La mayoría de las personas, especialmente en estos momentos de crisis, sólo son capaces de proferir angustiosos lamentos. Se repiten unos a otros los mismo problemas, las mimas zozobras, desazones, las misma dificultades, las mismas críticas a los gobernantes, con el fin de reafirmarse y autoconvencerse de la culpa de todo la tienen otros y que ya no tienen porvenir. Exprimen emociones negativas que se adueñan de sus mentes y enferman sus cuerpos con bilis, disfunciones cardiacas y males estomacales. Se comentan a si mismos su malestar y se van destruyendo poco a poco.

Solo les anima las desgracias y fracasos de los famosos, y alguna leyenda urbana sin fundamento. No se dan cuenta que los que le falta es capacidad para pensar, reflexionar, imaginar, crear…aspectos que hasta ahora no habían utilizado porque seguían viviendo en un limbo en que no precisaban ningún esfuerzo mental.

No se daban cuenta que la vida es algo más que ganar dinero y vegetar. La vida es conocerse a si mismos y conocer a los que nos rodean en una empatía que nos permita armonizarnos. La vida es saber por qué estamos aquí, que significa nuestra existencia. Es evolucionar mentalmente.

También es desarrollar nuestra inteligencia día a día. Porque la principal función de la inteligencia es sacarnos de las situaciones con dificultades. La incapacidad de escoger nuevas alternativas, de tomar decisiones es un fracaso de la inteligencia.

Lo que han de comprender es que el mundo ha cambiado, que ya no todo será igual, que no podemos basarnos en la creencia de que lo que funcionó antes debe funcionar siempre.

El chamán Igjugârpuk le explicó a K. Rasmussen que creía que todo mal huye de los lugares donde la gente es feliz. Creo que el mero hecho de vivir, despertarse vivo cada día, comporta cierta felicidad, por lo menos la de seguir pensando y aprendiendo nuevos conocimientos sobre el gran milagro de nuestra existencia.

Todos esos seres negativos y lloricones que sigan con sus lamentos, con sus inútiles quejas compartidas, con sus mediocres conclusiones, porque son gente que no hallarán nunca un escondite en el que no les alcancen sus primitivos problemas. Ni pienso escucharlos, ni pienso convencerlos de su error.