Alguien ha pensado la gravedad que tienen todos los casos de corrupción que están emergiendo del los estamentos que tendrían que ser un ejemplo de ética y moralidad para todos los ciudadanos. No voy a mencionar Partidos ni personajes, que todos conocemos sobradamente. Desde jueces hasta tesoreros generales del Partido que nos gobierna, pasando por monseñores de la santa Iglesia y familiares de la Corona, estamos rodeados de gente sin escrúpulos sociales que emponzoñan y encenegan nuestro entorno.
Lo más irónico es que llegados a estos grados de corrupción, desfalco y estafa, parece como si estos hechos no fueran con los responsables con los que, ahora nadie tenía tratos con ellos y apenas los conocían. ¡Pero si los corruptos ocupan despachos en las sedes de los partidos que nos gobiernan! ¡Si tienen cargos que representan a los estamentos estatales! ¡Si ocupan sillones en alcaldías, Diputaciones, Consejos Comarcales, Secretarias de Estado, Ministerios, etc.! Algo huele a podrido en Génova, diría hoy Shakespeare. Este país es una fábrica de chorizos de guante blanco arropados por el poder vigente.
¿Qué pensaran los votantes de estos Partidos rebosantes de personajes corruptos? ¿Qué justificación tendrán sus afiliados para no tirar por el inodoro su carnet cuarteado? ¿Qué razón tendremos el resto de los ciudadanos para votar en unas próximas elecciones? ¿O que razón nos pueden esgrimir para seguir pagando impuestos que sirven para engrosar cuentas en Suiza, las Azores, las Bahamas o Linchestein? ¿De verdad alguien se está dando cuenta de la gravedad de todo lo que estoy comentando?
No pienso votar hasta que no exista una Ley de Financiación de los Partidos y Listas abiertas, esto último indispensable para impedir que estos chorizos puedan volver a ocupar un escaño o cualquier cargo político.
Quiero recordar que la lista de los 25 profesionales en los que tenemos más confianza social la encabezan los científicos seguidos de los médicos, al final de la lista aparecen los banqueros, los clérigos y los políticos.