Se cumplen 45 años de la protesta reivindicativa de mayo del 68. Fue un año de grandes cambios y sucesos. La guerra de Vietnam entraba en su apogeo y los inconformistas norteamericanos con este conflicto tenían que emigrar a Canadá. Moría asesinado Martín Luther King. Mao, en China, reprimía con la violencia del ejército a los reformistas.
Alexander Dubcke intentaba realizar reformas en el régimen pero era duramente reprimido por las tropas soviéticas en lo que todos conocimos como la Primavera de Praga.
En París, entre los estudiantes, los hechos de China y Praga ponían en cuestión el totalitarismo comunista. Por otra parte, en las escalinatas del Odeón escuchábamos como Louis Pauwels nos explicaba, acertadamente, que para cambiar las estructuras sociales primero teníamos que cambiar las estructuras mentales. Nacían al mismo tiempo los movimientos feministas y ecologistas.
Hoy 45 años después, estamos asistiendo a un cambio desgarrador de las estructuras sociales sin haber cambiado antes las estructuras mentales para acomodarlas a este cambio. La sociedad está transformándose, las costumbres y los hábitos cambian, las tecnologías irrumpen sin tener a una población técnicamente preparada, la crisis transfigura el panorama laboral. Una evolución de innovación sacude a unos ciudadanos que aún tienen sus estructuras mentales aparcadas en el pasado, y que no han comprendido que ya nada será igual que antes.
Ha costado 45 años convencer a millones de personas que el sistema social en el que vivimos es falso, que el sistema económico no funciona, las democracias no son perfectas y la corrupción llega a todos los estamentos impunemente. Han tenido que ser las nuevas tecnologías, y una juventud que no vivió el mayo del 68, las que provocasen un cambio estructural en el sistema laboral y los conocimientos. Un cambio que espero afecte a los sistemas políticos, financieros y sociales. Un cambio que será desgarrador para los que se queden anclados en el viejo mundo. Como dijo Kierkegaard, nos encontramos atrapados entre dos visiones del mundo, una ya agonizante y otra luchando por nacer.