Hoja de ruta para alcanzar la inmortalidad

octubre 7th, 2019

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Se nos esconde lo esencial

 

Debiéramos estar más alarmados, pero la mitad de la población mundial no se entera y la otra mitad no entiende lo que investigan los laboratorios científicos. Solo los profesionales de los distintos sectores de investigación están al corriente de los avances que se producen. Así y todo, parte de estos progresos permanecen sometidos a las más poderosas tinieblas.

 

Ante los nuevos descubrimientos las personas, sea cual sea su profesión, debieran dedicar un tiempo para reflexionar, sentarse a pensar qué significa este nuevo hallazgo, en qué se puede aplicar y qué consecuencias o cambios producirá en el sistema social del mundo. A veces también encontramos respuestas en sus inversiones financieras, y finalmente podemos preguntarnos ¿A quién benefician? ¿A quién perjudica?

 

Sobre ese desconocimiento general de lo que se está fraguando en los laboratorios, no me sorprende cuando los interlocutores en general me confiesan que, por ejemplo, no habían oído nunca hablar de DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency) o Calico (California Life Company),  y menos lo que se está investigando en estos lugares.

 

DARPA no es un solo laboratorio de investigación, es una Agencia que controla y financia a decenas o cientos de laboratorios extendidos por todas partes. En el caso de Calico, es un lugar concreto que pertenece a Alphabet, una Corporación que engloba varias divisiones de Google. Y estos son los laboratorios más grandes y conocidos de los que hablaremos. Personalmente me preocupan más una serie de laboratorios pequeños, que también abordaremos, y sus reservadas investigaciones o experimentos incontrolados. Y por supuesto, están los laboratorios secretos de China y Corea del Norte.

 

No es que los seres humanos tengamos una neurasténica sensación de que estamos rodeados de conspiraciones, intrigas y maquinaciones, es que verdaderamente se nos está escondiendo lo esencial. Nos ocultan todos aquellos descubrimientos que no convienen para el sistema. ¿Creen que nos anunciarían a bombo y platillo que se ha descubierto una píldora que dobla nuestra esperanza de vida? ¡Pues claro que no! Por la sencilla razón que esa píldora también dobla el presupuesto de las pensiones de la Seguridad Social.

 

A pesar de todo no hay barreras para los descubrimientos que emergen, por muy rigurosas que sean las normativas y las leyes, acaban imponiéndose. Uno de los primeros ejemplos lo tenemos en las dificultades que el judío Gregory Goodwin Pincus tuvo que sortear para ensayar sus píldoras anticonceptivas. Su principal problema fue el nivel moral de la época en Estados Unidos, la religiosidad que consideraba que la utilización de anticonceptivos iba en contra de los designios divinos. Pincus, al margen de la ética y la moral, se enfrentaba con que estaba prohibido ensayar con seres humanos y, lo que aún era peor,  que el apoyo a los anticonceptivos era delito. Pero, como hoy en día, nada impidió a este investigador realizar, en 1955, sus ensayos en Puerto Rico y más adelanten en Haití y en México, hasta que en 1961 empezó la comercialización de las famosas pastillas anticonceptivas en algunos Drugstore de Los Ángeles.

 

Pincus fue verbalmente castigado por la Iglesia con el infierno, pero las mujeres dejaron de tener hijos no deseados y consiguieron una libertad sexual que las llevó hasta París en mayo de 1968.

 

La única forma de proteger un secreto es desconociéndolo.

 

La construcción y desarrollo de un laboratorio secreto es, valga la redundancia, muy difícil mantener en secreto. Ni aunque se construya en la Antártida por voluntarios del ejército de Estados Unidos. Siempre habrá alguien que, tarde o temprano, explicará algo. El ser humano difícilmente mantiene un secreto, le gusta hablar y, sobre todo, demostrar a los demás que está en poder de información, digamos, privilegiada. Destacaba un jefe del Mossad: “Si no conoces un secreto importante, parece que no eres nadie en esta vida”.

 

Los faraones que mandaron construir las Pirámides de Egipto u otros mausoleos donde eran enterrados con objetos valiosos, elegían grupos reducidos de arquitectos y esclavos para realizar los túneles o galerías secretas que desembocaban en sus verdaderas cámaras mortuorias. Estos trabajadores, una vez terminada la obra, eran ejecutados por sus guardianes que, posiblemente, también eran ejecutados por otros vigilantes ajenos a las obras. Era la única forma de guardar el secreto. Así asistimos al hecho de la existencia de una cámara real de la pirámide de  Jufu vacía por la circunstancia que no era la verdadera morada fúnebre del difunto faraón. Hace tan solo unos años, los egiptólogos descubrieron una galería secreta que lleva a otra cámara en la que tal vez esté el cuerpo momificado de Keops dentro de un sarcófago de oro. Pensemos cuantos obreros y arquitectos fueron sacrificados para construir este lugar que se ha mantenido hasta hoy en secreto y protegido de los saqueadores de tumbas.

