Estamos a punto de hipotecar nuestro futuro y depender científicamente de “lo que inventen otros”. España puede quedarse fuera del proyecto astronómico más importante de la historia, la construcción en Chile del mayor telescopio del mundo: el Telescopio Europeo Extremadamente Grande, (EELT en siglas inglesas).
Este 12 de marzo, España y Portugal deben decidir si se unen a los 11 países europeos que financiarán este proyecto de 1.000 millones de euros. La inversión española sería de 40 millones de euros en 10 años. Ya no hemos participado en el proyecto europeo flasgship, primer intento de investigar el cerebro y poder realizar un mapa detallado del órgano más importante de nuestro cuerpo y el más desconocido. Están a punto de restringir nuestro contrato con el LHC, acelerador de partículas de Ginebra, por falta de pago, ya que debemos 50 millones de euros en atrasos. No participar en el EELT sería quedarnos colgados en un campo más de la ciencia, la astrofísica. Quiero destacar que también esta colgada nuestra participación en el programa espacial europeo; y que los recortes de I+D, en las investigaciones de las universidades españolas, acarrearán unas consecuencias que significarán el descrédito y desvalorización de nuestra enseñanza universitaria. Luego está la irreparable falta de formación tecnológica a nuestros estudiantes en su currículum, una formación imprescindible si queremos que nuestros jóvenes accedan al mundo laboral del futuro.
El gobierno de Rajoy, como en todas las cosas, da largas a estos asuntos; pero, mientras en política dar largas forma parte de la absurda estrategia “rajoyana”, en ciencia esta estrategia es terriblemente peligrosa, ya que cada instante que transcurre estamos perdiendo tiempo en el progreso y en el desarrollo de nuestra sociedad. Si algo en el mundo no puede detenerse, es la investigación. Es como si le solicitásemos a nuestro cerebro que deje de pensar sobre el gran misterio de nuestra existencia.