una segunda y dolorosa intervención con, nuevamente, alta fiebre que llevó a Ignacio a tener “visiones”. La lectura religiosa, a raíz de aquellos hechos y largas estancias en la cama le llevó a su vocación religiosa. En este caso son los médicos los que crean un santo.

 

A Ezequiel lo recordamos todos por la visión del carro volante, tema que ha entusiasmado a los ufólogos  que han realizado cientos de interpretaciones para todos los gustos. Pero ¿Es el libro de Ezequiel auténtico? ¿Estaba loco Ezequiel?

En cuanto al libro, todo parece indicar que lo escribió Ezequiel. Es auténtico… pero nada serio, escrito para ingenuos. Para cualquier psicólogo Ezequiel presenta una personalidad psicótica clara y evidente que se manifiesta a través de sus excentricidades: comerse un libro, quedarse mudo, dormir 190 días sobre un costado y 40 sobre el otro frente a un plano de Jerusalén, afeitarse la cabeza y pesar los cabellos para dividirlos entre partes, etc.

Tiene visiones repletas de extrañas imágenes “Los querubines” que se le aparecen en un sueño son los responsables sobre sobre si este personaje tuvo realmente una visión onírica o se trata de un relato imaginario.

He dejado para el final un par de santos  dignos de ocupar una habitación acolchonada del psiquiátrico y estar sujetos con camisas de fuerza de kevlar: Elías y Eliseo

Me refiero a Elías, que realiza resurrecciones, ayunos de 40 días, camina sobre las aguas y sube a los cielos en un carro de caballos de fuego creando un gran torbellino. Muestran más interés por sus relatos los ufólogos que los psiquiatras. Su paralelismo con la vida de Jesús es evidente, ya que Elías sube al monte Carmelo, monta un altar con doce piedras y consigue que un rayo destruya los ídolos de los sacerdotes de Baal, luego es capaz de hacer llover. Si los supuestos milagros de Elías parecen insignificantes sólo hay que ver los de Eliseo, su discípulo.

Eliseo es el discípulo de Elías, y curiosamente es el único testigo que lo ve ascender al cielo en un carro de fuego. Como recuerdo de este suceso Elías le deja un manto mágico. ¿Qué hace Eliseo con este manto mágico?: Divide las aguas del Jordán con el manto para poder atravesarlo; sanea el agua de Jericó echándole un pellizco de sal; multiplica panes; resucita el hijo de la sunamita, cura de la lepra a Naamán. Y para superar a Elías en sus milagros consigue hacer flotar un hacha de hierro, y finalmente un muerto que por equivocación es arrojado a su sepultura, resucita al entrar en contacto con sus huesos.

Es un buen repertorio de gente para encerrar, pero la Iglesia ha preferido hacerlos santos para darnos ejemplo de las cualidades de estos personajes. Y nos recuerda que tendremos que morir y los santos, algunos con más de 500 años de antigüedad, viviran para siempre, muy felices mientras contemplan nuestras aburridas mentes racionales.

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El cenáculo de los ateos : El origen de las creencias

julio 28th, 2017

El cenáculo de los ateos: El origen de las creencias.

 

¿Cuándo y por qué empezó el ser humano a creer en el Más Allá?

Para contestar a estas preguntas sólo nos tenemos que remontar aproximadamente a unos 80.000 años de antigüedad.

En las cuevas de Shanidar, en el Kurdistán de Irak – curiosamente es en Irak a donde es exportada desde Afganistán la primera religión: el zoroastrismo –, encontramos enterramientos ritualizados de Homos neandertales. Los esqueletos se habían colocado en posición fetal, la cabeza en el oeste y los pies en el este; los cuerpos se habían cubierto con pinturas de color ocre rojo, el difunto había sido enterrado con sus útiles personales y se habían añadido flores y plantas curativas. Todo un ritual que induce a concluir que aquellos hombres, con un cerebro de 1400 gramos y aspecto bruto, creían en un Más Allá.