 

De cualquier forma, este procedimiento satánico de guardar un secreto se perpetró hasta la Segunda Guerra Mundial, en la que el nazismos construía con prisioneros lugares subterráneos donde los científicos del Tercer Reich realizaban experimentos secretos, muchos de los cuales aún no han sido claramente explicados. Estos prisioneras eran exterminados una vez concluían la obra, muy pocos pudieron escaparse y ser testimonio de este procedimiento. Lamentablemente muchos de estos relatos solo sirvieron para guiar a las fuerzas vencedoras hasta los lugares secretos, y solicitar a los testimonios que guardaran el secreto de la ubicación. Los enclaves y sus accesos se convirtieron en zonas no accesibles.

 

Hoy no se asesina a los obreros constructores, pero se les hace firmar contratos draconianos que garantizan su silencio. Contratos que les aseguran el cobro de una pensión en su vejez siempre y cuando permanezcan callados; incluso este acuerdo se extiende hasta después de su muerte, asegurándoles una indemnización a sus descendientes para evitar testamentos en los que puedan existir indiscreciones.

 

No sabemos exactamente como asegura el régimen de Corea del Norte sus miles de secretas construcciones subterráneas, pero en ocasiones, pensando la desconfianza de su líder incluso con su familia, uno sospecha lo peor.

 

Todas las instalaciones militares están en bunkers bajo tierra, algunos conocidos laboratorios de investigación también lo están por necesidades científicas, como es el caso de los detectores de neutrinos. El LHC, el mayor instrumento científico que hemos construido para investigar lo infinitamente pequeño, también está bajo tierra aunque no era necesario. Digo exactamente que no era necesario, ya que podía haberse construido una edificación circular en la superficie, pero resultaba más caro expropiar los terrenos y las casas que perforar un túnel.

 

Hay laboratorios cuya ubicación es conocida, pero sus medidas de seguridad son terriblemente restrictivas. Es el caso de los laboratorios de “Bioazar” que investigan con virus y hay un riesgo biológico del nivel 4, el más alto. Son lugares cerrados herméticamente, donde el aire puede entrar, pero no puede salir. Algunos son almacenes de peligrosos residuos sanitarios, donde se acaudalan muestras de microorganismos vivos, o toxinas de fuentes biológicas que pueden convertirse en patógenos.

 

Construir un laboratorio secreto, visible o bajo tierra, implica llevar allí a una serie de científicos, seres humanos, que también tienen sus vidas y a los que no se les puede tener encerrados constantemente. El problema de los laboratorios secretos está en el personal, ya que el secreto genera tensión, y a veces para descargar y relajar esa tensión, es necesario explicarlo a alguien. Otras veces es la prepotencia de los individuos la que lleva a revelar detalles sobre su gran trabajo; en otras ocasiones las envidias y marginaciones laborales.

 

Un laboratorio secreto precisa controles de seguridad, video-vigilancia y otras características. Todo ello se encarga a agencias especializadas de seguridad y a un personal, presumiblemente muy discreto. ¿Pero quién vigila a los que vigilan? En definitiva, el secreto, pese a las precauciones, nunca es perfecto. La mejor manera de proteger un secreto es no saberlo.

 

Para desarrollar las primeras bombas atómicas, Proyecto Manhattan, se construyó el laboratorio más grande del mundo en el desierto de Nuevo México, junto a un destartalado pueblo, Alamogordo  que se enriqueció con sus bares y la presencia de extranjeros, militares y civiles, que hablaban de cosas raras. Fue un proyecto que costó 27.000 millones de dólares. Por hacer alguna comparación el LHC ha costado 5.370 millones de dólares Hoy Alamogordo vive del turismo que viene a visitar el lugar en que un 16 de julio el 1945 se hizo detonar, a 97 kilómetros de distancia, la primera bomba atómica.

 

El inmortal que regreso del frío

 

Rusia no está al margen de esta carrera para alcanzar la inmortalidad, y sus buscadores lo hacen abiertamente. En la actualidad existen muchos millonarios rusos que invierten en investigación en Rusia y en países Occidentales. Algunos han conseguido su fortuna con el petróleo, otros acaparando los medios informativos (periódicos, radios, televisión), los hay que ocuparon puestos de gran poder en los servicios de inteligencia rusa y quienes han hecho fortuna con el tráfico de armas.

 

Curiosamente muchos de ellos tienen negocios en Occidente, en Europa y en los Estados Unidos. Tenemos el caso de Yuri Milner, uno de los mecenas del proyecto Starshot que lanzará naves para llegar a la estrella Alfa Centuri. Milner, que es físico cuántico, tiene una fortuna de 3.000 millones de dólares, y ha invertido 100 millones en la búsqueda de vida inteligente en  el espacio. Otro de los millonarios rusos es Dmitry Itskov, uno de los impulsores de Initative 2045, y voluntario para transferir su cerebro a un avatar. Citaré también a Dmitry Kaminsky propietario de Deep Krowledge Life Sciences, dedicado a negocios de biotecnología. Y finalmente a Serguei Sdpov que está construyendo una nave para ir a Marte en su empresa MTKS de Rusia y se ha convertido en el Elon Musk de los soviéticos.

 

En lo que se refiere a la preservación en estado de hibernación prolongada, es decir, la criogenización que ofrece Alcor a través de Movement for indefinite Life Extensión, en EE.UU., Rusia también dispone de una empresa dedicada a la criogenización. Se trata de KrioRus, fundada en 2005, fecha desde la que ya ha criogenizado a 51 rusos y 20 mascotas. KrioRus ofrece dos alternativas, congelar el cuerpo entero por 36.000 dólares o solo la cabeza por 12.000 dólares.

 

En el campo de la investigación Rusia trabaja en terapias génicas y regeneración. El experimento más destacado fue llevado a cabo por el doctor Anatoli Brouchkov, del Departamento de Geocryobiología de la Universidad de Moscú, y trascendió a todo el mundo en octubre de 2015. En 2009 se encontró en el permafrost de Siberia una bacteria, Bacillus F, que tenía 3,5 millones de años de antigüedad. Brouchkov estaba y está convencido que se trataba de una bacteria inmortal y la inculcaron a ratones en los que apreciaron un aumento de longevidad en sus vidas. Con la intención de alcanzar la inmortalidad, Brouchkov se inyectó esta bacteria en el 2015 y, desde su administración, dice encontrarse con más fuerza para trabajar, con más energía y dinamismo, y lo más importante, parece  que ha desarrollado una especie de inmunidad que lo protege de los constipados y las gripes que siempre le afectaban.

 

Hoy los laboratorios pueden encontrarse en los lugares más inverosímiles: submarinos, barcos en alta mar, base militares, universidades, aviones experimentales tipo X-37, en discretos edificios de ciudades, incluso en la ISS (International Station Space). Los laboratorios de los que hablaremos están localizados, lo preocupante no es su emplazamiento, sino los experimentos que están realizando. Ensayos poco seguros y de innecesario presupuesto como el realizado por Anatoli Brouchkov.

 

Sinceramente he tenido problemas para acceder a las investigaciones que están realizando, en algunos casos he tenido que investigar en los presupuestos de los Estados para saber, aproximadamente, en que invertían sus recursos, que clase de investigaciones se estaban realizando. Muchos de esos laboratorios me han negado información alegando que no estaba en la “bigotslist” que permite acceder a informaciones “sensibles”. Posiblemente tienen otra “bigotslist” en la que si estoy, pero es la que advierte que no se me debe dejar acceder a “material sensible”.

 

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En busca de la inmortalidad

octubre 2nd, 2019

En busca de la inmortalidad perdida

 

“Los seres humanos que van a disfrutar el pasaporte de la inmortalidad ya han nacido, son bebés y su futuro no tiene límites”. Así empezó una de sus conferencias Kurzweil.

Voy a desvelar a los verdaderos amos del mundo, no los Rockefeller, March, Rothschild, Windsor u otros, tampoco incluiré al Club Bingbergen, la Trilateral o el G5, o el Vaticano y las monarquía eurpeas; sino a una generación nueva de millonarios, jóvenes, que con un pensamiento singular ven el mundo y la vida de otra forma que el resto de los mortales. Son ateos y creen en la inmortalidad, por esta razón invierten en las investigaciones más fantásticas que existen en el campo de la longevidad humana.

El sistema tiene como objetivo tenernos inmóviles y completamente desalentados, haciéndonos creer que la vida son esos escasos años que vivimos. Y para ello crea miedos incesantes, climas apocalípticos con posibles catástrofes, epidemias y terrorismos, y, sobre todo, nos oculta que podemos ser inmortales.