¿Cómo se produce esta creencia? Imaginemos que un ser de aquellos ha sufrido la pérdida de un compañero cuando intentaban cazar o defenderse de un megaterio (oso de tres o más metros de altura). Imaginemos que por la noche, en una cueva con otros miembros del grupo, el superviviente sueña y, en su mundo onírico, aparece el compañero fallecido afilando una estaca para cazar. El fallecido le habla, le advierte del peligro de las cuevas, de los grandes osos y sus zarpas o de los tigres de colmillos de sable. Es un sueño tan real, que induce a pensar al compañero que su amigo fallecido ha estado ahí, con él, que ha venido del Más Allá, para explicarle los peligros a los que se enfrenta en las cacerías.

Nuestro superviviente despierta y busca a su compañero fallecido en el interior de la cueva, despierta al resto del grupo y les explica que el fallecido ha estado allí, que le ha hablado. El resto del grupo también se sincera y explica que ellos también han tenido “visitas” de sus parientes fallecidos. En aquel instante nace la creencia de un Más Allá, un lugar donde van todos aquellos que fallecen. Como consecuencia de esta creencia uno de los miembros del grupo decide que hay que enterrar a los muertos, que hay que incluir en ese acto los útiles personales por si tienen que usarlos en el Más Allá. Este miembro se convertirá en el organizador de los ritos funerarios, será el primer chamán, el futuro sacerdote inquisidor.

El mundo onírico ha sido el detonante de las primeras creencias, un mundo cuyos relatos aún se arrastrarán hasta los futuros libros sagrados, donde los sueños tienen un especial significado. El mundo onírico es el origen de las primeras creencias, de los primeros enterramientos cuyos restos humanos enterrados evitarán ser un problema, ya que los cuerpos abandonados siempre atraen a los depredadores.

Al mismo tiempo jugará un papel importante el fuego, la primera energía que maneja el hombre primitivo. La hoguera será el primer cenáculo, un lugar de protección e intercambio de    conocimientos; un lugar de abstracción por el tintineo de las llamas y su poder de atracción. Es el fuego sagrado que protege de la oscuridad, que calienta, que cauteriza las heridas…es el fuego que se utilizará por Zoroastro o Zaratrustra  en el norte de Agfanistan durante sus rituales religiosos.

El chamán del grupo sabrá la importancia que tiene ritualizar los enterramientos. Algunos chamanes despertarán sus primeros egos al convertirse en protagonista y directores del enterramiento. Algunos chamanes sabrán que tener contacto con el Más Allá, produce credibilidad y autoridad, y no dudarán en convertirse en intermediarios entre el mundo real y el Más Allá, con presuntos mensajes que les transmitirán los fallecidos. Y si los fallecidos no son suficiente creíbles, se creará un ser superior, y ahí tenemos a Zaratrusta creando un dios bueno y un dios malo, forjando, una dualidad que maneja desde entonces nuestro cerebro en un mundo donde, erróneamente, impera el bien o el mal. La dualidad se convierte en un conductismo, con solo dos caminos alternativos, un sistema pobre y raquítico frente a la frescura imaginativa del pensamiento singular. Decía Campbell que “aunque Dios sea bueno y desee el bien para todo el mundo, por desgracia tiene un hermano imbécil que siempre está interfiriendo en lo que Él hace”.

El mundo onírico es la respuesta a las primeras creencias. Dice Patrick Harpur, en El fuego secreto de los filósofos, que para que la imagen de un sueño actúe en la vida debe ser experimentada como completamente real, y que es una excentricidad de nuestra cultura subestimar los sueños si tenemos en cuenta el importante papel que desempeñan, y han desempeñado siempre, no sólo en las culturas tradicionales, sino también, en las grandes religiones del mundo.

Aún en muchas tribus el sueño es una fórmula para conectar con los ancestros y con el resto del universo. Así, para estas tribus, lo real es el sueño; y la vida de vigilia es lo falso.

Creo, tal como funciona el mundo, que soñar puede ser el único método de iniciación que nos queda, con él, cada noche transcurrimos una “pequeña muerte” que nos va aclimatando al Otro Mundo. Shakespeare en La Tempestad, dice que estamos hechos de la misma materia que los sueños y que nuestra pequeña vida cierra su círculo con un sueño.

 

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