El sistema y las religiones se alimentan de la muerte para vivir. Como dice Saramago: “El problema de la Iglesia es que necesita la muerte para vivir. Sin muerte no podría haber Iglesia porque no habría resurrección. Las religiones cristianas se alimentan de la muerte”. Sin la muerte el sistema no funciona. Y nos ocultan la posibilidad de que podemos ser seres inmortales. Un hecho que significa un nuevo paradigma que nadie ha podido prever, que puede ser frustrante para los que ya tenía una visión clara de cómo es este mundo; y que puede ser esperanzador para los que están sedientos de más tiempo para adquirir infinitos conocimientos.

Si hay algo que caracteriza el primer cuarto de siglo en el que vivimos, es la búsqueda de vida inteligente fuera de la Tierra, y la investigación en busca de una fórmula para detener el envejecimiento y alcanzar la inmortalidad. Dos objetivos colmados de inquietantes preguntas y respuestas preocupantes, dos acontecimientos que, sin ninguna duda, van a transformar la sociedad. Dos sucesos que nos obligaran a replantearnos todo sobre quiénes somos, que significa nuestra presencia en este universos, qué es la vida y que representa todo este Cosmos que nos rodea.

Hoy existen miles de laboratorios realizando ensayos con ratones, peces cebra, gusanos y monos, cuyo objetivo no es la búsqueda remedios pasajeros o medicamentos transitorios, están investigando caminos para alcanzar la inmortalidad. Algunos con experimentos espectaculares, otros con silenciosos y sospechosos resultados.

En ambos  casos los experimentos y las investigaciones de estos laboratorios tienen como objetivo detener el envejecimiento por diferentes caminos, con distintas técnicas, con experimentos diversos, con procedimientos legales o ilegales. Hablemos claro, existen infinidad de hojas de ruta, pero todas tienen el mismo objetivo final: la inmortalidad.

 

La inmortalidad es un fin que ha sido perseguido desde lo más antiguo de la humanidad, una creencia que hace más de 80.000 años llevo a los Homo neandertales a enterrar con simbólicos rituales a sus congéneres por qué creyeron en una inmortalidad que estaba más allá. ¿Qué les llevó a creer que había un más allá? Sencillamente su mundo onírico en el que se veían sorprendidos en sus sueños por la presencia de seres fallecidos, un hecho que les despertaba con el convencimiento que habían recibido la visita nocturna de los ya desaparecidos.

En los textos más antiguos del mundo, los Upanisad de la India, ya encontramos referencias a la inmortalidad, concretamente en Kata-Upanisad podemos leer: “Cuando se cortan todos los nudos que aquí atenazan el corazón, entonces el mortal se hace inmortal”. En el Bhagavad Gita se anuncia: “Te revelaré lo que se ha de conocer, aquello por cuyo conocimiento se alcanza la inmortalidad”, y en Kena-Upanisad se nos revela: “…por el conocimiento se encuentra la inmortalidad”.

¿Hemos alcanzado ya un grado de conocimiento que nos permite alcanzar la inmortalidad? La realidad es que estamos muy cerca, como mucho a 27 años según Ray Kurzweil, uno de los CEO de CALICO donde se han invertido grandes recursos, más de 1.500 millones de dólares, para que los equipos de investigación de esta Compañía puedan alcanzar la inmortalidad en 2045. Kurzweil destaca: “El niño que vivirá mil años, ya ha nacido”.

Solo cuando se han invertido millones de dólares o euros en una investigación, se ha conseguido resultados positivos. Nunca en la historia de la humanidad, un grupo de hombres jóvenes y emprendedores de Silicon Vally, había invertido tanto dinero en vencer a la muerte. Ni los recursos estatales en investigación superan las grandes fortunas que estos empresarios están gastando para alcanzar la inmortalidad.    Ajenos a sus grandes y productivas empresas de Internet, vuelcan sus beneficios en las más increíbles investigaciones para poder ser inmortales; y también, en la conquista espacial, alentados por voces como la del fallecido Stephen Hawking, que advertía que si nuestra especie quiere sobrevivir debe conquistar el espacio. Y estos jóvenes ejecutivos multimillonarios añaden: Si queremos conquistar el espacio  tenemos que ser inmortales.

Existe un entorno en el que se nos está escondiendo lo esencial. Muchos laboratorios que investigan en la búsqueda de regeneración de órganos, en fármacos milagrosos para vivir más tiempo, en terapias génicas, en fórmulas para rejuvenecer, etc., son bunkers herméticamente cerrados como los laboratorios de BioAzar de los que nada puede salir, incluido el aire que se respira. Otros laboratorios, tras sus aparentes e inocentes investigaciones, ocultan fines más sospechosos, como es el caso de DARPA. Y en algunos se realizan ensayos y experiencias que vulneran las leyes internacionales.

No faltan voluntarios, algunos multimillonarios, como el ruso Dmitry Itskov, dispuesto a ser el primero en transferir su cerebro a un avatar inmortal. O el ruso Anatoli Brouchkov que en 2015 se inoculo una bacteria de 3,5 millones de antigüedad que según él, era inmortal. O la CEO propietaria de BioViva, Elizabeth Parrihs, que vulnerando todas las leyes internacionales se realizó una terapia génica de alargamiento de telómeros que, según aseguran, la ha rejuvenecido 20 años. Por alcanzar la inmortalidad la gente está dispuesta a arriesgarlo todo, a probarlo todo. Incluso sus santidades Pio XII y Juan XXIII, ingerían el primero Gerovita H3 de la gerontóloga Anna Asland, y el segundo papaya traída de Sudamérica.

Este afán por vivir muchos años choca con nuestra ceguera cotidiana que nos lleva a respirar, ingerir y cohabitar con lentos venenos que acaban con nosotros. ¡A ver si ya seremos inmortales  pero morimos porque nos estamos o nos están envenenando!

Por lo menos tenemos que admitir que estamos rodeados de productos venenosos, aparentemente benignos, pero que bajo caprichosas reacciones (temperatura, presión, etc.) desprenden gases que respiramos o adsorbemos a través de la piel. Ni nuestros alimentos están libres de microbios, ni el aire es sano en las montañas o en la orilla del mar; el primero contiene oxigeno que nos oxida, el segundo cloro que afecta a nuestro organismo. Los optimistas destacan que son dosis insignificantes, pero olvidan que son acumulativas.

Estamos rodeados de venenos que afectan a nuestras vidas y, además nos alimentamos mal, bebemos alcohol, fumamos, ingerimos cosas demasiado calientes o demasiado frías, no tomamos precauciones ante ácaros, mosquitos y otros portadores de enfermedades.

Es cierto que también se están consiguiendo grandes progresos en la curación del cáncer, el Alzhéimer, el Parkinson y muchas otras enfermedades. Sin embargo, mientras erradicamos algunas enfermedades, el cambio climático, el rápido intercambio de poblaciones con los desplazamientos de Sur a Norte y de Este a Oeste, nos traen nuevos virus y bacterias que eran desconocidas e insólitas en Occidente. No son solo los seres humanos los portadores de estos contagios, el cambio climático está propiciando el desplazamiento de especies y con ellas nuevos ácaros e insectos causantes de nuevas epidemias

Es precisamente en el último cuarto del siglo XX y en el primer casi cuarto del siglo XXI, cuando empezamos a descubrir animales cuya vida es extremadamente longeva, y no se trata de tortugas o loros capaces de superar los 100 años; me refiero a tiburones de ártico que alcanzan los 390 años de vida. La investigación de sus genes se ha convertido en una hoja de ruta para la inmortalidad.

Los laboratorios actuales ensayan con ratones y aplican  experimentos basados, principalmente en la bioingeniería genética. Gracias al CRISR podemos ensayar y crear seres a la carta. Y nuevos adelantos en la regeneración de órganos van a dejar obsoleta la idea de los seres Cyborg. Del mismo modo que los robots metálicos serán sustituidos por “replicantes” al puro estilo Blade Runner.

Es, precisamente el avance de órganos en bioimpresión en 3D, lo que provocara que los cyborgs cargados de metalistería electrónica se van a convertir en los próximos años en máquinas obsoletas, ridículos portadores de metálicos brazos biónicos, personajes que desencajarán en el nuevo entorno como el robot del embudo en la cabeza del cuento El mago de oz.

Insisto se nos está ocultando una parte de la realidad, intuimos primero y luego experimentamos como nos arrinconan para que no consigamos conocer el verdadero significado de nuestras vidas en este mundo. Nos sumergen en un circo de oropel y fantasía con falsos espectáculos en sus pistas, eventos que nos distraen para ganar tiempo y limpiar el escenario de aquellas pruebas sospechosas. Como el mago Houdini hacen desaparecer  lo verdaderamente esencial, provocando que destile por los más profundos laberintos del cerebro y lo olvidemos. Mientras seguimos viviendo con esa sensación profunda que algo no es real, y que nos están ocultando lo esencial.

Lamentablemente para muchos seres lo esencial no es cómo ha conseguido hacer aquel salto el trapecista del circo que estamos viendo, sino con quién se acuesta por las noches el trapecista.

Nos han alineado, condicionado y formado para que nuestra mente sea lineal y no colmada de singularidad. Nos han acostumbrado a formar parte del engranaje, a convertir el trabajo en el único sentido de nuestras vidas, a creer, como decía el fallecido humorista  Rubianes, que “el trabajo dignifica”. No importa si nuestra empresa contamina o si lo que compramos está producido con ética o a costa de la explotación de otros seres humanos. Nos sumergen bajo las aguas de  ideologías conformistas que nos impiden ver la superficie de los mares. La gran realidad es que al sistema le horroriza que pensemos por nosotros mismos de forma independiente y sin prejuicios. Molesta e inquieta que indaguemos, que tratemos de descubrir que se investiga en aquel inocente edificio o nos interroguemos sobre la identidad y el origen de esas luces nocturnas o esos extraños objetos diurnos que, hasta los astronautas mencionan en sus crónicas. El sistema teme a los coroneles pensadores como Kurtz en Apocalipsis Now, razón por la que hay que neutralizarlos. Por otra parte tenemos una avalancha de información y esto origina que la gente no distinga entre lo bueno y lo malo, entre lo certero y falso.

Pese a la complejidad de algunos temas siempre trato de explicar todos estos avances de una forma accesible a todos los lectores, a este respecto explica  David Garfinkle en su libro: Three steps to the Universe que, “… la ciencia ha adquirido tal grado de sofisticación que es difícil para el lego no solo estar al tanto de los avances de la ciencia, sino comprender los cimientos del método que asegura ese saber. La divulgación de calidad es clave en esta tesitura”.

Están apareciendo descubrimientos que, sin que apenas lo percibamos, están cambiando nuestras vidas, un hecho que requiere en ocasiones plantearse escenarios hipotéticos de lo que se avecina. Sin embargo, lo complicado hoy es realizar esos escenarios hipotéticos del futuro. Es complexo porque a partir que salgamos de un punto dado se abren ante nosotros un haz de miles de alternativas que requieren largos y complejos procesos algorítmicos. Cualquier descubrimiento nuevo en cualquier campo abre una nueva vía hacia nuevos escenarios. Estos escenarios son susceptibles de infinidad de alternativas. Al margen de eso hay que considerar los imprevisibles, por ejemplo nadie previo que Internet fuera lo que hoy es, salvo una serie de informáticos que lo aplicaron y crearon lo que hoy se llama la “nube”. Tampoco nadie creyó que Donald Trump alcanzaría la presidencia de Estados Unidos, fue casi imprevisible. Como destaca Karl Popper: “Nadie puede prever lo que sucederá en la Historia, porque la Historia no tiene leyes ineluctables”.

 

Pronto llevaremos chips obligatorios en nuestro cuerpo. Chips con nuestra identificación, con nuestro currículo vitae, con nuestro historial médico, con nuestras constantes fisiológicas, con nuestros antecedentes; incluso chips que estarán actuando en nuestros cuerpo para producir insulina, para activar las neuronas  del cerebro, para complementar la dopamina que no producimos, para controlar y evitar posibles enfermedades. Es evidente que en el campo de la medicina es más económico colocar chips preventivos que atender en los hospitales a enfermos, aunque el personal sea robótico. A este respecto cabe señalar que ya hay mucha gente que prefiere que le intervenga quirúrgicamente un robot, en vez de un cirujano. ¿Por qué? El robot ofrece una serie de ventajas: será más rápido, lo que significa menos tiempo cloroformado; la incisión será más precisa y menor; no le temblará el pulso, no se cansará; no cometerá errores, etc.

Pero recordemos que los chips pueden manipular nuestro comportamiento, pueden hacer que seamos más agresivos con nuestro voto en las elecciones simplemente bombeando más dopamina; o que votemos atraídos por una candidata guapa produciéndonos una descarga de oxitocina.

También adrenalina para reducir el miedo en la aparición de la IA en los robots, y que acaben siendo ellos los que dominen el mundo. Los escenarios del futuro dependen de los descubrimientos científicos, nuestra estabilidad mundial, el descubrimiento de vida inteligente fuera de la Tierra, los desastres geológicos y los peligros procedentes del espacio.

Tenemos que buscar la verdad que nos ocultan y las consecuencias de esos engaños, aunque ese ejercicio nos represente terminar con más cicatrices que el capitán Acab de Moby Dick; aunque tengamos que rebelarnos como los marineros de la Bounty, cansados de repartir el agua con las plantas; o acabar como el doctor Moreau, del relato de Wells, retirándonos a una isla desierta del Pacífico a 5º de latitud Sur y 105 de longitud Oeste, es decir, desconocida e ilocalizable.

 

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El delicioso tormento de vvir y morir

octubre 1st, 2019

 

El delicioso tormento de vivir y morir

 

El estómago sufre una torsión, una inquietante zozobra recorre el cuerpo acompañada de desasosiego y miedo; parece como si la mente se bloquease. Es una sensación de querer huir, pero ¿a dónde? Es la angustia vital ante el inquietante pensamiento de que un día desapareceremos y dejaremos de ser. Es la imagen de la Dama de la Guadaña que ejerce una forma de terror que nos arrastra como un torbellino primigenio, o esa angustia que sufrían los seguidores de Sartre y Russell en la aurora de 1968 y que tan crudamente ha descrito C. M. Cioran en Breviario de podredumbre donde podemos leer: “Pues nuestro destino es pudrirnos con los continente y las estrellas, pasearemos, como enfermos resignados, y hasta el final de las edades, la curiosidad por un desenlace previsto, espantoso y vano”.

 

Uno de los capítulos más desconcertante e injusto de la condición humana es el ineludible final de la vida, un final inevitable del que se han escrito cientos de versiones de lo que puede acontecer, lamentablemente ningún testigo ha podido confirmar nada ya que, una vez que se franquea la frontera de la muerte, no hay regreso posible por ahora, es como el “horizonte de sucesos” de un agujero negro que, una vez que se atraviesa, no existe retorno posible.

 

Para paliar la angustia de ese final que para muchos es definitivo, han surgido las religiones y las filosofías. Las religiones con pueriles historias de paraísos que nos aguardan, siempre que seamos fieles a la doctrina que los propugna, o regresos de nuevo a esta vida en complejas reencarnaciones cíclicas, como si no hubiésemos tenido bastantes sufrimientos con una estancia en este planeta. Nada que se haya podido confirmar, algo tan vano como la creencia en el alma o el espíritu.

Las leyendas están repletas de seres inmortales y las religiones de extraños personajes que viajan del Más Allá al mundo terrenal. Seres como el Caballero Verde de los sufíes. O personajes que resucitan como el Lázaro Bíblico quién, curiosamente, no hace el menor comentario de su estancia en la mansión de la Parca y no nos aporta ningún conocimiento del más allá, convirtiéndose en un fragmento bíblico que más bien parece extraído de un libro de brujería. Su paso por las páginas de la Biblia es tan rápido como el actor que atraviesa un escenario en una obra de teatro de misterio.

Desde el momento que adquirimos consciencia de nuestra existencia, todos sin excepción, vivimos traumatizados por la muerte, digo sin excepción porque hasta el más creyente procura sobrevivir y no arriesgarse a un final del que siempre alberga una ligera duda.

Algunos seres, sujetos a infantiles creencias, no han asimilado la realidad de la muerte. No se han enfrentado al escenario que un día dejaran de pensar, que ya no habrá recuerdos, que no verán más amaneceres ni sentirán el aire en sus rostros, ni olerán el perfume de las flores… que no serán nada, no existirán porque estarán sumidos en el silencio eterno, en un estado que ni siquiera percibirán.

Es una inmensa incongruencia que durante decenas de años estemos almacenando información, conocimientos, recuerdos, razonamientos y reflexiones en nuestro cerebro, para que en un instante dado todo ello quede borrado y destruido. No cuadra con el sentido común este desolador viaje, esta infecunda presencia en nuestro mundo, para llegar a un final tan devastador. Como diría el dicho popular: “Para un viaje tan corto no se precisaban tantas alforjas”.

La muerte parece no querer valorar las experiencias adquiridas. Es tan estremecedora como el espectáculo de destrucción y creación que nos ofrece el Universo. Ante la fría lógica algo no es coherente, algo falla en nuestra presencia ante el universo si, tras un corto lapsus de tiempo, vamos a ser fulminados. Este hecho hace que nos preguntemos: ¿Si los seres vivos con sus conocimientos mueren, qué perdura?

Por otra parte, nuestra experiencia en esta realidad que vivimos no siempre es fructífera, en la mayoría de casos es una escalera con seres que no pasan del primer peldaño de conocimientos. Seres que más bien han aportado con su presencia, al margen de un puñado de genes, una figura testimonial en las sucesivas cadenas de nacimientos y muertes. En cualquier caso, sean seres destacables, mediocres o simples bufones de la existencia, sus vidas van acompañadas de incertidumbre, desasosiegos, dolor, temores, desamores y sufrimientos. Es decir, la experiencia de surgir en este mundo es más un calvario que un camino de conocimientos. ¿Qué finalidad tiene ese destino cargado de calamidades con un final que va a borrar las experiencias adquiridas? Si bien es cierto que Einstein, por ejemplo, nos dejó la teoría general y restringida de la relatividad, él ya no existe, él no ve la importancia de su aportación, él no es nada, al margen de recuerdos en los libros de física, como lo es el monologo de “ser o no ser” de Shakespeare en Hamlet.

No me conforma que nuestra existencia sea solamente para ir cimentando, en una evolución de cientos de años, la llegada de un ser superior cada vez más enriquecido de sabiduría y conocimiento. Un ser que, en su lógica mental, pensará que para adquirir el nivel que haya alcanzado han sido necesarias cientos de generaciones que hoy son solo un triste recuerdo, y que ni siquiera forman parte del triunfo logrado, a no ser que exista una memoria genética o memoria cuántica que se activa y permanece flotando “ahí” tras nuestra muerte, como aquella filosofía perenne y memoria primordial de la que nos hablaba Huxley. Pero eso no lo hemos podido comprobar, y mientras tanto en ese final irremediable nuestros átomos se desconexionan y dejaremos de escuchar melodías que nos hacen palpitar el corazón, no sentiremos la brisa del mar, ni veremos las nubes en el cielo cambiando de cariz, no percibiremos la iluminación de la estrellas, y dejaremos de leer las enseñanzas de los maestros milenarios.

China en el espacio

septiembre 29th, 2019

 

China en el espacio

El 1 de octubre la República Popular de China cumple su 70 aniversario, y es muy posible que lo celebre con algún lanzamiento espectacular.

China es en la actualidad la segunda economía a nivel mundial. Su gobierno ha aceptado ciertas formas de propiedad para poder incorporarse al mercado mundial. El Gobierno de Pekín ha apostado por la innovación, convirtiendo el país en uno de los más innovadores del mundo, situándolo en la 14 posición entre los 129 países más innovadores.

Sus problemas políticos internos son más bien periféricos y se centran en Tibet, Xinjiang y Hong Kong.

Mundialmente da muestras de una apertura exterior, y se presenta como un país capaz de liderar la globalización en contra de proteccionismo de Estados Unidos. Militarmente se puede decir que hoy China ya supera a Rusia en gasto militar. Y especialmente está su carrera espacial que la convierte en una potencia de primer orden.

Muestra de ello son los abundantes centros de lanzamiento que ha creado, las estaciones de seguimiento y las ciudades espaciales y radiotelescopios. Sus principales centros de lanzamiento son Xichang en Sichuan, tal vez el más destacado junto Jiuquan, Taiyuan y Wenchang.

Su último gran triunfo espacial ha sido la misión “Chang´e 4” al lado oculto de la Luna. Aterrizando un módulo con el rover Yatu 2 que recorrió más de  284, 4 metros. El próximo objetivo es el lanzamiento de la “Chang´e 5” que tiene la misión de alunizar, recoger muestra y regresar a China.

China tiene interés en tomar posición en la Luna ante el caso eventual de que haya que reclamar derechos para explotar los recursos minerales del satélite, especialmente el helio-3, posible combustible alternativo.

La Agencia Espacial China piensa instalar una antena de fabricación holandesa en la cara oculta de la Luna. Se trata de un radiotelescopio para explorar el Cosmos sin interferencias terrestres.

Otros proyectos son el lanzamiento de satélites para Brasil. En 2020 tiene previsto la puesta en marcha del cohete Larga Marcha7 y 8. También en 2020 está previsto el lanzamiento de Tianhe-1, módulo central de la estación espacial china, dos módulos más, el Wentian y Menglian, serán los módulos siguientes previstos para 2021 que completarán una estación de 20 toneladas con tres astronautas que la habitarán permanentemente y que serán relevados cada tres o seis meses.

Para el 2025 está prevista una misión de exploración de asteroides, concretamente, se lanzará una sonda para volar cerca del asteroide Apofis, y realizar un posible aterrizaje.

En el 2017 quiere realizar su misión lunar habitable que concluiría, en el 2030, con la construcción de una base sobre la Luna controlada por robots y seres humanos.

Su gran cohete, en Larga Marcha 9 está previsto para el 2028, con un diámetro de 10 metros, capaz de lanzar cargas de 100 toneladas. Será con este cohete con el que China iniciará sus misiones a Marte en el 2030. En adelante La Agencia Espacial China prepara sondas espaciales para orbitar Júpiter  y su satélite Ganimedes en 2036, y algo más tarde Urano.

La industria científica espacial de China ya trabaja desde 2017 en el desarrollo de naves espaciales y satélites con propulsión nuclear, naves que no funcionarán antes del 2040. Y ya finalmente, de cara al 2040-2060 espera poder enviar regularmente takinautas a Marte colaborando con Rusia y Europa.

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